Para entender la victoria de Ayuso
A la izquierda le han levantado una mayoría con un lema absurdo que no ha sabido contrarrestar (“libertad”) y una candidata a la que pensó que era más fácil ridiculizar que desmontar
Para entender la dimensión de la victoria de Isabel Díaz Ayuso en Madrid hay que recordar que hace tres años el PP barajaba como candidatos a la Comunidad, entre otros, a Adolfo Suárez Illana, Antonio González Terol y hasta Isabel García Tejerina. Que un día antes de saber que competiría por Madrid Ayuso comió con la periodista Emilia Landaluce, según relató Landaluce en El Mundo, y la periodista le preguntó si iría de candidata, y ella respondió que no deslizando a sus dos favoritos. Que lo que inclinó la balanza hacia ella fue, además de muchas negativas a cargar la patata caliente de un partido cuyo expresidente y ex secretario general, entre otros, estaban encarcelados, una intervención suya en el programa Más vale tarde, de La Sexta, donde dijo que Vox era un partido con valores “de la gente de bien” para defender el pacto del PP con la extrema derecha en Andalucía. Ese vídeo se convirtió en viral gracias a los simpatizantes del PP y Vox, y desde Génova se pensó en que quizá aquel discurso tan agresivo que hablaba de “la dictadura del feminismo radical” podía frenar la sangría frente al emergente Vox. Y lo hace, si bien a costa de parecerse.
Para entender la dimensión de la victoria de Ayuso hay que recordar que un exministro de Rajoy dijo al conocer su nombramiento: “Nos hemos tirado la vida con las etiquetas de partido serio, responsable, predecible y sensato y ahora vamos a competir por ver quién da más espectáculo y dice la mayor burrada”. Para entender esa victoria hay que pensar que un día de enero de 2019, Isabel Díaz Ayuso bajaba la calle de Alcalá de Madrid quejándose a Miguel Ángel Rodríguez, su jefe de campaña y luego de gabinete, de que no la conocía nadie por la calle, y tres años después no puede pasear sin que le pidan docenas de selfis. Para entender algo, si se quiere entender, hay que hacer cuentas: tras el escándalo Cifuentes las encuestas dejaron al PP como cuarta fuerza en Madrid con menos de 30 escaños, ya gobernando en junio de 2020 le dieron 43 y hoy los resultados le han dado 65.
Para entender la dimensión de lo que está pasando en la política española se recordará que las encuestas en abril de 2018 a la Comunidad de Madrid daban ganador a Ciudadanos y hoy, tres años después, Ciudadanos no tiene ningún diputado en Madrid. Que las elecciones madrileñas se han celebrado porque el PSOE y Ciudadanos en Murcia organizaron una moción de censura con la que resucitar a Cs, herido de muerte en Cataluña, y potenciar a los socialistas haciéndose con la presidencia de una comunidad más: no consiguieron Murcia porque los quisieron echar por corruptos y el PP respondió comprando consejeros y adelantando convocatoria en Madrid, volatilizando a Ciudadanos y hundiendo al PSOE. Para entender, en definitiva, qué pasa en España hay que considerar que el vicepresidente del Gobierno dejó su cargo hace dos meses para presentarse a las elecciones de una comunidad y hoy está fuera de la política. Y si se quiere entender algo más, es necesario añadir que en la sede del PP se celebraba anoche una fiesta histórica por una victoria aplastante en Madrid, sede en la que probablemente no se celebre una victoria más porque sus inquilinos la abandonarán al tratarse de un símbolo de la corrupción de ese partido.
Es más fácil no entender nada de esto que entenderlo, pero bien hará la izquierda en hacer un esfuerzo porque le han levantado una mayoría en las narices con un lema absurdo que no han sabido contrarrestar (“libertad”) y una candidata a la que pensó que era más fácil ridiculizar que desmontar.
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