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tribuna
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Queremos seguir construyendo país

La industria cárnica española defiende los distintos modelos de producción del sector y pide un debate político sereno para afrontar los retos de futuro

Macrogranjas
La granja More Holstein, en la localidad valenciana de Bétera.Ana Escobar (EFE)
Antonio Prieso Risco Antonio Sánchez Sánchez José Luis Tainta Pikabea

La ganadería y la industria cárnica española representan un sector de actividad con un profundo arraigo en nuestro país. Los trabajadores y sus familias, las asociaciones y las empresas están presentes a lo largo y ancho de la geografía española, con una especial participación en el tejido social y económico de las zonas rurales. Gracias al esfuerzo de miles de personas, desde pequeños ganaderos a empleados de grandes compañías, el sector ganadero-cárnico español ha internacionalizado su actividad hasta convertirse en el cuarto país con mayores exportaciones de carne del mundo (8.660 millones de euros en 2020).

Este resultado no es fruto de la casualidad sino de un ímprobo esfuerzo conjunto de las empresas del sector y de un decidido apoyo de las administraciones públicas españolas. No se exporta carne a más de 130 países si no se cumplen altísimos estándares de calidad, tanto en el producto como en el proceso. No se exporta carne a más de 130 países si no se cumplen escrupulosamente todas y cada una de las directrices impuestas por el regulador, en origen y en destino. No se exporta carne a más de 130 países, por valor de 8.500 millones de euros anuales, si no se está a la vanguardia internacional en su sector. En muchos aspectos relacionados con la sostenibilidad y el bienestar animal, así como en el control de calidad, España es referencia en el ámbito de la Unión Europea. Es importante no olvidarlo.

El sector ganadero-cárnico español es un generador neto de oportunidades para nuestro país: crea empleos, crea empresas que contribuyen fiscalmente, dinamiza territorios, impulsa la marca España y aporta valor a las comunidades. Y también protege el territorio y cuida de la naturaleza, entre otras cosas, porque le va su propia existencia en ello. Los gobiernos de todo signo, nacionales, autonómicos y locales han contribuido decisivamente a convertir al sector cárnico español en estratégico para la economía y la sociedad española. Valoramos el apoyo institucional y social que este sector ha recibido en las últimas décadas y la mejor manera de agradecerlo es haber garantizado el suministro de proteína animal en la alimentación de nuestros conciudadanos en el peor momento del confinamiento por la covid-19. Precisamente porque la posición de nuestro sector es resultado de un proyecto colectivo de empresas, ciudadanos y administraciones, es nuestro deber exigir que no lo fragilicemos con debates estériles y mal enfocados.

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En este sentido, pedimos a los actores políticos un debate sereno, responsable y comprometido para abordar los retos que nuestro sector afronta, algunos de ellos propios y otros compartidos con el resto de actividades económicas. Somos plenamente conscientes de que tenemos desafíos que afrontar y tenemos la voluntad de encararlos con un alto grado de responsabilidad y la colaboración permanente con las instituciones. Agradecemos el apoyo recibido en estas semanas, pero exigimos a los responsables institucionales altura de miras para encauzar la polémica hacia un diálogo sereno y constructivo.

Nos sentimos orgullosos de nuestras empresas, de nuestros trabajadores, de nuestras inversiones e innovaciones y del producto de altísima calidad que ponemos en la mesa de cientos de millones de consumidores. Sembrar, siquiera, dudas respecto del modelo europeo de producción es peligroso porque supone cuestionar la estricta normativa europea y nacional, única en el mundo, que se extiende a los sistemas de manejo y crianza, al bienestar de los animales, a la bioseguridad y sanidad, a los condicionantes medioambientales, a la seguridad alimentaria, control y trazabilidad de las producciones, etc.

Enfrentar los diferentes modelos de producción ganadera de nuestro país es también un debate completamente desenfocado. La dicotomía en ganadería es la de una producción sostenible versus una no sostenible. Y todos los modelos de producción que estamos desarrollando en nuestro país van encaminados a la producción sostenible y eficiente, con la finalidad de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y llegar a la neutralidad de emisiones en 2050, cumpliendo estrictamente la normativa española y europea en cuanto a sostenibilidad, bioseguridad y sanidad animal, calidad, control y bienestar animal, y yendo más allá de la legislación en muchos casos por propia iniciativa del sector.

Todos los modelos de producción son válidos, complementarios y necesarios. Todos ellos buscan producir con sistemas cada día más sostenibles y resilientes, cuidando las economías locales, generando empleo y actividad en las zonas rurales, conformando una ganadería profesionalizada y moderna, basada en los avances tecnológicos y científicos y en la implicación y dedicación de todos sus profesionales, y que es vista como referente por muchos otros países.

El sector cárnico ganadero es, además, propositivo. Después de más de un año de trabajo interno, tiene listo un proyecto representativo y de gran alcance, en el que 76% son pymes, para promover una modernización acelerada de la cadena de valor mediante millonarias inversiones en sostenibilidad y digitalización, en las que la innovación es el principal elemento de transformación. Un proyecto que ha sido ya valorado por el propio Gobierno como pionero en el sector privado.

Por estos motivos y otros muchos, el sector ganadero-cárnico quiere seguir formando parte del patrimonio histórico, cultural, social y económico de nuestro país. Actuemos todos con serenidad, responsabilidad y sentido común para que podamos seguir construyendo país.


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