La turra de Torra
Carecemos de encuestas fiables que nos digan cuántos catalanes en 1714 querían que ganaran los carlistas, pero sí sabemos que “nada” es muy poco
—¿Cuánto me das por mi marido?
—Nada.
—¡Trato hecho!
Una de las cosas malas que se le pueden achacar a Joaquim Torra es que no ofrece salidas. Por ejemplo, con su última ocurrencia, la renovada exigencia de que Pedro Sánchez y Felipe VI pidan perdón a Cataluña por todo lo sucedido desde 1714.
Torra no deja abierta ninguna posibilidad de negociación tras su descabellada propuesta. Propone el president que el jefe del Gobierno español y el titular de la Corona se humillen ante todo el público, nacionalista o no, sin ofrecer nada a cambio en el improbable caso de que su exigencia fuera aceptada. Los canallas que intentaban negociar en nombre de ETA, lo sabían: si se acepta tal cosa, les damos esta otra… Y así. Torra no ofrece nada a cambio: ustedes piden perdón, y nosotros seguimos a lo nuestro.
¡Hombre, Quim, estírate algo!
Pero no hay manera. En realidad, ni la mujer obviamente descontenta del comienzo ni Quim Torra quieren nada a cambio. Ambos desean lo mismo, que es deshacerse de su pareja a cambio de nada. El intento tiene su miga, porque hace años que los independentistas catalanes quieren que su sueño se realice frente a los deseos del poder central y, sobre todo, frente a los deseos de los que vencieron en 1714, los catalanes que querían seguir unidos a los murcianos. En realidad, es a esos catalanes a quienes se debería dirigir Torra en sus discursos exigentes. No estaría mal que tuviera un arranque de valor el presidente de los catalanes y les dijera abiertamente:
—Vosotros, que no pintaréis nada en una Cataluña independiente, arrepentíos de haber ganado las batallas del pasado.
Hay un problema muy importante en el discurso de Torra, y es que los catalanes no independentistas no eran franquistas en su mayoría, a diferencia de los padres de una parte sustancial de la actual nomenklatura indepe. Y el argumento más importante de Torra y quienes quieren liquidar el régimen constitucional consiste en decir que lo del 78, como la Corona, es una herencia del franquismo. ¡Qué turra!
Carecemos de encuestas fiables que nos digan cuántos catalanes en 1714 querían que ganaran los carlistas, pero sí sabemos que “nada” es muy poco.
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