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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sanciones contra Rusia

La reacción rápida y decidida de la UE muestra la determinación occidental de frenar a Moscú contra Ucrania

Sanciones Putin UE
Un militar ucranio, el día 23 en un posición cerca de la aldea de Katerynivka, no lejos de la ciudad de Lugansk, controlada por los separatistas prorrusos.ZURAB KURTSIKIDZE (EFE)
El País

La Unión Europea pactó el martes una primera y dura batería de sanciones contra Rusia, solo 24 horas después de que el presidente Vladímir Putin desafiase el orden internacional con un reconocimiento unilateral de los territorios de Ucrania ilegalmente controlados por separatistas prorrusos. El castigo fue aprobado oficialmente este miércoles, lo que demuestra la urgencia que Bruselas percibe en el órdago lanzado por Moscú a Occidente.

La rapidez y la contundencia de la UE, coordinada con Washington y Londres, apuntan directamente a lo más alto de un régimen autoritario que desde hace al menos 14 años, con el ataque a Georgia en 2008, ha demostrado una agresividad contra sus vecinos más propia de otros siglos y una falta de respeto total a las normas multilaterales construidas con ahínco después de la II Guerra Mundial. Los ataques de Vladímir Putin colocan a Europa de nuevo ante una pesadilla bélica que parecía cosa del pasado.

A diferencia de 2014, cuando la UE reaccionó de manera lenta, dividida y tibia frente a la primera agresión de Moscú contra Ucrania, esta vez los Veintisiete han dado una respuesta inicial decidida y clara. En aquel entonces, las maniobras para apoderarse de la península de Crimea solo se castigaron en un comienzo con una sanción a 21 funcionarios rusos y la suspensión de la participación de Rusia en el G-8 (convertido en G-7 hasta la fecha). La UE no reaccionó con fuerza hasta que los separatistas prorrusos en el este de Ucrania derribaron un vuelo comercial procedente de Holanda, matando a casi 200 pasajeros, la mayoría europeos.

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En esta ocasión, la escalada bélica de Putin ha disparado las alarmas en todas las capitales europeas, incluidas las más proclives a contemporizar con Moscú, como es el caso de Berlín, Roma, Budapest o Nicosia. El primer castigo va dirigido a 23 altos cargos del régimen de Putin y a 351 diputados de la Duma (Parlamento ruso). A todos ellos se prohíbe la entrada en la UE y se congelarán los activos de que dispongan en los territorios comunitarios. El mismo castigo afecta a tres entidades financieras del Estado ruso y al centro nacional de internet. Se decreta un embargo comercial contra la parte de Ucrania ocupada. Y se cortan los lazos entre el sector financiero europeo y el Estado ruso, lo que dificultará su financiación. Además, Berlín ha anunciado que paraliza la autorización del gasoducto Nord Stream 2, lo que marca un punto de inflexión hacia el abandono de Rusia como principal suministrador energético de la UE.

Estados Unidos ha sido una pieza clave para esta dura respuesta. Y, tras meses de lanzar alertas sobre las intenciones de Putin, la mayoría desdeñadas o minusvaloradas por el lado europeo, ha logrado hacer valer su criterio a favor de una andanada de sanciones, que podría ir seguida por otras aún más duras. Los dirigentes europeos (que se reúnen este jueves en una cumbre extraordinaria convocada el mismo miércoles) son conscientes de que la estructura de seguridad que ha garantizado la paz en Europa desde el final de la Guerra Fría ha quedado hecha añicos. Y en geopolítica, la ausencia de normas reconocidas por todas las partes suele ser sustituida por los tanques.

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