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El ‘running’ también es cosa de niños

La práctica de la carrera continua es beneficiosa a partir de los ocho años, más si se realiza en familia. No obstante, aunque mejora la condición física y mental de los más jóvenes, es recomendable hacerlo de forma progresiva y agradable

Correr es una habilidad motriz básica que los niños adquieren y perfeccionan desde poco después de aprender a caminar.
Correr es una habilidad motriz básica que los niños adquieren y perfeccionan desde poco después de aprender a caminar.Olga Pankova (Getty Images)

El running o carrera continua es una de las actividades deportivas escogidas por los adultos para ejercitarse. Parques, bosques, calles, pistas de atletismo de centros municipales o senderos alejados de las contaminadas urbes son algunos de los lugares escogidos para calzarse las zapatillas y poner a punto el corazón y, en consecuencia, mejorar la salud. Este deporte ha cautivado también a los más jóvenes de la casa, quienes, animados muchas veces por sus progenitores, deciden, acompañados o en solitario, enfrentarse al reto de sumar metros a sus piernas.

Y es que cualquier deporte es bienvenido entre la población infantojuvenil para lograr que incorporen hábitos de vida saludable y reducir el sobrepeso y la obesidad, una lacra que en Europa padece uno de cada tres niños, según el Informe Regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la Obesidad 2022.

La OMS recomienda realizar actividad física de intensidad moderada o vigorosa durante un mínimo de 60 minutos diarios, pudiendo repartirse en dos o más sesiones, en su mayor parte aeróbicas, e intercalando actividades vigorosas para el fortalecimiento muscular y óseo tres veces a la semana. “El running encaja perfectamente con estas recomendaciones, ya que es una actividad física aeróbica, normalmente de intensidad moderada-vigorosa para la mayor parte de los niños y adolescentes”, señala el doctor Julio Álvarez Pitti, coordinador del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría.

Correr es una habilidad motriz básica que los niños adquieren y perfeccionan desde poco después de aprender a caminar. Entre los 5 y 8 años, fisiológicamente tienen poca capacidad para mantener esfuerzos continuos prolongados en el tiempo. “De ahí en adelante, la práctica les irá enseñando a controlar la intensidad para poder cubrir mayores distancias”, indica Augusto García Zapico, investigador del grupo IMFINE de la Universidad Politécnica de Madrid. En torno a los 8-10 años, periodo de estabilidad en el crecimiento, “el perfeccionamiento en los patrones de carrera y de muchas otras habilidades básicas y específicas es notable”, argumenta. Esto significa que, desde el punto de vista del aprendizaje y desarrollo motor, un niño de esas edades está perfectamente preparado para correr. “Se puede correr desde edades tempranas; el volumen y la intensidad de esos esfuerzos es lo que va a variar dependiendo de la edad”, apunta este experto.

Fomentar cualquier tipo de actividad física durante la infancia y la adolescencia, incluyendo la práctica de running, favorece la salud, el aprendizaje y la diversión. Por eso, en la medida de lo posible para cada familia, es recomendable combinarlo con otras actividades o deportes “que promuevan el desarrollo de otras capacidades como, por ejemplo, el aprendizaje motor, la fuerza muscular, la coordinación y el equilibrio. Este enfoque debe siempre respetar los períodos de descanso y recuperación, físico y mental”, manifiesta el doctor David Domínguez, de la Unidad de Medicina del Deporte Clinic Sant Joan de Déu.

Lo más importante es conocer si esta actividad es del agrado e interés de los hijos/as. Porque, en algunos casos, los padres proyectan sobre sus hijos sus propios deseos deportivos sin que a los niños o adolescentes les apetezca, lo que puede ocasionar agotamiento o burn out. “Por esto, debemos preguntar y escuchar constantemente a nuestros hijos/as. Como adultos hay que tener en cuenta que los hijos no son versiones reducidas de ellos”, apunta Domínguez.

La clave principal para que los hijos deseen hacer cualquier tipo de deporte, también correr, es ser un ejemplo positivo. “Si nuestros hijos/as nos ven siendo personas físicamente activas y disfrutando de esa actividad, será más probable que adopten este hábito”, asegura este especialista. Lo recomendable es que la familia no se limite a la práctica de un solo deporte. “Es beneficioso conocer y practicar diferentes modalidades deportivas, permitiendo el desarrollo de diversas capacidades físicas, evitando la especialización temprana”, manifiesta. Y, siempre hay que reservar tiempo y espacio para el juego libre diario porque “no solo contribuye al desarrollo físico, sino que también fomenta la creatividad y el disfrute, desde la flexibilidad”, sostiene Domínguez.

Cuando un niño o adolescente corre, obtiene múltiples beneficios para su salud. A nivel cardiovascular, disminuye los valores de presión arterial, optimiza la capacidad de regulación de los niveles de azúcar de la sangre, mejorando la sensibilidad a la insulina, e incrementa los valores del colesterol HDL [colesterol bueno] y aumenta la condición física cardiorrespiratoria, “lo cual es un marcador de salud muy potente. La mejoría de todas estas variables incrementa la calidad y la esperanza de vida de las personas”, apunta el doctor Álvarez.

Cuando un niño o adolescente corre, obtiene múltiples beneficios para su salud. A nivel cardiovascular, por ejemplo, disminuye los valores de presión arterial.
Cuando un niño o adolescente corre, obtiene múltiples beneficios para su salud. A nivel cardiovascular, por ejemplo, disminuye los valores de presión arterial.FatCamera (Getty Images)

En relación con su estructura musculoesquelética, mejora la condición física muscular, al incrementar la masa, sobre todo, del tren inferior y la espalda. “El incremento de masa muscular es fundamental para un buen tono corporal y el control postural. Además, se mejoran otros componentes de la condición física como son el equilibrio y la coordinación”, prosigue. Además, los niños que practican actividad física obtienen mejores resultados escolares y, a nivel emocional, ven incrementada su autoestima, “lo que reduce el riesgo de caer en trastornos como la ansiedad o la depresión”, sostiene Álvarez.

Sin embargo, la práctica del running puede ocasionar algunos perjuicios a nivel musculoesquelético si no se hace de una forma progresiva y adaptando la intensidad de su práctica a la condición física del menor. “Dolores musculares, molestias y, en algunos casos, lesiones en rodillas, tobillos y pies. Para evitar estos prejuicios es importante contar con un calzado adecuado, no forzar si se nota alguna molestia y, principalmente, adaptar la intensidad y la duración de la carrera a la condición física del menor”, indica el coordinador del Comité de Promoción de la Salud de la AEP. En aquellos niños y jóvenes con obesidad, debido al impacto que supone correr sobre sus extremidades, “se recomienda la práctica de marcha rápida y, a medida que vayan mejorando su composición corporal, se puede ir aumentando la intensidad del ejercicio”, destaca este especialista.

Existe evidencia de las aportaciones positivas que el deporte ofrece a quien lo practica y del papel que tiene los padres y madres como ejemplo y promotores de un mejor cuidado de la salud física y mental de sus hijos. Por eso, Domínguez ofrece una serie de consejos a los tutores que disfrutan saliendo a correr con ellos:

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