Guardianes de la pureza en Colón
Hay quien se esfuerza en explicar que quienes objetivamente replican la retórica y el ideario trumpista representan al constitucionalismo en España
Lo peor de levantar un muro no es lo que intencionadamente dejas fuera, sino qué compañeros de viaje eliges para quedarte dentro. Recuerden el uso que Albert Rivera hizo de la idea de “bloque constitucional” para repartir carnets de demócratas y expulsar al PSOE, que había apoyado a Rajoy para activar el artículo 155, del consenso constitucional. La foto de Colón, que simbolizaba esa expulsión, forzó la mímesis de Ciudadanos, PP y Vox. Y es que esa es la lógica del muro: inevitablemente, las fronteras proyectan identidad al exterior y al interior.
La línea divisoria de estos días se llama Unión 78, la plataforma que convoca hoy una manifestación, de nuevo en Colón, contra supuestos felones y antipatriotas. Otra vez se instrumentalizan los símbolos que creamos entre todos para fortalecer el espacio común. Y como en este país la polarización siempre está en el otro, quizás no se repare en que erigirse como guardián de la pureza de algo que nos pertenece a todos, para distinguir entre los verdaderos demócratas de los tibios, quizás no sea la más constructiva de las ideas. En fin, cosas más raras hemos visto: también Le Pen pretende hacerse pasar por la encarnación de los valores republicanos de la vecina Francia.
Hay quien se esfuerza en explicar que quienes objetivamente replican la retórica y el ideario trumpista, los socios en Europa de Le Pen, Kaczynski o Salvini, representan al constitucionalismo en España, la libre e igual ciudadanía consagrada en nuestra Carta Magna. Para alguien que nació casi a la vez que la Constitución, es inaudito pensar que la ultraderechista Le Pen o el autoritario Kaczynski tengan algo que ver con la Constitución del 78. Pero, por lo visto, hemos de creernos que Vox, un partido que impugna uno de sus pilares principales, el Estado de las autonomías, representa su espíritu de concordia. Quién sabe, puede ser que la intención de quien erige ese muro sea equiparar a quien lo denuncia con Puigdemont. Pero ya lo sabemos: quien levanta una frontera lo hace con la tramposa intención de homogeneizarlo todo, lo de dentro y lo de fuera.
La realidad es que nuestra Constitución, felizmente no militante, consagra un sistema autonómico de doble vía y da encaje a las nacionalidades históricas. Y es evidente que, 40 años después, Vox sería incapaz de pactar una Constitución como la que tenemos, o siquiera de valorar que se nos permita morir dignamente o casarnos con quien amamos. Su objetivo no es buscar caminos que refuercen la lealtad constitucional, pues rechazan la narrativa construida por la España democrática. Y ese es el problema de abusar de los símbolos que representan el marco de juego para hacer política de la identidad: se empieza apelando a la Unión 78 y se termina encerrado en un bloque con la ultraderecha, aunque sea con un tramposo “perfil bajo”.
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