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COLUMNA
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Las niñas están bien

Las primeras personas nacidas con el genoma editado llegan con salud a los tres años

Javier Sampedro opinion genoma editado
El científico He Jiankui, durante una entrevista en un laboratorio en Shenzhen, al sur de China, en 2018. MARK SCHIEFELBEIN (AP)
Javier Sampedro

La exclusiva de ayer envuelve el pescado de mañana, se decía en las redacciones cuando los periódicos eran de papel y el pescadero no estaba sepultado todavía bajo estratos de bandejas de plástico. El chascarrillo parodiaba una lógica mediática que no solo permanece vigente en nuestros días, sino que está alcanzando el paroxismo ahora que incluso el pescado se compra moviendo el dedito por una pantalla táctil: que las noticias apenas duran lo que tarda en leerse su titular. Los periódicos siempre nos hemos llevado la culpa por esa fugacidad incapacitante, y parte de ella tendremos, pero lo que los medios intentan hacer cuando cambian de tema cada 10 milisegundos no es tanto imponer su agenda como adaptarse a la psicología de la opinión pública. Muy pocas personas pueden permanecer atentas a una erupción volcánica durante 50 días seguidos, no hablemos ya de seguir los pormenores de una pandemia durante dos años. El cerebro humano funciona así. Nadie necesita que le estén recordando todo el día que lleva abrochados los cordones de los zapatos.

Pero hay noticias que son personas y, por tanto, tienen que seguir vivas mientras lo hagan sus titulares. Es el caso de las primeras dos niñas nacidas con el genoma editado. ¿Recuerdan? Como las niñas nacieron a finales de 2018, en la era prepandémica, las hemos usado todos para envolver el pescado y nos hemos olvidado minuciosamente del asunto. Pero la noticia montó un escándalo monumental dentro y fuera de los círculos científicos, y por razones muy comprensibles. Editar el genoma de los niños es seguramente el paso más trascendental que cabía esperar —y que cabe imaginar— de la revolución biológica en que vivimos inmersos desde mediados del siglo pasado, porque pone la evolución humana bajo nuestras riendas.

La buena noticia es que las niñas están bien a sus tres añitos de edad, como informa Vivien Marx para Nature Biotechnology. Es una gran noticia aunque no lo parezca, porque el experimento de edición genómica que hizo en 2018 He Jiankui, de la Universidad del Sur de Ciencia y Tecnología en Shenzen, China, fue recibido con agrias críticas por la generalidad de la comunidad científica y bioética por arriesgado y prematuro, y de hecho He acabó con sus huesos en una cárcel china, de donde no ha salido. Apenas el genetista de Harvard George Church se atrevió a apoyar a He en público, aunque algunos otros científicos se sumaron en privado en conversación con este periódico. El secretismo, los rumores y las reservas siguen hoy mismo, y Marx reconoce haberlas pasado canutas para sacar adelante su informe técnico.

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Los padres de las niñas y la comunidad científica, sin embargo, necesitan un ejercicio de transparencia y una discusión abierta sobre el experimento y sus consecuencias. Una cosa es rechazar la iniciativa de He o tacharla de prematura y otra muy distinta es repudiar su resultado, que son dos niñas vivas, saludables y tan inocentes como lo pueda ser una criatura de tres años. La intención del científico chino, por arriesgada que resultara en su momento, será tarde o temprano una opción legítima: librar a tus hijos del riesgo del sida. Eso nunca va a envolver el pescado.


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