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Depresión posparto
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Depresión posparto: el dolor silencioso que sufren muchas madres

La sociedad espera que seas inmensamente feliz después de un parto y no siempre es así. Sentirte triste, no es algo que elijas, es algo que te sucede y muchas no lo cuentan por temor

Depresion postparto
Una mujer abraza a su recién nacido.Jelena Stanojkovic (Getty Images/iStockphoto)

Siempre se dice que cuando nace un bebé, nace una madre. Obviamente, todas las maternidades son diferentes, incluso en la misma mujer. Algunas asumen su nuevo rol con tranquilidad, otras con más o menos estrés, el caso es que todo sea dentro de lo normal. El problema es cuando el nacimiento de un bebé trae consigo una depresión posparto, mucho más habitual de lo que uno imagina.

De los tres hijos que tengo la sufrí con la primera y con el tercero. Con la primera viví un infierno porque no sabía qué me pasaba, con el tercero sí, lo identifiqué y por eso salí de ahí antes porque busqué enseguida ayuda. Me hubiera encantado saber, la primera vez, que esos pensamientos tan negativos y desesperados, no eran propios de la maternidad ni normales, aunque sí comunes. Hubiera agradecido una ayuda profesional desde el primer instante y por eso, por mi experiencia, quiero explicar qué se puede llegar a sentir y, sobre todo, qué se puede hacer.

En mi caso la depresión vino motivada por algo muy fisiológico: mi hija y yo fuimos separadas porque antes de nacer aspiró por la nariz meconio, lo que la llevó a nacer por una cesárea de urgencia y en parada cardiorrespiratoria. Obviamente, no nos fuimos de forma idílica a compartir nuestras primeras horas a una habitación, sino que ella se fue a la UCI y yo a una habitación donde miraba sin poder evitar llorar, una cuna vacía. La incertidumbre de si saldría adelante o no tampoco ayudó demasiado, ni tampoco los pediatras que no me daban muchas esperanzas. No tuve apoyo psicológico, solo muchísima soledad y angustia. Además, fui madre sola, lo cual hizo que me sintiera todavía más desamparada.

Finalmente, mi hija salió adelante y nos dieron el alta una semana más tarde y comenzamos lo que yo creí que sería un idilio. Pero no. Al margen de las noches sin dormir que son algo muy lógico en un recién nacido que se despierta cada dos por tres para comer, sobre mi mente venían pensamientos que yo no podía creer. Eran tan potentes que llegué a pensar que me estaba volviendo loca, pero no, eran una consecuencia muy primaria de una larga separación de la díada mamá-bebé en las primeras horas. La parte raquídea de mi cerebro, la más primitiva, interpretaba que mi hija había muerto y algo no estaba funcionando correctamente.

Me había esforzado minuciosamente en todos detalles de su llegada: ropita, habitación, cuna, cochecito….y no había leído nada sobre la salud mental materna. “De la misma manera que el médico de cabecera está como principal experto en advertir señales de otras enfermedades, la matrona es el primer nivel de contención ante la salud mental de la madre”, explica Sara Cañamero, matrona. Supongo que si la matrona que vigiló los primeros días de mi hija me hubiera preguntado acerca de cómo me sentía en lugar de echarme la bronca porque estaba durmiendo en la cama con mi hija, ambas hubiéramos ganado bastante. No la culpo, la salud mental materna ha avanzado muchísimo en los últimos años y hace 11 años no había la misma información que hay ahora.

Belén Marinone, la primera baby planner de España, lo explica así: “Sentía desolación por tener que enfrentarme a la maternidad sin saber cómo hacerlo. Por supuesto que tenía mi ginecóloga y estaba muy bien atendida. También estaba mi hermana, mi madre y alguna amiga que ya había tenido bebés, pero lo que yo necesitaba era algo más. Ellas podían ayudarme, darme algún consejo o explicarme palabras desconocidas, pero yo sentía que deseaba hacer mi propio camino y no seguir las decisiones de las demás”.

Como todas, al final tuve que buscar mi camino y eso hice. Y llegué a mi salvación que fue El Parto es Nuestro donde pude encontrar todo el asesoramiento que estaba buscando. Empecé a leer la importancia sobre la no separación del bebé y la madre, lo que afecta que no exista el piel con piel. Empecé a darme cuenta de lo milimétricamente minuciosa que es la naturaleza para que todo marche bien y cómo, en nombre de la ciencia, interferimos en tantas cosas. Por ejemplo, los partos medicalizados. Yo no defiendo los partos en casa por mi miedo y esto es muy libre, pero sí abogo por partos más humanizados, por casa de partos que nada tienen que ver con partos en casa, son partos dentro del ala del hospital, de hecho, abogo porque no existan los nidos porque es un error que el bebé esté separado de su madre y también pasa factura al cerebro de la madre.

Defiendo que se preste más atención a la salud mental materna porque, si bien la maternidad siempre ha sido cansada, también es verdad que nunca hemos estado tan solas como en estas sociedades tan avanzadas. Que sea una prioridad dentro de las especialidades de las ginecólogas, atender los signos que alerten de una depresión posparto porque ni son fáciles de llevar ni son sencillas de ver siempre.

La sociedad espera que seas inmensamente feliz después de un parto y no siempre es así. Sentirte triste no es algo que elijas, es algo que te sucede y muchas no lo cuentan por temor a no ser entendidas, por temor a sentirse juzgadas.

En mi tercer parto sufrí una atonía uterina (primera causa de muerte posnatal) que me dejó el miedo en el cuerpo y diez días después de dar a luz tuve una septicemia. Dos veces la muerte rondándote tan cerca te deja huella. Además, y gracias a este “maravilloso” sistema de baja maternal (ridícula) que tenemos las autónomas, no descansé ni una vez recuperada del susto. Y claro, el cerebro se da cuenta, tú no duermes, te sientes culpable, infeliz, sientes que tienes un bebé precioso, pero que te sientes una mierda porque no lo puedes disfrutar.

Creo que es vital que demos más voz a la salud mental perinatal porque la madre tiene que estar en forma para poder satisfacer bien al recién nacido. Que las mujeres puedan acceder a ayuda psicológica sin tener que esperar a que sea demasiado tarde.

La baja por maternidad, escasa, una asignatura pendiente en España

Prácticamente, todo el colectivo profesional que se dedica a la salud mental perinatal está de acuerdo en que la baja maternal, hoy por hoy establecida en 16 semanas, es insuficiente para la madre, no digamos para el bebé. El problema es que aquí se choca con los intereses entre el empresario y la salud mental de esa díada que es mamá-bebé. “La conciliación laboral es más fácil en posiciones más flexibles y autónomas”, explica María Jesús Sánchez, jefa de operaciones de Sales Hunters y muy acostumbrada a trabajar con mujeres.

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