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Inteligencia emocional: estos son los beneficios para los niños

Con el desarrollo de esta habilidad, los menores pueden adquirir una vida saludable y mejorar su calidad de vida con el entorno, según los expertos

Unos niños juegan a tirar de la cuerda.
Unos niños juegan a tirar de la cuerda.Unsplash

La inteligencia emocional es la capacidad para supervisar los sentimientos y las emociones de uno mismo y de los demás, de discriminar entre ellos y de usar esta información para la orientación de la acción y el pensamiento propios, según definieron Salovey y Mayer en 1990). A través de la inteligencia emocional, se pueden extender habilidades mediante las cuales gestionar y controlar emociones de un modo óptimo. Y la infancia es un momento perfecto para aprenderla.

La psicología infantil ha evolucionado acorde a las necesidades actuales. El avance tecnológico, los nuevos modelos de organización social y económico o la globalización, refieren cambios en las áreas de abordaje de tratamientos en los seres humanos. Según María Andrea Quintero, psicóloga infantil, “las cifras hablan de incremento de los trastornos emocionales, problemas de autoestima, dificultades de aprendizaje y desde luego, mala gestión de las emociones de un modo significativo en niños y adolescentes”. La profesional apunta que estos datos podrían evitarse con acciones y medios útiles: “Los modelos de psicología infantil deben ir acordes a estas necesidades”.

La inteligencia emocional se conforma de la conciencia individual del sujeto y en relación con los demás; el control de los impulsos; la capacidad de autorregular las emociones y la de regular el estrés y la ansiedad. Desde la familia, como primer agente socializador, quien genera amor y soporte, debe aprenderse que los sentimientos de los niños van, por un lado, los cuales deben escucharse, validarse y respetarse; de otro lado, se sitúan las conductas. “Las emociones son tan importantes como respirar o alimentarnos, y por ello hemos de nutrirlas a diario sin practicar “ayunos” ni grandes “atracones””, explica Mauro Santos, educador social y director del centro NENOOS en Ourense y Lugo Sur, en Galicia.

Acciones que favorecen la inteligencia emocional

En el momento de equilibrar las emociones, primitivas e instintivas, se logra una relación perfecta y productiva con el mundo que nos rodea. Santos sostiene que son un sistema de alarma que se acciona cuando algo no está como lo conocimos y su labor es ahuyentar lo inadecuado: “Resulta necesario poder añadir inteligencia y educación a las emociones desde bien pequeños”. El experto en educación subraya que en la familia y, sin olvidar las características personales de cada niño, pueden ponerse en marcha un conjunto de acciones para favorecer su inteligencia emocional:

  1. Generar entornos de seguridad, amor y confianza desde el nacimiento para que el niño se valga por sí mismo.
  2. Favorecer la comunicación, expresión, oral y razonamiento mediante conversaciones cotidianas, juegos, cuentos, canciones, preguntando... Esto facilitará la comunicación y el sentimiento de escucha, clave para la expresión de las emociones y, el deseo de hacerlo.
  3. Alrededor de los dos años aproximadamente, se puede poner nombre a las emociones jugando, cantando o viendo imágenes.
  4. En un momento de pérdida de control emocional (rabieta), se debe acompañar al niño estando presente (al lado, en brazos, acariciando, meciendo, manteniendo espacio, pero cerca...), manteniendo la calma (intentar controlar nuestra respiración y emociones), mejor sin hablar y, a medida que baja esa intensidad emocional, se puede hablar con firmeza y cariño sobre la negativa a su petición.
  5. Favorecer y entrenar el nombrar la emoción que siente en cada momento, cuando sean capaces de construir pequeñas frases, expresar sus gustos, sus opiniones, interactuar con otras personas con cierto criterio (4 o 5 años).
  6. Practicar las respuestas a estas preguntas: ¿para qué sirve esta emoción?, ¿para qué me sirve este comportamiento? Esto iniciará al niño en la reflexión personal y en la autoconciencia emocional.

Beneficios para los niños

La inteligencia emocional infantil promueve una correcta autoestima y una mayor resiliencia (capacidad para adaptarse a las situaciones adversas con buenos resultados). Con el desarrollo de estas habilidades, los niños pueden adquirir una vida saludable y mejor su calidad de vida con su entorno. “Esta es muy importante para el desarrollo infantil y adolescente porque aporta una base segura para interactuar dentro del entorno social en el que nos desenvolvemos los seres humanos. Aprender a fortalecer la capacidad de percibir, entender, manejar y expresar emociones, resulta clave como factor protector de la salud mental y como herramienta para el logro de todo tipo de metas y aspiraciones en la vida. Desde este punto de vista, fomentar esta competencia a través de la educación, es clave para el cumplimiento de los derechos de la infancia”, Nacho Guadix, responsable de educación de UNICEF España.

El ser humano se emociona, siente y actúa según las enseñanzas recogidas de pequeños en su interacción con el mundo. Guillermina García, psicóloga general sanitaria, quien ha desarrollado una membresía en cuanto al apego (Un viaje por el apego), dirigido a padres, para ayudarles en su gestión emocional y así apoyar a sus hijos para desarrollarla. La profesional asegura que observa continuamente casos de niños que acuden a su consulta ante la dificultad para regular sus emociones: “Para que un niño aprenda a regular sus emociones es importante que sus padres, que son sus modelos, sepan hacerlo consigo mismos. Las figuras principales de la vida del niño son quienes le enseñan a poner nombre a lo que sienten, escuchar el mensaje de la emoción y actuar en consecuencia. Esto le ayudará poco a poco a su propia autorregulación emocional y a saber gestionar las emociones de acuerdo al contexto”.

En el libro Inteligencia emocional infantil y juvenil, de Linda Lantieri, profesora, junto con Daniel Goleman, psicólogo y periodista, destacan pautas para relajarse y concentrarse y ayudar a los niños ante los retos de nuestra época. “Los buenos padres son como los buenos profesores; al ofrecer una base segura, los adultos responsables de los niños pueden crear un entorno que permita funcionar a sus cerebros al máximo rendimiento. Esta base se convierte en un refugio seguro, un ámbito de fortaleza desde el cual aventurarse a explorar, para aprender algo nuevo y para alcanzar metas. El niño puede interiorizar esta base segura si se le enseña a dominar mejor su ansiedad para que pueda concentrar mejor su atención. Esto también potencia su capacidad para lograr un entorno óptimo para el aprendizaje. La manera más eficaz de que todos los niños obtengan las mejores lecciones del corazón es que estas formen parte de la jornada escolar y de la vida familiar”, describe Daniel Goleman.

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