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Columna
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La mutación de la escena política

El acuerdo de Presupuestos confirma la voluntad de Podemos de consolidarse en el terreno institucional, al tiempo que sienta las bases para asegurar que la legislatura llegue hasta el final

Intervención de Teodoro García Egea en el Congreso de los Diputados.
Intervención de Teodoro García Egea en el Congreso de los Diputados.Juan Carlos Hidalgo (EFE)
Josep Ramoneda

De la calle (el 15-M) al poder en 10 años. Y al llegar a la cima entró el vértigo. Y Pablo Iglesias —insignia de este proceso acelerado— dejó la política para volver a su espacio natural: los medios de comunicación. Lo que en otros momentos hubiese sido una catástrofe para Unidas Podemos, aparece ahora como la oportunidad de una mutación para consolidarse en el espacio institucional. Y el acuerdo de Presupuestos (con el añadido de la ley de la vivienda, bandera de los podemitas) crea un marco nuevo para la reconstrucción del espacio a la izquierda del PSOE, en un momento de clarificación de la escena política española.

Parecía que el destino de Podemos era el regreso al pasado: una nueva versión de las decantaciones del viejo Partido Comunista, es decir, el modelo Izquierda Unida. Los orígenes de Yolanda Díaz alimentaban este presagio. Pero los últimos movimientos modifican las expectativas. ¿Se va hacia una nueva plataforma de amplio espectro? ¿Es incluso pensable la hipótesis de una especie de federación de izquierdas ibéricas a partir de los socios territoriales de Unidas Podemos?

De momento, el acuerdo de Presupuestos confirma la voluntad de los podemitas de consolidarse en el terreno institucional. Al tiempo que sienta las bases para asegurar que la legislatura llegue hasta el final. Aunque, evidentemente tendrán que pasar la prueba del Congreso dónde los nacionalistas vascos y Esquerra jugarán sus bazas para sacar razonable provecho de su necesario voto.

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Pero quizás lo más relevante es que el escenario político ha quedado remodelado en menos de una semana. Si el domingo el PP enseñaba todas sus cartas asumiendo sin recato a Vox como aliado, instalándose de lleno en esta mezcla de neoliberalismo económico y autoritarismo en materia de derechos y libertades, que ha caracterizado la radicalización de las derechas europeas en la última década, ahora el PSOE asume sin complejos la coalición de izquierdas, después de su fallido flirteo del pasado con Ciudadanos, en lo que podríamos identificar como un cierto regreso a la tradición socialdemócrata, consolidando la apertura a las diversas sensibilidades que se sitúan a su izquierda.

Sobre este escenario es previsible una etapa final de legislatura montada sobre la confrontación, que es el camino que ha escogido el PP al intentar sustituir la inexistencia de un proyecto político propio por el patriotismo de batalla y la satanización de la izquierda. Una dinámica de tensión difícil de mantener, en un momento en que las prioridades para una salida razonable de la crisis de la pandemia pueden convertir al griterío de la derecha en algo obsceno. En cualquier caso, tenemos ya dos bloques nítidos en acción, dispuestos a buscar el pleno de los suyos, confiando en la palabra del viejo Mitterrand, que sostenía que, al que lo consigue, el centro le cae por añadidura.

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