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Columna
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Franco Superstar

La prensa internacional se pregunta por qué España es el país rezagado de la UE en la recuperación económica. Entonces, es comprensible que el Gobierno decida hablar del dictador

El ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, en el Congreso de los Diputados.
El ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, en el Congreso de los Diputados.Mariscal (EFE)
Daniel Gascón

La recuperación económica se retrasa y el Financial Times se pregunta por qué España es el país rezagado de la Unión Europea, las previsiones de la Comisión rebajan las expectativas de crecimiento, la crisis energética continúa y la inflación amenaza con volverse estructural, mientras aumenta el descontento social y tratamos el endiablado problema de las pensiones con llamativas dosis de autoengaño. Es comprensible que el Gobierno decida hablar del dictador Francisco Franco, que murió hace 46 años y resucitará las veces que haga falta.

La enmienda a la Ley de Memoria Democrática que han pactado el PSOE y Unidas Podemos para modificar indirectamente la Ley de Amnistía sigue el modelo de la política Shrödinger. Según el secretario general del PCE, Enrique Santiago, permitirá juzgar crímenes; según el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, no tendrá consecuencias jurídicas. La explicación de Bolaños resulta más verosímil, y al argumento legal se le suma la circunstancia de que casi todos los perpetradores están muertos. Al mismo tiempo, equivale a la confesión de un trampantojo.

Importará, dicen, simbólicamente. Ese simbolismo está relacionado con la ingenuidad de algunos, la mala fe de otros, la ignorancia de muchos y la frivolidad de bastantes. La Ley de Amnistía era una reivindicación histórica de la izquierda y, como señaló el secretario general de Comisiones Obreras, Marcelino Camacho, en su momento, estaba unida a la política de reconciliación nacional iniciada por el Partido Comunista en 1956. La enmienda, como ha explicado Soledad Gallego-Díaz, introduce una gran confusión. Esa confusión falsea la historia y pretende instalar la sospecha de que la democracia actual es la continuación del franquismo por otros medios y que el régimen pervive, especialmente en contrapesos e instituciones contramayoritarias. Es algo que defienden aquellos que solo detestan el autoritarismo cuando no lo ejercen ellos: la discrepancia de UP es con la democracia liberal, no con las dictaduras.

Quienes nunca se enfrentaron al franquismo corrigen a sus abuelos, en nombre de una visión sentimental cuyo máximo referente historiográfico es Marty McFly, el protagonista de Regreso al futuro. La operación desemboca en una democracia militante solo para unos: como si otros no pudieran venir después a hacer lo contrario y olvidando la lección de la concordia.

Es desconcertante que uno de los partidos que contribuyeron a construir esa democracia acepte ese discurso, y la perplejidad aumenta cuando nos tranquilizan diciendo que en el fondo es pura cháchara. @gascondaniel

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Sobre la firma

Daniel Gascón
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Es editor responsable de Letras Libres España. Ha publicado el ensayo 'El golpe posmoderno' (Debate) y las novelas 'Un hipster en la España vacía' y 'La muerte del hipster' (Literatura Random House).

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