Helena Eyimi, matrona: “En España, 6 de cada 10 mujeres afirman haber sufrido violencia obstétrica; no podemos ignorarlo”
La experta trabaja para organismos como la ONU e imparte formación a profesionales alrededor del mundo con el firme propósito de mejorar la calidad de la atención al parto
Aunque su nombre real es Helena López Paredes, todo el mundo la conoce como Helena Eyimi (Madrid, 49 años). Ella es el vivo ejemplo de que la maternidad puede marcar un antes y un después. Una auténtica transformación. Una revolución. A raíz de haber sufrido violencia obstétrica en el parto y nacimiento de su primera hija, Helena pensó que ninguna mujer merecía ese trato. Así que se propuso cambiar el sistema desde dentro: tras el nacimiento de su segunda hija comenzó un firme activismo con organizaciones como El Parto es Nuestro o el Observatorio de Salud de las Mujeres para reclamar mejores prácticas en la atención materna. Dejó su trabajo como tripulante auxiliar con British Airways y comenzó sus estudios de enfermería para ser matrona en el Reino Unido.
No solo logró sacarlos adelante junto a la crianza de sus hijas, sino que, en la actualidad, además de dirigir Helena Eyimi Ltd —una empresa de formación para modernizar las prácticas clínicas en obstetricia—, y de impartir conferencias alrededor del mundo sobre matronería, trabaja para la Organización de Naciones Unidas (ONU) en el diseño y la implementación de programas de formación continua para profesionales de la salud. Una formación crucial porque, según cuenta a EL PAÍS, “el moderno avance en tecnología e instalaciones no se corresponde con una atención respetuosa y humanizada”. Ahí es donde, dice, aún queda mucho camino por recorrer.
PREGUNTA: Cambió de profesión para que otras mujeres no sufrieran la violencia obstétrica que sufrió en su parto. ¿Es usted un Caballo de Troya?
RESPUESTA. Es una buena forma de decirlo… (risas). Así fue: a raíz del traumático nacimiento de mi primera hija, pensé que había que cambiar el sistema y que eso solo podía hacerse desde dentro. En aquel momento no podía creer lo que estaba viviendo; era como una pesadilla y, al mismo tiempo, lo que tanto había esperado: convertirme en madre. Cuando ingresé en el hospital, la matrona que me atendió leyó mi plan de parto y empezó a tratarme de muy malas formas. Continuó regañándome y amenazándome hasta que, cuando nació mi hija, me di el alta voluntaria. Para mi segunda hija, opté por un parto en casa con una matrona experta en parto domiciliario. No quería arriesgarme de nuevo; tenía un miedo terrible de regresar al hospital y pasar por lo mismo. Fue desde ese momento, inmersa en la crianza de dos hijas pequeñas, que empecé a formarme como matrona.
P. ¿Qué le genera el término violencia obstétrica?
R. Me genera una enorme tristeza y frustración ver que muchas mujeres siguen sufriendo lo mismo que yo experimenté en el nacimiento de mi primera hija. Es vergonzoso. Un ejemplo común de falta de respeto en muchos hospitales es obligar a una mujer en trabajo de parto que está en el agua a salir justo antes del expulsivo, lo cual va en contra de la evidencia científica y demuestra una falta de actualización del equipo obstétrico. También es habitual que no se pida permiso para tocar el cuerpo de la mujer, ya sea ayudando en la lactancia, palpando el abdomen o haciendo un tacto vaginal, asumiendo que ella será obediente. Además, las mujeres experimentan violencia no solo cuando no se les pide opinión, sino también cuando se les trata de forma despectiva, como no presentándose o suponiendo que los estudiantes tienen derecho a participar en las intervenciones solo por estar en un hospital universitario. Manipular la decisión de una mujer durante el parto puede ser muy sutil, insinuando que no cuenta y que debe acatar las indicaciones del profesional por el bien de su bebé.
P. ¿Por qué cree que es importante formar a los profesionales sanitarios para la prevención de la violencia obstétrica?
R. La formación continuada para profesionales sanitarios debe ser obligatoria y regulada por las instituciones gubernamentales. En España, 6 de cada 10 mujeres afirman haber sufrido violencia obstétrica; no podemos ignorarlo, hay que escuchar a las mujeres y tomar medidas. Continuar estudiando es fundamental para la prevención, ya que los últimos estudios indican que España tiene un grave problema con la salud pública y el respeto a los derechos humanos en relación con la violencia obstétrica. Los equipos que atienden partos deben estar en contacto directo con organizaciones como el Observatorio de Violencia Obstétrica o El Parto es Nuestro y trabajar de manera conjunta.
P. El acompañamiento y la atención al parto en entornos hospitalarios a menudo depende del equipo que te toque. ¿Vamos avanzando para lograr que todas las mujeres puedan disponer de una atención de calidad?
R. Muchas matronas en paritorios se sienten divididas entre la lealtad al hospital donde trabajan y la lealtad a las necesidades individuales de la mujer. La atención de calidad no debería depender de la “buena voluntad” de la matrona, sino ser impuesta por un liderazgo obstétrico que dé ejemplo de buenas prácticas y que esté al servicio de la mujer, utilizando evidencia científica y no técnicas obsoletas. Otra forma de lograr el cambio es cuando las mujeres se atreven a denunciar legalmente. Las mujeres están pasando de contar su experiencia entre amigas y familiares a exponerlo públicamente en redes sociales o en asociaciones como El Parto es Nuestro, usando más recursos a su alcance para pedir ayuda.
P. ¿Qué es lo más sorprendente que se ha encontrado en sus formaciones en hospitales?
R. Me sorprende que haya equipos de matronas que quieren implantar cambios, pero no reciben apoyo por parte de la gerencia. Recuerdo a una supervisora de una maternidad de las más innovadoras queriendo implementar la analgesia de óxido nitroso y encontró tantas barreras con excusas sin fundamento que finalmente desistió en su empeño, reduciendo así las opciones de analgesia durante el parto a las mujeres. Creo que el moderno avance en tecnología e instalaciones no se corresponde con una atención respetuosa y humanizada; ahí es donde aún queda mucho camino.
P. En España las mujeres únicamente disponen de una posibilidad: el parto hospitalario. Usted trabaja en el Reino Unido, donde disponen de un abanico de posibilidades para la atención y acompañamiento de este proceso. ¿Qué puede elegir una mujer allí?
R. En Inglaterra la decisión de la mujer está por encima de la recomendación de la matrona o del obstetra y no se puede hacer nada sin recibir su consentimiento informado. Mientras el bebé siga en el útero materno, es decisión de la madre elegir donde quiere parir. Ella puede decidir parir sola y sin asistencia, parir en una unidad de partos liderada por matronas, parir en su propia casa o en una unidad obstétrica. A veces la madre solicita una atención que está fuera del protocolo hospitalario, como puede ser un parto domiciliario después de la cesárea. En este caso se le explican cuidadosamente los riesgos y beneficios, atendiendo a sus dudas y apoyándola en su decisión final.
P. ¿España está muy lejos de esto?
R. Es importante destacar que Inglaterra tiene una historia de sufragistas desde 1890, trabajando codo a codo con el Royal College of Midwives (asociación nacional de matronas) para establecer los derechos de las mujeres a decidir por sí mismas. En cambio, en la España franquista, la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer enseñaba a ser sumisa y buena esposa hasta finales de la década de 1970. El panorama cultural, político y social era muy distinto. Aun así, como dice una buena amiga, “te has metido con la generación equivocada”. Hoy en día, internet ha revolucionado completamente nuestras vidas. Hay mucha información, y las chicas jóvenes y las mujeres saben mejor lo que quieren. Tienen más oportunidades y recursos que antes para decidir qué hacer con su cuerpo.
P. Muchas matronas denuncian desde hace años la falta de relevo generacional y los cada vez menos recursos. ¿Qué opina de esto?
R. Opino que los números son los que son y es una realidad: la profesión de matronería está en peligro de extinción. La matrona en la atención primaria es mínima o inexistente en algunas comunidades autónomas. El cuidado en el embarazo y posparto no se está ofreciendo y es vital contratar a más matronas. Hoy por hoy las asociaciones de matronas están protestando en la calle, reclamando unos servicios de atención sanitaria de calidad para las mujeres. Esto dice mucho del interés político en la salud de las mujeres.
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