Cómo los teléfonos móviles secuestran la atención de los hijos
La sola presencia del ‘smartphone’ en el salón o un aula, sin que sea utilizado, distrae a niños, adolescentes y adultos de la tarea que estén llevando a cabo


La gran mayoría de niños mayores de 10 años en los países occidentales disponen de un teléfono móvil que les permite acceder a internet en todo momento y en cualquier lugar. Es normal que, con la gran cantidad de notificaciones que recibimos en nuestros smartphones, nuestra atención se vea resentida. Según el informe del Instituto Psicológico Desconecta: el uso del teléfono móvil, elaborado con población española en 2015 y publicado en 2018, un 31% de los varones entre 15 y 17 años afirmó tocar su dispositivo entre 200 y 300 veces al día, lo que suponía entrar en sus móviles cada siete minutos. Por otro lado, los resultados de las mujeres en la misma franja de edad fueron más desalentadores aún: el 50% afirmó manipular su teléfono móvil unas 275 veces al día, o lo que es lo mismo, cada cinco minutos. Otra investigación, elaborada por Ikea en 2023 y titulada ¿Estamos hiperconectados?, concluía que una de cada tres personas mira el móvil más de 100 veces al día. Con estos datos, ¿cómo no van a afectar los smartphones a nuestra atención?
Los teléfonos móviles son uno de los enemigos que tienen nuestros hijos en su día a día. La sola presencia del teléfono en el bolsillo o en la mochila es motivo suficiente para que les distraiga. Estamos expuestos a una estimulación desmesurada que nos llega gracias a la programación de complejos algoritmos. Las personas que diseñan estos dispositivos y las diferentes aplicaciones que habitan en ellos tienen el objetivo de sacarnos del aula, del paseo que estamos dando por la naturaleza y de la conversación que estamos manteniendo con nuestra pareja para que nos centremos en el smartphone. Y he de reconocer que son muy efectivos en su trabajo. Consiguen lo que se proponen.
Si las vidas de nuestros hijos giran alrededor de los teléfonos móviles, videojuegos y redes sociales es muy probable que su desarrollo cerebral se vea afectado. En concreto, la corteza prefrontal —lugar donde se asientan las funciones ejecutivas como la concentración, el control de la impulsividad y la gestión emocional— no se va a desarrollar de una manera adecuada y esto tendrá una serie de repercusiones.
Si encima los niños y adolescentes consultan el teléfono móvil a horas inadecuadas, como sucede cuando nos llevamos el dispositivo tecnológico a nuestra habitación cuando es la hora de dormir, entonces tenemos un serio problema: la luz azul que emiten las pantallas da la falsa información a nuestro cerebro de que es de día y que hay que activarse. Por este motivo, no descansamos y al día siguiente no hay quien dé pie con bola en el instituto o en el trabajo. Todos conocemos esta sensación, ¿verdad?

Pero es que los smartphones no solo afectan a la cantidad y calidad del sueño, sino también al aprendizaje del menor y sus relaciones sociales. En un estudio llevado a cabo por los psicólogos Andrew Przybylski y Netta Weinstein de la Universidad de Essex en 2013, se comprobó que, cuando dos personas mantienen una conversación y una de ellas saca el teléfono móvil de su bolsillo para consultarlo la calidad y la intimidad de la charla se ve afectada de manera negativa.
Si nos centramos en el ámbito escolar, también se ha visto que la sola presencia de un teléfono móvil encima de una mesa del aula distrae a los alumnos, sin necesidad de que se escuchen notificaciones o alguien lo esté utilizando. Ojo, la sola presencia del teléfono móvil nos distrae.
En un estudio llevado a cabo por el profesor estadounidense Adrian F Ward y su equipo de investigación en 2017 en el ámbito universitario, se dividió a los participantes en tres grupos con instrucciones diferentes. A los del primer grupo se les dijo que debían dejar su teléfono móvil fuera del laboratorio. A los integrantes del segundo, que debían entrar con el teléfono móvil, pero sin sacarlo del bolsillo. Y a los del tercero les dijeron que debían dejarlo encima de la mesa junto a ellos. Posteriormente, a todos los voluntarios de los tres grupos les propusieron unas tareas sobre inteligencia, memoria y problemas matemáticos que debían completar. ¿Qué grupo creéis que obtuvo mejores resultados en estas pruebas? Evidentemente, los del primero.
Con todo esto, vemos que no solo la interacción con dispositivos tecnológicos puede llegar a ser perjudicial para los niños, adolescentes y jóvenes, sino que la sola presencia del dispositivo, sin que sea utilizado, fragmenta nuestra atención y nos distrae de la tarea que estemos llevando a cabo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
