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Niños altamente sensibles: características y consejos para padres

Úrsula Perona, psicóloga infantil, publica ‘NAS: Niños Altamente SENSIBLES’, un libro que pretende ser una guía para que los progenitores puedan acompañar a sus hijos con este rasgo de personalidad en su desarrollo

Un niño solo en un columpio.
Un niño solo en un columpio.Johnny Co
Carolina García

La alta sensibilidad es un rasgo de la personalidad que comparte en torno al 15% de la población, y que se hace visible en los primeros años de vida. Los niños altamente sensibles (NAS) se caracterizan por ser muy reactivos a estímulos sensoriales, son empáticos y analíticos. “Efectivamente, la alta sensibilidad es un rasgo de personalidad que hace a estos pequeños más receptivos a todo lo que les rodea, que les hace más conscientes de todo lo que ocurre a su alrededor”, explica por teléfono Úrsula Perona, psicóloga infantil, madre de tres niños y autora de NAS: Niños Altamente SENSIBLES (ed. Toromítico).Debido a esa agudeza sensorial que tienen”, prosigue, “los padres observan que son pequeños muy reactivos, que se perturban con facilidad y que son llamados muchas veces maniáticos y quisquillosos. Pero todo esto no es debido a un capricho, sino precisamente a esa sensibilidad tan especial que tienen para todos los sentidos”.

Según explica la experta, los estudios de neuroimagen demuestran que estos menores tienen mejor desarrolladas áreas más relacionadas con la empatía y con el procesamiento profundo de la información: “Son niños muy analíticos y muy observadores; perciben todo con agudeza. Tienen mayor cantidad de neuronas espejo, y también se ha detectado que los niveles de serotonina y dopamina, que regulan el estado de ánimo, están más desarrolladas”, añade. Por lo que hay un correlato biológico, según explica: “La ciencia nos permite observar que su desarrollo cerebral es distinto”. Con ella resolvemos más dudas sobre los NAS.

PREGUNTA. ¿Cómo puedo saber que mi hijo es altamente sensible?

RESPUESTA. En el libro se incluye un cuestionario con una serie de características que nos pueden ayudar a identificar la alta sensibilidad. Al final, esto ni es una patología ni es un trastorno. Sin embargo, saber cuál es el origen de estos comportamientos del niño nos puede ayudar a hacer atribuciones adecuadas, y no erróneas, sobre por qué se está comportamiento de una manera y poder acompañarle en la crianza como necesita. En resumen, hay que conocer bien al niño y saber de dónde vienen esos comportamientos: de ansiedad, de miedo, y entender que es un peque muy reactivo, que se sobreestimula con facilidad…

P. ¿La alta sensibilidad es para siempre?

R. Sí, la personalidad no cambia, sino que evoluciona. Viene determinada genéticamente, nosotros nacemos con unos rasgos básicos. Por ejemplo, una persona muy tímida, muy introvertida, con la edad y trabajándoselo mucho, podrá socializar con normalidad; pero nunca va a ir al otro extremo y se va a convertir en la persona más extrovertida.

P. ¿Cuáles son los rasgos de los niños NAS?

R. Estos niños no son para nada hiperactivos. Son pequeños tímidos e introvertidos [un 70% de ellos], por lo que van a necesitar mucho tiempo a solas, de tranquilidad, para pensar y jugar en solitario. Son niños temerosos, con una alta dependencia de los padres.

Úrsula Perona, psicóloga infantil, madre de tres niños y autora de 'NAS: Niños Altamente SENSIBLES'.
Úrsula Perona, psicóloga infantil, madre de tres niños y autora de 'NAS: Niños Altamente SENSIBLES'.

P. ¿Cómo reaccionan los padres frente a la alta sensibilidad?

R. Lo primero es que los padres tienen que conocer qué es la alta sensibilidad, y eso da mucha tranquilidad. Empiezan a entender todas esas conductas que no comprendían, que eran confusas para el entorno. Generalmente, los progenitores se adaptan muy bien a las necesidades de sus hijos, pero el entorno suele ser más crítico: “Es que le tienes mimado, le permites todo…”. Entonces, cuando ellos entienden cuál es el origen, empiezan a sentirse mejor, a comprender bien por qué su hijo está exhibiendo ciertos comportamientos y a saber cómo guiarle. No se trata de sobreproteger, o que la alta sensibilidad justifique todo; se trata de saber cómo acompañarle para que eso no entorpezca su desarrollo.

La alta sensibilidad tiene su lado negativo: su hipersensibilidad les puede llevar a la tristeza, a la ansiedad, a la depresión… Todo lo viven con mucha intensidad, pero también lo positivo, sienten con más intensidad la felicidad, la calma… cualidades muy buenas que, cuando son adultos, se perciben como personas con más humanidad, con capacidad de liderazgo y con una inteligencia emocional muy desarrollada.

P. ¿Cómo le afecta a un niño que sus padres sean también altamente sensibles? O al contrario, que no lo sean.

R. Yo conozco padres que han descubierto que son altamente sensibles a través de sus hijos. Pero en el libro, más allá de todo esto, lo que he querido hacer es explicar qué implicaciones tiene para el niño que sus padres sean sensibles o no. No es lo mismo criar a un niño siendo tú una persona sensible, que lógicamente le vas a comprender mejor. ¿Qué pasa con las personas que no han sido criadas de esta manera? Puedes que han crecido en un entorno hostil, con mucha incomprensión, muy juzgados. Esto se ve sobre todo en los varones, porque antes, y todavía hoy, la sensibilidad se considera una debilidad. Muchos niños NAS, sobre todo los chicos, se encuentran muchas veces con eso: se les tacha de mariquitas, de débiles o de ser flojos. Entonces, en esta situación, que tu madre o padre sean sensibles o no lo sean, va a acompañarte en una dirección u otra.

Por otro lado, si los padres son muy muy sensibles (vamos, que se pasan), se produce un proceso neurótico en la familia en la que se le da mucha importancia a todo, se vuelve todo muy intenso. Son padres que se angustian con facilidad, que lo viven todo con mucho drama, y entonces contagian al pequeño todas estas emociones. Por eso las pautas y las orientaciones son importantes. Porque trabajas tu parte, y eso impacta en el niño.

P. ¿La alta sensibilidad es perceptible en los bebés?

R. A los bebés con alta sensibilidad, todo les desborda con mucha facilidad: los ruidos, los olores, las personas nuevas. Es una etapa en la que son especialmente vulnerables y en la que los padres se ven superados. Se encuentran con un bebé que llora por todo, que no se quiere separar de las faldas de mamá o papá… y no saben qué le pasa.

P. ¿Cómo es la vida de los niños NAS en la escuela?

R. En primer lugar, los niños NAS tienen una madurez que les hacen contemplar las cosas con más profundidad que otros niños de su edad: tienen dudas existenciales; preocupaciones sobre la muerte o la religión; tendencia a la ansiedad... Por eso, en lo social a veces no conectan con sus iguales, porque no tienen sus mismos intereses. También suelen ser poco comprendidos por el entorno escolar, a menudo porque los profesores, que con frecuencia tienen muchos niños en el aula, pueden verse desbordados y que les cueste entender que tengan unas necesidades distintas a las de los otros. Yo siempre recomiendo, por ejemplo, que estos niños tengan un tiempo de desconexión, que sean delegados de clase o encargados de limpiar la pizarra, para que puedan tener sus momentos de salir del aula.

P. ¿La alta sensibilidad está ligada a la inteligencia?

R. No está ligada a la inteligencia definida como cociente intelectual, pero sí que existe un procesamiento más analítico y profundo de la información. Por ejemplo, el mecanismo de un niño normal, a la hora de tomar decisiones sobre si hacer algo o no, es “si hago algo y está bien, lo sigo haciendo; y si está mal, intento cambiarlo”. Sin embargo, el niño NAS lo que hace es todo lo contrario, rumia, rumia y valora todas las opciones, analizan todo y luego actúan.

Portada de 'NAS: Niños Altamente SENSIBLES' de Úrsula Perona.
Portada de 'NAS: Niños Altamente SENSIBLES' de Úrsula Perona.

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Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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