Sí y no
Reconocer la dignidad humana es aceptar la libertad del otro y su disponibilidad para encaminar su vida como prefiera, siempre que no perjudique a terceros. No hay dignidad en ser obligado a obedecer a los sabios o a los santos, sólo humillante necesidad social
¿La prostitución? Empecemos por la condena de quienes por medio de engaños y coacciones obligan a mujeres a prostituirse, les roban sus ganancias y las mantienen en servidumbre con amenazas y chantajes. Deben ser perseguidos por la ley, sus redes mafiosas desarticuladas y sus víctimas auxiliadas todo lo posible para iniciar una vida libre. Pero voy a referirme ahora a los partidarios de prohibir la prostitución en cualquier caso, aunque sea voluntaria (es decir, aunque constituya un “delito sin víctima”). Los prohibicionistas aseguran que la venta de favores sexuales es contraria a la dignidad humana, aunque no lo crean así quienes los venden. Atropella a la mujer (hay también prostitución masculina) y ejerce violencia contra ella... aunque sea con su aprobación. Discrepo: reconocer la dignidad humana es aceptar la libertad del otro y su disponibilidad para encaminar su vida como prefiera, siempre que no perjudique a terceros. No hay dignidad en ser obligado a obedecer a los sabios o a los santos, sólo humillante necesidad social. Un delito sin víctima es lo que se llama con mejor criterio un pecado o, con menos imaginación sobrenatural, un desorden público.
¿Cómo justifican la prohibición los del “sí es si”? Hubo eclesiásticos que negaron la libertad para el vicio, sólo la virtud es libre. Hoy neocuras dicen que el “sí” de la prostituta nunca es libre, lo sepa ella o no. Aunque diga mil veces sí, cuenta como un no. El sí sólo es verdadero cuando su motivación es limpia: lujuria(¡uy!), procreación (¡psch!), amor(¡aagg!!). Pero nunca por beneficio económico. El dinero siempre peca o hace pecar. ¿Es malo buscar el lucro? Pues yo no escribiría si no me pagasen. Y de los motivos del no, ¿nada que decir? ¿El no siempre es digno... aunque sea por fastidiar?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.