El español, la pobreza y el ICE. Matyäkp
En la campaña emprendida por la Administración Trump en contra de la población migrante, la discriminación lingüística juega un papel importante

Lo lingüístico importa, a las lenguas se les endilgan prejuicios insostenibles para justificar el odio. En la campaña emprendida por la Administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en contra de la población migrante, la discriminación lingüística juega un papel importante. Hace unos días, en Milwaukee, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) detuvo a tres personas por el solo hecho de haberles escuchado hablar español y las llevaron a un centro de detención, hasta que se aclaró que eran ciudadanas estadounidenses.
Si vamos un poco atrás podemos darnos cuenta de que una parte fundamental de la ideología que sostiene la construcción de los Estados-nación es la idea de que debe usarse una sola lengua oficial por cada país, aunque en realidad la mayoría tienen territorios en los que se hablan muchas lenguas. Existen aproximadamente 200 países en el mundo y aproximadamente 7.000 idiomas. Tan solo haciendo un sencillo cálculo matemático podemos darnos cuenta de que la mayoría de los países tiene en los hechos una realidad multilingüe.
Generalmente, los movimientos que apoyan la imposición de una sola lengua tienen vínculos con fuerzas de la derecha radical. En Estados Unidos, el llamado English-Only Movement ha pugnado por muchos años por la imposición del inglés como el único idioma oficial que debe hablarse en su territorio, porque, legalmente, a nivel federal, ese país no tiene ninguna lengua oficial. Muchos de los seguidores del presidente Trump forman parte también de este movimiento. Él mismo durante su campaña en 2016 declaró: “En este país se habla inglés. Es el inglés. Tú tienes que hablar inglés”. De acuerdo con estas ideas, en ambos periodos de su mandado, una de las primeras acciones de Trump fue cerrar la versión en español de la página digital de la Casa Blanca.
Más allá de las consecuencias simbólicas, estas ideas tienen repercusiones concretas en la vida de las personas que hablan español; muchas de ellas han sido agredidas o golpeadas por no hablar inglés en restaurantes u otro tipo de lugares públicos. Se están utilizando comportamientos lingüísticos para ayudar a hacer el perfilamiento que lleva a la detención de personas migrantes sin documentos. Lo lingüístico juega así un papel fundamental en la violencia que la derecha estadounidense está desplegando contra la población migrante. De este modo, se está presionando para que personas que hablan español, sin importar su estatus migratorio, dejen de hacerlo bajo el temor de ser detenidas. No importa que estas personas hablen inglés u otros idiomas europeos, el mero hecho de elegir hablar español en determinados contextos puede ponerles en riesgo de una detención si además sus cuerpos son leídos de manera racializada.
Hace unas semanas, el director de la controvertida película Emilia Pérez, Jacques Audiard, declaró que consideraba el español un idioma de pobres y migrantes. El ICE parece estar actuando también bajo esa consigna. Este tipo de prejuicios lingüísticos no solo se quedan en el campo de lo ideológico, tienen consecuencias concretas sobre la vida de las personas y sobre el acceso a sus derechos. Como el lingüista Adrián Chávez ha explicado, tanto el francés como el español o el inglés pueden ser la lengua de diferentes clases sociales y mucha de la población migrante del sur global que ha migrado sin documentos a países europeos o a Estados Unidos desde territorios históricamente colonizados habla también estas lenguas.
Es importante mencionar también que una gran parte de la población migrante indocumentada en Estados Unidos utiliza alguna de las múltiples lenguas indígenas de este continente. La organización Comunidades Indígenas en Liderazgo (CIELO), con sede en Los Angeles, creó el proyecto “We Are Here”, un mapa interactivo de las lenguas indígenas de la población migrante que muestra cómo solo en esta ciudad de California hay comunidades que hablan 17 lenguas indígenas. Los derechos de esta población están todavía en mucho mayor riesgo de ser vulnerados.
La intolerancia lingüística va también de la mano del perfilamiento racial. Hace poco, el presidente de la Nación Navajo, un pueblo indígena de Estados Unidos, denunció que al menos 15 personas integrantes de esta nación habían sido interrogadas o acosadas por agentes del ICE bajo sospecha de ser migrantes indocumentados. ¿Qué hay detrás de esto? No solo se trata de que te escuchen hablar español, se trata también de cómo es que tu rostro, tu cuerpo y el conjunto de tus características físicas son leídas por agentes formados en un sistema racista. El cuerpo también es leído.
Los prejuicios lingüísticos, los movimientos por la supremacía de ciertos idiomas y toda la ignorancia que los rodea se muestran abiertamente aliados a la ultraderecha y al racismo que parece gozar de plena salud en esta primera mitad del siglo XXI.
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