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Columna
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Rumbo de coalición

Sánchez marca agenda para que la política pueda hacerse un hueco en medio de la excepción pandémica

Josep Ramoneda
Pedro Sánchez, antes de la presentación del primer informe de rendición de cuentas del Gobierno.
Pedro Sánchez, antes de la presentación del primer informe de rendición de cuentas del Gobierno.Olmo Calvo

Pedro Sánchez consolida el rumbo de su coalición. La aprobación de los Presupuestos y de la ley de la eutanasia ampliando la mayoría de la investidura confirmó que había Gobierno para rato. Ni PSOE ni Unidas Podemos tienen ahora mismo una opción mejor. Un Gobierno del PSOE en solitario con apoyos variables sería un infierno parlamentario. Y el partido de Iglesias fuera del Gobierno podría entrar en explosión. Hay diferencias, por supuesto; dos partidos son dos sistemas de intereses, dos culturas, dos maneras de entender la política. Pero ahí están lidiando razonablemente con sus desacuerdos, para irritación de los augures que, confundiendo sus deseos con la realidad, siguen anunciando un descalabro inminente. Y, mirando al futuro, Sánchez marca agenda para que la política pueda hacerse un hueco en medio de la excepción pandémica.

Sánchez que desde el primer momento ha puesto al PSOE al servicio de la monarquía, anuncia, con cierto misterio, una posible ley de la Corona, acordada con La Zarzuela. Pilla a contrapié a la derecha, que, después de la que ha caído con las andanzas del rey emérito, no puede desentenderse. Y de hecho Casado se ha ofrecido raudo y veloz. Pero, al mismo tiempo, rompe el tabú de la Corona, con un proceso legislativo que dará pie a un debate público sobre la monarquía, que es algo que Unidas Podemos hace tiempo que intenta impulsar, sabiendo perfectamente que ahora mismo no se cumplen las mínimas condiciones para que el cambio de régimen sea posible.

De la monarquía al independentismo. “Creo que cuando hablamos de Cataluña nadie está libre de culpa. Todos hemos cometido errores. Y lo que tenemos que hacer es aprender de esos errores, mirar hacia adelante y ser capaces de encontrar un escenario en el que nos podamos reencontrar”. Sin duda, esta frase de Pedro Sánchez dará guerra, pero es una apuesta política ineludible para quienes piensan que eternizar la confrontación conduce a la catástrofe. Una apuesta que llega en vigilias de unas elecciones catalanas, en un escenario en descomposición en el que cada partido tendrá la mirada puesta en los socios y vecinos ideológicos más que en los adversarios.

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Sacar conclusiones de los errores para encarar la nueva etapa en Cataluña es un ejercicio cargado de razón. Y que debería servir para acabar con este confuso período en el que el poder judicial ha asumido la resolución de un conflicto político. Que en los cinco años que transcurrieron de 2012 a 2017 el Gobierno de Mariano Rajoy no fuera capaz de encontrar una vía política para la cuestión catalana es quizás el mayor de los errores de los que habla Sánchez. El indulto de los presos no será el final de nada, pero aparece como un paso previo ineludible para avanzar. Un gesto de conciliación y serenidad democrática, una interpelación a todas las partes para hacer las cosas de otra manera.

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