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Melinda Wenner: “Podemos cambiar el mundo en función de cómo criemos a nuestros hijos”

La reconocida periodista de EE UU, experta en información científica, ha puesto en práctica todos sus conocimientos para crear un libro de ‘parenting’, titulado ‘Cómo criar hijos y que no salgan imbéciles’

Melinda Wenner
Melinda Wenner, periodista de EE UU, escribe ‘Cómo criar hijos y que no salgan imbéciles’.

La reconocida periodista norteamericana Melinda Wenner Moyer, especializada en información científica y colaboradora habitual en medios como The New York Times o The Washington Post, ha puesto en práctica todos sus conocimientos para desentrañar y hacer accesible las investigaciones científicas para crear un libro de parenting provocador desde su mismo título. Cómo criar hijos y que no salgan imbéciles, publicado en España por Kitsune Books, es seguramente uno de los mejores libros sobre crianza que han pasado por mis manos. Por lo bien que está escrito, por la ingente base científica que alimenta sus páginas en un ámbito dado al amimefuncionismo y porque, a diferencia de lo que suele ser común, descarga de culpa los ya de por sí cargados hombros de padres y madres.

“La realidad es que no existe una manera perfecta de ser padre. En la forma en que nos relacionamos con nuestros hijos influyen muchas cosas, incluido su temperamento y el nuestro, su edad y sus experiencias de vida. Además, todos cometemos errores como padres y, a veces, esos errores son buenos, especialmente cuando los reconocemos y damos ejemplo sobre la importancia de asumir la responsabilidad de nuestras acciones. Aun así, creo que todos podemos convertirnos en mejores padres si nos informamos sobre lo que dice la ciencia sobre la formación de valores y comportamientos. Desde la evidencia podemos tomar decisiones de crianza que harán que nuestras vidas como padres sean un poco más fáciles”, afirma a EL PAÍS en esta entrevista, que responde por escrito desde la región del Valle del Hudson (Nueva York), donde vive con su marido y sus dos hijos.

PREGUNTA. Han pasado muchos libros de autoayuda enfocados a la crianza de los hijos por mis manos, pero ninguno con un título tan provocador: Cómo criar hijos y que no salgan imbéciles. ¿Qué te llevó a escribir este libro?

RESPUESTA. Durante años fui columnista sobre crianza para la revista Slate y mis amigos me preguntaban que por qué no escribía un libro sobre crianza. Yo siempre me burlaba. Pensaba: ¿Quién soy yo para decirles a otros padres qué hacer? Pero luego, hace unos tres años y medio, me sentí cada vez más frustrada por el mal comportamiento que veía a mi alrededor. La gente parecía tratarse mal y no escucharse. El movimiento #metoo también explotó y vi que los crímenes de odio estaban aumentando y que las tasas de intimidación en muchas escuelas también estaban creciendo. Me preocupaban los mensajes que el mal comportamiento generalizado enviaba a mis hijos. Me di cuenta de que lo que más quería era asegurarme de que mis hijos crecieran siendo personas compasivas y de buen corazón que lucharan contra la injusticia en lugar de contribuir a ella. Y cuando hablé con otros padres, descubrí que muchos sentían lo mismo. También noté que había mucha investigación convincente sobre cómo moldear los valores y el carácter de los niños, pero que gran parte de esta investigación no se había traducido en consejos simples y prácticos para los padres. Por mi experiencia en periodismo científico, comencé a sentir que era mi deber escribir un libro para padres sobre lo que todos podemos hacer colectivamente para no criar imbéciles. También sentí que podría hacer mucho bien, ya que nosotros, como padres, estamos criando a la próxima generación de adultos. Literalmente podemos cambiar el mundo en función de cómo criemos a nuestros hijos.

P. En la introducción del libro hablas de un tema que me ha sorprendido mucho: cómo el comportamiento de los líderes políticos como Trump puede influir en el comportamiento de los niños y las niñas. Trump ha creado escuela por el mundo. Teniendo eso en cuenta, ¿es hoy más difícil si cabe que los niños no nos salgan imbéciles?

R. Sí, creo que sí. Los niños aprenden observando lo que hacen otros adultos en el mundo, especialmente los adultos que tienen mucha influencia. Sabemos esto por la teoría del aprendizaje social, un marco basado en evidencia desarrollado por el psicólogo Albert Bandura, que muestra que los niños aprenden lo que se considera un comportamiento apropiado en función de lo que ven hacer a los adultos (y especialmente a los adultos en posiciones de poder). El hecho es que los niños han estado viendo a Trump (y a otros) decir y hacer cosas racistas y sexistas, mintiendo, intimidando y fomentando la violencia. La investigación incluso ha relacionado directamente el apoyo a Trump con el aumento del acoso en las escuelas. En esencia, los adultos les han estado diciendo a los niños que el racismo, el sexismo, la intimidación y la agresión no solo son aceptables, sino que es lo que hacen las personas poderosas. Creo que los padres deben oponerse a estos mensajes perniciosos con la mayor fuerza posible.

P. ¿Hace falta ciencia para criar y educar buenas personas?

R. Muchos padres han logrado criar buenos seres humanos sin recurrir a la ciencia. Sin embargo, después de profundizar en la investigación sobre el desarrollo infantil, descubrí que muchos de los instintos de crianza comunes son en realidad contraproducentes. Así que sí, pienso que podemos aprender mucho sobre cómo ser padres de forma constructiva al observar la investigación. Por ejemplo, a los padres a menudo les gusta rescatar a los niños de los sentimientos negativos diciendo cosas como “Está bien” o “No te pongas triste” o “Tranquilízate”, pero las investigaciones sugieren que es mucho mejor validar y reconocer los sentimientos de los niños, ya que esto les ayuda a desarrollar la alfabetización emocional, que es crucial para el desarrollo de un comportamiento compasivo. Otro ejemplo: los padres blancos tienden a evitar hablar con los niños sobre la raza y el color de la piel, creyendo que al hacerlo evitarán que sus hijos se vuelvan racistas, pero la investigación en realidad propone lo contrario: hablar con los niños sobre la raza y el racismo reduce el riesgo de prejuicio.

Portada de 'Cómo criar hijos y que no salgan imbéciles'.
Portada de 'Cómo criar hijos y que no salgan imbéciles'.

P. ¿Te han ayudado mucho esos conocimientos en tu tarea como madre?

R. La investigación me ha ayudado de varias maneras. Ahora entiendo el cerebro de los niños mucho mejor que antes, lo que me ayuda a responder al comportamiento desafiante de mis hijos de manera más paciente y constructiva. Ahora también entiendo el valor de hablar con los niños sobre temas complejos, mientras que antes evitaba tener conversaciones sobre temas difíciles. Además, cuando mis dos hijos se están peleando, me comprometo con su conflicto de manera diferente a como solía hacerlo, según lo que la ciencia sugiere que es más útil para fomentar la empatía y ayudar a los niños a aprender cómo resolver conflictos de manera constructiva.

P. En la primera parte del libro abordas diferentes aspectos y consejos para evitar que los niños sean egoístas, abusones, mentirosos, malhablados, sexistas, narcisistas o racistas. Siempre he pensado que la mejor herramienta para todo ello es el ejemplo de los padres. Es decir, que para que nuestros hijos no sean racistas o sexistas, lo primero es que nosotros no lo seamos. ¿Es así?

R. Modelar el comportamiento que quieres ver a partir del ejemplo es una parte muy importante para criar buenos seres humanos. Cuando los niños ven que somos amables, compasivos y atentos, es más probable que ellos también sean amables, compasivos y serviciales. Pero en algunas áreas, necesitamos hacer más que simplemente modelar el buen comportamiento. Por ejemplo, incluso si no actuamos de manera abiertamente sexista o racista, a veces podemos reforzar los estereotipos negativos en la forma en que nos relacionamos con nuestros hijos o con los demás, en nuestro lenguaje corporal y en las conversaciones que elegimos tener o no tener. Los niños, además, a veces sacan conclusiones sobre cómo funciona el mundo, o qué tipo de personas tienen más valor, en función de las jerarquías sociales que ven en la sociedad y en cómo ven que la sociedad en su conjunto trata a los demás. Necesitamos contrarrestar directamente estos mensajes.

P. ¿Qué más se puede hacer aparte de dar ejemplo para combatir estos otros mensajes?

R. Puede ser muy útil hablar con los niños sobre los malos comportamientos que ven o escuchan, así como sobre los malos comportamientos y los estereotipos que se muestran en los programas de televisión, las películas y los libros. Podemos poner el pause a un programa de televisión para preguntar: “¿Qué piensas de esa escena?” o “¿Crees que fue justo que la tratara de esa manera?”. Este tipo de conversaciones son oportunidades para compartir nuestros valores y nuestra visión del mundo con nuestros hijos. La investigación encuentra que los niños a menudo no saben cómo se sienten sus padres sobre los problemas sociales clave porque los padres directamente no hablan de ellos. Así que necesitamos tener estas conversaciones y los malos comportamiento que observamos pueden ser un punto de partida.

P. Supongo, no obstante, que por mucha base científica que exista detrás, no hay una receta mágica para criar hijos bondadosos. A pesar de ello, ¿cuáles dirías que son los ingredientes que no deben faltar en una crianza para criar buenas personas?

R. ¡Sí, no hay una receta mágica! Pero algunos ingredientes clave serían dar ejemplo, hablar sobre los sentimientos y permitir que nuestros hijos sientan todo tipo de emociones (incluidas el miedo, la tristeza y la ira). También usar un lenguaje con mentalidad de crecimiento para ayudar a los niños a aceptar los desafíos y los fracasos; hablar con ellos sobre temas sociales importantes como el racismo, el sexismo, el sexo y el acoso; mostrarles nuestro amor incondicional al mismo tiempo que establecemos y hacemos cumplir ciertos límites; o conectar sus elecciones y comportamientos con los efectos que estos pueden tener en otras personas.

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