Quitar el pañal en verano: mitos y realidades de que este sea el mejor momento para hacerlo
El hecho de llevar menos ropa o de que los adultos estén sometidos a menor estrés puede favorecer la elección del estío para que los niños empiecen ir al baño solos, pero no tiene por qué ser necesariamente la época elegida
La retirada del pañal es un momento evolutivo fundamental en la vida de todo niño (y también de sus padres). Es un proceso complicado y, normalmente, largo, que requiere de mucho aprendizaje y, sobre todo, de mucha paciencia. Según los expertos, la edad ideal para comenzar a quitar el pañal a nuestro hijo es entre los dos y los tres años. Sin embargo, “es importante tener en cuenta que esto es algo genérico y que no tiene por qué ser así. Cada niño tiene sus ritmos y es imprescindible respetarlos”, explica Alicia Rojas, psicóloga. Resulta común escuchar que la mejor época del año para la retirada del pañal es el verano, pero, ¿por qué?
“El verano es la época en la que menos ropa llevamos, lo que va a jugar a nuestro favor a la hora de cambiar al niño si se producen posibles escapes (algo que pasará) y nos será mucho más fácil poder cambiarlo”, explica Rojas. Además, “es la etapa previa al inicio del colegio, por lo que será de gran ayuda si empieza esta nueva época de su vida con un hito más aprendido. El hecho de estar de vacaciones también es un factor que nos va a beneficiar a la hora de comenzar a quitar el pañal”, añade. Esto se debe a que los padres tienen más tiempo libre y pueden estar más con ellos. Al estar más pendientes del proceso que van a comenzar, les pueden acompañar mejor: “Esto, añadido a la disminución del estrés, va a hacer que tengamos mucha más paciencia y un mejor estado emocional para acompañarlos en su nueva aventura”.
¿Qué hay de verdad en esto? ¿Es el verano el mejor momento?
Lo que no es del todo cierto es que ese cambio tenga que darse precisamente en verano. “El mejor momento no tiene por qué ser el verano. Es verdad que es la época que nos ofrece una serie de ventajas que hace que el proceso sea más sencillo o llevadero, pero esto no significa que tenga que darse necesariamente ahí”, incide la experta. El momento idóneo es cuando el niño se encuentre preparado para ello: “Es un proceso que tiene que hacerse siguiendo y respetando los ritmos de cada niño, sin prisas”.
¿Cómo se sabe entonces si el niño está preparado para dejar de utilizar el pañal? Estas son algunas señales que pueden indicar que el menor ya está pidiendo dar el siguiente paso para hacerse mayor:
- Si pide que se le cambie el pañal o avisa de que está sucio.
- Si hace gestos de que le molesta el pañal (por ejemplo, arrancarlo o tocarlo más de la cuenta).
- Si él mismo avisa de que va a hacer pis o caca.
- Si el tiempo que pasa en manchar el pañal es mayor.
- Si muestra más interés en acompañar a los adultos al baño.
¿Qué hay que hacer?
La psicóloga enumera varias pautas acerca de cómo proceder en el cambio de pañal:
- Explicar al niño el proceso. Es el primer paso y el más importante. Si él puede entender qué va a hacer y cómo lo va a hacer, el proceso va a resultar mucho más sencillo, ya que poco a poco lo irá comprendiendo e integrando. Siempre es más fácil hacer algo que conoce o se le ha explicado a algo desconocido. Aquí puede ayudar algún libro o cuento infantil que hable sobre el proceso de la retirada del pañal (por ejemplo, Cada animal con su orinal, ¿Puedo mirar tu pañal?, o Pepo y su orinal).
- Comprar juntos un orinal o un reductor para el baño. Durante la explicación previa, hay que contarle al niño que va a dejar de hacer sus necesidades en el pañal para pasar a hacerlo en el baño, como lo hacen los mayores. Por ello, es importante mostrarle dónde lo va a tener que hacer y, de nuevo, explicarle cómo hacerlo. Los padres tienen que ser un modelo para los hijos durante todo el proceso. Si es posible, hacerle partícipe de esto comprando juntos el orinal.
- Comprar ropa interior. Puede ser desde las “bragas-pañal” hasta ropa interior que utilizará una vez se le retire el pañal. Esto va a ayudar al niño a ir cogiendo poco a poco el hábito de llevar una nueva prenda y de hacer el gesto de subir y bajar el calzoncillo o la braguita. Igual que con la adquisición del orinal, que el niño pueda colaborar en la compra de estas prendas le motivará mucho.
- Indicarles que tienen que avisar cuando quieran hacer pis o caca. Decirles que cada vez que sientan que quieren hacer sus necesidades, que avisen y se les ayudará, o que directamente vayan al orinal.
- Preguntarles con frecuencia si tienen ganas de ir al baño, con el objetivo de evitar escapes. Si dice que sí, los padres pueden acompañarle al baño o llevarle al orinal. Además, pueden fomentar esto preguntando al niño, por ejemplo: “Y ahora que tienes ganas, ¿qué tendrías que hacer?”, para que poco a poco vaya por sí solo uniendo cabos.
- Crear unos horarios y rutinas de ir al baño. Intentar que todos los días, a la misma hora aproximadamente, vaya al servicio. Por ejemplo, al despertarse o antes de irse a dormir, sentarle en el orinal por si quiere hacer sus necesidades. Si está sentado durante unos minutos y no hace nada, intentarlo en un rato o probar a otra hora diferente. Si coge rutinas le será mucho más fácil ir teniendo el hábito.
- Involucrar al niño cuando los padres van al baño. Los niños aprenden imitando. Por ejemplo, se puede invitar al niño a que les acompañe cada vez que vayamos al servicio y así poco a poco se irá acostumbrando a lo que hay que hacer. Dejarle que vaya probando y experimentando este nuevo hábito, dejando que tire de la cadena, baje la tapa del inodoro, entre otras.
- Motivarle y reforzarlo mucho. Cada pequeño logro tiene que ser celebrado. Desde si lo consigue hasta si lo ha intentado. Y hacerlo desde el cariño, la cercanía y la diversión. Por ejemplo, con frases como: “¡Qué bien que has conseguido hacer caca tú solito, ¡qué mayor eres!”.
¿Qué no hacer?
La psicóloga incide en que:
- No hay que castigar, ni amenazar. Si el niño no consigue hacer sus necesidades en el orinal y tiene algún escape, no regañarle. Se le explica calmadamente que la próxima vez que quiera ir al baño, que avise. Decírselo en tono cariñoso y animarle a que diga él dónde se hace (por ejemplo, “No pasa nada, esta vez no lo has conseguido, pero la próxima verás que sí. Vas a recordar, ¿qué tienes que hacer cuando tienes ganas de hacer pis? Muy bien. ¿Y dónde se hace el pis ahora que eres mayor?”)
- Evitar que la retirada del pañal coincida con otro cambio importante en la vida del niño, como puede ser por ejemplo quitarle el chupete.
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