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Por qué para mejorar el entorno de nacimiento y la lactancia es necesario conocer qué opinan las madres

En la investigación ‘La voz de las madres’, iniciada en 2023 y aun en marcha, ya han participado 11.500 mujeres. El objetivo de sus autores es comprender las necesidades y los desafíos a los que se enfrentan cuando tienen un hijo y lo que pasa después

Por qué para mejorar el entorno de nacimiento y la lactancia es necesario conocer qué opinan las madres
"Sin el conocimiento obtenido de las madres no podemos reducir la brecha entre la evidencia científica y la práctica hospitalaria real", asegura Antonio Oliver Roig, líder del proyecto MC-IHAN.Milo Zanecchia/ Ascent Xmedia (Ascent Xmedia/ Getty Images)

Cuando María Rendo tuvo a su primer hijo en 2007, en un hospital privado de Murcia, se llevaron al pequeño al nido la primera noche para, según le dijeron, tenerlo en observación. No había ocurrido nada durante el parto que justificase esa decisión. “Nadie me decía cómo estaba mi bebé, solo me decían que durmiera. Le dieron biberones sin mi consentimiento y me lo devolvieron al día siguiente sin más. Fue una separación dolorosa y absurda porque mi bebé estaba sano”, cuenta Rendo a través de WhatsApp. Para mejorar la atención al parto, al posparto inmediato y a la lactancia es fundamental saber cómo valoran las mujeres la atención recibida. Esto es lo que llevó a un grupo de profesionales a iniciar una investigación en 2023 que recogiera las experiencias de las madres y de los profesionales que las atienden.

Liderada por el matrón e investigador Antonio Oliver Roig, el proyecto MC-IHAN, al que han llamado La voz de las madres, se coordina desde la Universidad de Alicante junto a la asociación IHAN (Iniciativa para la Humanización de la Asistencia al Nacimiento y la Lactancia) y el Ministerio de Sanidad, en colaboración con la asociación HQTQ (Hasta que Tú Quieras). “Sabemos que sin el conocimiento obtenido de las madres no podemos reducir la brecha entre la evidencia científica y la práctica hospitalaria real”, afirma Oliver. Esa brecha está muy relacionada con la cultura de atención del hospital que, según el experto, debe tener un enfoque más centrado en las necesidades de las madres y sus bebés. “Se debe dejar de hacer cosas innecesarias que pueden dificultar la lactancia o empeorar la experiencia del nacimiento y ofrecer apoyo cuando se necesita”, dice, aunque añade que cambiar la forma de atender es difícil y requiere tiempo y el trabajo de muchas personas.

La IHAN fue establecida por la OMS y UNICEF en 1991 para mejorar la salud de madres y bebés, modificando rutinas asistenciales perjudiciales y promoviendo la implementación de buenas prácticas en hospitales. La acreditación como hospital IHAN indica, en principio, la calidad obstétrico-neonatal del centro. Sin embargo, la falta de datos sobre la experiencia de las madres obstaculiza la evaluación real de dichas prácticas. Salomé Laredo, presidenta de IHAN, explica que no vale con que un profesional cumpla unos requisitos y lo haga de la mejor manera posible, sino que hay que dar un paso más: “Hay que saber si esos esfuerzos profesionales ayudan realmente a las madres y a sus hijos, y para ello se necesita la opinión de ellas, que es la que realmente tiene validez por su sinceridad”.

Aunque el proyecto está en curso, se han publicado ya algunos resultados preliminares, como los relacionados con el primer contacto piel con piel entre madre-bebé, en partos sin complicación, según los cuales menos del 50% de las participantes ha experimentado un contacto piel con piel óptimo con sus hijos tras el parto. En cuanto al inicio de la lactancia materna, solo la mitad de ellas sintió que los profesionales sanitarios las habían animado a dar el pecho y recibieron ayuda durante la primera hora. Sobre la satisfacción materna con el cuidado global recibido, los datos dependen de la región: según la información obtenida hasta el momento, las madres en las islas Baleares, la Comunidad Valenciana y Navarra muestran una mayor satisfacción.

Oliver apunta que también han observado, según los datos de MC-IHAN, que las puntuaciones maternas sobre la calidad de la atención son notablemente superiores en los hospitales IHAN o en trámites de conseguir la acreditación. “Las madres atendidas en hospitales IHAN reportan experiencias más positivas de apoyo profesional a la lactancia, con mejoras significativas en aspectos como el tiempo dedicado a la madre, el apoyo oportuno, la confianza en el apoyo disponible, la accesibilidad a los profesionales, el trato respetuoso y la empatía”, explica el investigador.

Según los datos preliminares del proyecto MC-IHAN, menos del 50% de las mujeres participantes ha experimentado un contacto piel con piel óptimo con sus hijos tras el parto.
Según los datos preliminares del proyecto MC-IHAN, menos del 50% de las mujeres participantes ha experimentado un contacto piel con piel óptimo con sus hijos tras el parto.Mike Kemp (Tetra Images/ Getty Images)

La intención del grupo de investigación es que el proyecto continúe indefinidamente, para poder aportar estos datos “a tiempo real” a profesionales y madres implicados en mejorar la atención al nacimiento —los que quieran participar solo necesitan rellenar el cuestionario que se encuentra en la web del proyecto—.

Más allá de mejorar las prácticas

Laura Alonso tiene dos hijos. La experiencia de parto de su primera hija en 2012 la describe como desagradable, con falta de información, trato poco amable, intervenciones sin consentimiento y sensación de desatención. En contraste, el de su segundo hijo, tres años después, en otro hospital, fue muy positivo: recibió una atención amable, información detallada, respetaron sus deseos y disfrutó de un ambiente tranquilo. “Literalmente tuve un parto en el infierno y otro en el paraíso”, cuenta.

En la investigación han participado ya 11.500 madres, pero, según Antonio Oliver Roig, más que saber cuántas hacen qué, su objetivo es comprender las necesidades y desafíos a los que se enfrentan. “Mejorar el entorno de nacimiento y la lactancia va más allá de solo aplicar prácticas basadas en evidencia científica; también implica promover un cuidado que realmente atienda las necesidades de las madres y sus bebés”, señala. Es decir, la participación activa de las madres ayuda a identificar lo que realmente importa, evaluar cómo están las cosas y buscar soluciones. “Nuestro proyecto parte de la idea de que para ajustar adecuadamente los servicios profesionales a lo que realmente necesitan madres y bebés debemos preguntarles qué consideran importante, más allá de la seguridad y evitar complicaciones. Las madres nos aportan información crucial sobre la calidad del cuidado que reciben, información que, muchas veces, no está registrada”.

“No se trata solo de lo que los profesionales hacen, sino de cómo lo hacen”, señala Oliver. Por ejemplo, deben informar sobre la lactancia y, además, esa información debe ser efectivamente útil para las que amamantan. Pero no es suficiente ofrecer información sobre alimentación infantil, sino que, según el experto, esa información debe adaptarse a lo que la mujer necesita e incluir las dificultades que puede encontrar y la forma de resolverlas. Además, la madre debe sentirse respetada cuando decide lo que considera que es mejor para ella y su bebé. “En el proyecto MC-IHAN, las madres nos dan información, no solo de lo que se hace, sino de cómo se hace”.

La formación de los profesionales: un aspecto clave

Una enfermera ayuda a una mujer de parto.
Una enfermera ayuda a una mujer de parto.

Raquel Rosa Cid tiene dos hijas, de 7 y 3 años. De su primer parto, que fue a través de una inducción pactada sin epidural en la sanidad pública, tiene muy buen recuerdo: “Me sentí en sintonía con la matrona y la ginecóloga que me atendieron, fue un parto rápido y humano. Grité, lloré y me reí a partes iguales”. Ya en planta dice que sí encontró alguna enfermera desactualizada que, cuando su bebé lloraba, le ofrecía un biberón. Su segunda hija nació también tras una inducción pactada y, aunque también fue buena la experiencia, dice que el recuerdo lo empaña la primera matrona que la atendió: “Se empeñó en romper la bolsa y se saltó nuestra petición de donar las células madre del cordón umbilical”.

La calidad de la atención de los profesionales depende de muchos factores y, según el matrón Antonio Oliver Roig, la formación a todo el personal del hospital que interactúa con las madres es un aspecto clave. También señala que hay que considerar los recursos disponibles, los protocolos existentes o la organización del trabajo, pues eso hace que no se atienda igual en todos los lugares al nacimiento y la lactancia. “Hay muchas diferencias entre hospitales grandes y pequeños, de diferentes comunidades o los de gestión pública o privada”, indica. Incluso influyen las características de las madres, como el nivel de estudios o el nivel de ingresos. “Las madres con menos ingresos o estudios tienden a recibir un cuidado de peor calidad”, apunta el investigador.

Los resultados del estudio MC-IHAN que lidera Oliver no solo pueden ayudar a mejorar la formación de los profesionales de la salud sobre lo que necesitan las madres, sino que también son clave para revisar cómo están trabajando los hospitales y ayudarles a mejorar. Él pone como ejemplo que, si los datos muestran que ellas no reciben suficiente apoyo después del parto, los hospitales pueden usar esta información para crear guías sencillas que ayuden a los profesionales a ofrecer una mejor ayuda en esos momentos y a las madres a conocer los recursos que se creen. “Al analizar mucha información de diferentes lugares, los hospitales pueden ver cómo lo están haciendo en comparación con otros y buscar formas efectivas de mejorar. Este enfoque no solo mejora la formación y la práctica profesional, sino que también anima a las madres y las familias a participar más en evaluar y mejorar la atención que reciben, lo que mejora significativamente la calidad del cuidado durante el nacimiento y la lactancia”.

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