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Cómo ayudar a los niños a entender el sarcasmo

A partir de los 4 años los menores pueden identificar esta figura retórica, pero solo en situaciones familiares. Usar el tono y el contexto adecuados a su edad y explicarles la intención del mensaje les ayudará a aprender sobre la ironía y a aplicarla en sus conversaciones

Los niños aprenden a interpretar la ironía durante su madurez, ayudados por la interacción con sus iguales, con los adultos o a través de la observación.
Los niños aprenden a interpretar la ironía durante su madurez, ayudados por la interacción con sus iguales, con los adultos o a través de la observación.Image Source (Getty Images/Image Source)

Durante las reuniones de adultos en las que están presentes niños suelen vivirse situaciones en las que una broma provoca carcajadas entre los mayores a la vez que causa desconcierto entre los pequeños. Caras de confusión que observan la escena sin comprender que en la conversación se ha utilizado la ironía, una figura que con la madurez irán incorporando también en sus conversaciones. En edades tempranas los menores no entienden las frases que se pronuncian de manera sarcástica debido a que su desarrollo cognitivo y lingüístico aún está en proceso. “Interpretan el lenguaje de manera literal y no poseen la capacidad de leer entre líneas o captar el doble sentido de las palabras”, explica José Tamayo, psicólogo de Activa Psicología. Tamayo añade que la comprensión de la ironía requiere una habilidad para reconocer intenciones del interlocutor, que aún está en proceso de maduración en los primeros años de vida.

De hecho, entender el sarcasmo puede resultar complejo hasta para los adultos. “Son usos del lenguaje que van más allá de lo literal, tenemos que adivinar lo que se quiere transmitir, interpretar adecuadamente una serie de pistas, tanto verbales como no verbales: la entonación, la expresión facial… para comprender el mensaje”, describe Analía Barbón Gutiérrez, coordinadora académica de la Mención en Audición y Lenguaje, especialización para el Grado de Maestro de Educación Primaria de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

Los niños aprenden a interpretar esas señales durante su madurez, ayudados por la interacción con sus iguales, con los adultos o a través de la observación. En este proceso de aprendizaje lo normal es que se produzcan malentendidos, interpretando de forma literal lo que en realidad es sarcasmo. “Por ejemplo, cuando somos adultos, si alguien nos dice: ‘Da igual, no importa’, con expresión seria, lo más probable es que sí ocurra algo y esté molesto. Sin embargo, para los niños prima la interpretación literal de las palabras, así que lo más probable es que piensen que no pasa nada y que el interlocutor no está enfadado”, sostiene Barbón.

A partir de los 4 años, los menores pueden identificar la ironía, pero solo en situaciones familiares. “Esto se debe a que el aprendizaje de las claves verbales y no verbales que facilita la comprensión se produce gracias a la interacción. Fuera de este entorno, las pistas no les resultan tan claras, y, por eso, siguen cometiendo errores”, apunta Barbón. Esta experta considera que los niños están capacitados para comprender estas figuras retóricas entre los 8 y 9 años.

A partir de los 8 o 9 años es cuando los menores están capacitados para comprender el sarcasmo y la ironía,
A partir de los 8 o 9 años es cuando los menores están capacitados para comprender el sarcasmo y la ironía,StockPlanets (Getty Images)

Para el doctor Miguel Ángel Calero, psiquiatra infantil en Mente a Mente, el lenguaje es crucial para entender el contenido que se esconde detrás de la utilización de la ironía o el sarcasmo, aunque, asegura, es mucho más importante el lenguaje no verbal: ”Una de las principales señales para la ironía, la mentira y la broma es la incongruencia entre el contenido de las palabras, el tono y ritmo con el que se dicen, y todo el abanico no verbal y de gestos que acompañan a una declaración, ya sea bien o mal intencionada”.

Tamayo explica que para entender el sarcasmo son necesarias habilidades cognitivas que permiten inferir las intenciones y emociones de los demás, y la capacidad de entender el contexto en el que se producen los comentarios: “La interacción en la familia tiene un papel fundamental en el desarrollo de las habilidades lingüísticas que van a permitir a los niños comprender la ironía”. Barbón, por su parte, enumera algunas estrategias que pueden resultar útiles para ayudarles en ese aprendizaje:

  1. Usar de forma apropiada el sarcasmo: el tono y el contexto deben ser adecuados a la edad del niño, así como a su nivel de comprensión. Es decir, se debe adaptar el mensaje sarcástico o irónico a la edad y capacidad del niño.
  2. Explicar el mensaje una vez emitido. Es muy útil explicarles a los niños el mensaje real que se intentaba transmitir. Esto les ayudará a aprender a descifrar las pistas que les permitirán detectar el sarcasmo o la ironía en futuras conversaciones.
  3. Modelado: se debe introducir el sarcasmo y la ironía en las conversaciones cotidianas, insistiendo en su faceta humorística y evitando utilizarlos para transmitir mensajes hirientes hacia los niños u otras personas.
  4. Uso de situaciones cotidianas: se pueden encontrarnos mensajes irónicos o sarcásticos en películas, series, libros. Es un momento ideal para ayudar a los niños a identificar estas situaciones y darles señales para que las interpreten adecuadamente. De esta manera, se les ayuda a afianzar su comprensión del lenguaje no literal.

Otro de los elementos que se pueden utilizar con los niños para que aprendan a distinguir cuándo el contenido es un sarcasmo, es recurrir a la teatralización. “Es decir, exageramos los hechos no verbales para que puedan identificarlo, como, por ejemplo, una sonrisa descarada mientras decimos algo serio, quedarnos quietos, serios y con voz de robot al decir algo divertido, y explicárselo después”, argumenta Calero.

También, resulta útil explicar el significado detrás de los comentarios irónicos en términos simples y claros, y proporcionar ejemplos en contextos variados. Además, los padres pueden utilizar juegos de palabras, juegos de roles y narrativas que incluyan ironía, que ayuden a los niños a practicar y reconocer estas figuras retóricas en un ambiente seguro y lúdico. Tamayo asegura que la repetición y la consistencia en estas prácticas pueden facilitar el desarrollo de los repertorios verbales que dan cuenta de estas formas sutiles de comunicación.

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