Niños incapaces e inseguros: las consecuencias de criar hijos dependientes
La sobreprotección, la acción de que padres y madres les cuiden de manera exagerada, no permite que los menores desarrollen la confianza en sí mismos, su autoestima, así como tampoco su autonomía, independencia y asertividad
Todos nacemos dependientes. Una relación de dependencia comienza y se alimenta de un ciclo de necesidad donde una de las partes, el hijo, necesita de la otra, sus padres, para salir adelante y sobrevivir. Pero no siempre funciona en ambos sentidos y puede que alguno de los progenitores también quiera o desee que lo necesiten: ¿es esta la causa de una dependencia poco saludable? “La dependencia de los hijos hacia sus padres es algo natural y evolutivo, dado que los humanos nacemos siendo completamente dependientes”, explica Joan Rullan Pou, psicólogo de Activital Psicólogos. Además, agrega que para un correcto desarrollo psicológico se necesita no solamente cubrir las necesidades biológicas básicas, sino también crear vínculos seguros que se construyen a través del cuidado y la atención a las necesidades emocionales de los más pequeños.
El psicoanalista inglés John Bowlby formuló la teoría del apego para explicar el vínculo emocional que se genera entre el bebé y sus progenitores. Este autor defendía que el estilo de apego comienza a formarse durante la infancia, pero que dicha formación continua toda la vida. Entonces, si se puede alargar en teoría para siempre, ¿dónde están los límites? ¿Cómo se cría un niño dependiente y qué se puede hacer para corregirlo?
“Esta dependencia puede volverse problemática en el momento en que el niño o niña no puede actuar y desenvolverse en situaciones que se suponen acordes a su edad. Dentro de esto, es importante recalcar que los tiempos a la hora de alcanzar hitos en la infancia —como son comer, hablar o andar, entre otros— son orientativos y debemos tomarlos de manera flexible”, retoma Rullan.
Este psicólogo añade que el problema viene cuando los padres no promueven un contexto de exploración y oportunidades para que el niño se desenvuelva por su cuenta conforme va creciendo: “Entre otros motivos, puede darse el caso por el temor a que su hijo pueda sufrir, a que este desarrollo de la independencia les separe o porque los padres no han estado presentes dando seguridad para la exploración en un principio y ahora el niño se muestra ansioso y poco seguro”.
Sobreprotección y desprotección
A muchos niños les gusta sentir que sus padres siempre están y estarán ahí para ellos, para atenderles, cuidarles, darles cariño y protegerles. Andrés Quinteros, psicólogo experto en el Centro de Psicología y Formación CEPSIM de Madrid, opina que la sobreprotección es una de las causas que más dependencia provoca en los niños. Para él, los puntos contrapuestos tanto de sobreprotección como desprotección pueden generar hijos dependientes. Aunque los motivos y las causas sean muy diferentes, el resultado es el mismo: “En el caso de la sobreprotección, al proteger de manera exagerada a un niño, no le permitimos desarrollar la confianza en sí mismo ni la autoestima, así como tampoco desarrollar su autonomía, independencia y asertividad. Pueden crecer sintiéndose que no son capaces y que necesitan permanentemente de los otros para sentirse bien”.
Por otro lado, en el punto más contrapuesto está la desprotección. En este caso, no atender a un hijo en condiciones genera que el niño entre en bucle buscando una atención y un cariño que, en realidad, no existen. “En este caso hablamos de los padres negligentes y maltratadores, los niños tienden a autoculparse de ser maltratados o de que no se les preste atención, por lo que se obsesionan buscando el amor de los padres que no llega”, apunta Quinteros.
Para Mª José Pérez Fernández-Manchón, psicóloga en Despertares Psicólogos, cuando los padres son los que inician el comportamiento dependiente, se observa que ellos desplazan sus propios deseos a sus hijos, como una forma de vivir o existir tal y como quieren a través del desarrollo de sus hijos: “Si esto ocurre, los padres intentarán que los hijos les necesiten todo lo posible, evitando una crianza que promueva la autonomía de los niños, estableciendo pautas de sobreprotección sin importar la edad que tengan, pudiendo ver los intentos de independencia de los hijos como un daño”.
“Es importante entender que aceptar a nuestros hijos como seres independientes implica aceptar que puedan pensar, sentir, querer… Más allá de lo que a nosotros nos gustaría o compartimos”, sostiene Rullan, para quien reconocer su individualidad y darles espacio para que sientan y expresen sus opiniones, emociones, y tomas de decisiones acordes a su edad es una buena base para educar hijos con una relación de dependencia/independencia saludable: “Son muchas las cosas que activan el miedo en los padres, pero ese miedo estará en el camino de ayudar a sus hijos a desarrollarse como personas capaces y seguras de sí mismas”.
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