Primera infancia: las niñas y niños que aún se quedan atrás
La pandemia de covid-19 ha impactado en distintas dimensiones que afectan a las niñas, niños, adolescentes y sus familias, en particular las que se encuentran en situación de vulnerabilidad
Desde el inicio de la emergencia sanitaria, UNICEF Argentina elaboró un Plan de Repuesta que, entre otras acciones de asistencia, implicó la implementación de una Encuesta Rápida para medir los impactos de la covid-19 en los hogares con niñas y niños. Entre abril de 2020 y noviembre de 2021, se han realizado cinco rondas que permiten analizar la evolución de indicadores claves.
Contar con información robusta y representativa resulta central para visibilizar la situación de la niñez e informar la toma de decisiones. La Encuesta permite analizar la situación socioeconómica de los hogares con niñas, niños y adolescentes, el acceso a la salud, a la educación, las dinámicas al interior del hogar y las estrategias de cuidado, entre otras dimensiones.
La quinta y última encuesta, realizada entre octubre y noviembre de 2021, permite identificar mejoras significativas en el bienestar socioemocional de las y los adolescentes, el acceso a controles de salud y vacunación, el sostenimiento de la presencialidad educativa y el acceso a conectividad, entre otros aspectos.
Sin embargo, los datos muestran desafíos pendientes, en particular con la primera infancia. Los primeros años de vida constituyen una etapa central y es un período especialmente sensible a los riesgos. En contextos de emergencia, las niñas y niños más pequeños reaccionan al estrés que observan en las personas adultas, perciben lo que ocurre a su alrededor y pueden responder de diferentes formas: más preocupados, angustiados, enfadados o agitados, encerrándose en sí mismos o con conductas propias que tenían cuando eran más chicos. Pese a la apertura de actividades y espacios para los niños y niñas, en un contexto epidemiológico que posibilita medidas de prevención del virus más flexibles, su bienestar socioemocional no ha mejorado y se siguen reportando problemas en la alimentación (en 50% de los hogares), alteraciones en el sueño (42%) y dificultades en la comunicación (24%).
Por otro lado, la vuelta al trabajo sigue enfrentándose a una insuficiente oferta pública de cuidado de calidad. El 12% de los chicos y chicas se quedan solos cuando las personas adultas salen a trabajar y el 8% al cuidado de una hermana adolescente, lo que también tiene múltiples impactos sobre ellas.
Asimismo, los datos muestran que más del 60% de los hogares con niñas y niños enfrentan situaciones de inestabilidad laboral, ingresos reducidos y en muchos casos, restricciones en la compra de alimentos.
Las políticas públicas deben priorizar a la primera infancia. Dado el carácter multidimensional de los desafíos, es necesario un abordaje integral que tome en cuenta las dimensiones de salud, nutrición, educación y cuidado, protección, inclusión y los retos de coordinación, junto con un financiamiento adecuado y sostenible. Hacerlo implica garantizar para cada niña y niño, el mejor comienzo y un pleno ejercicio de derechos.
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