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¿Por qué es necesario implantar la educación emocional en la ESO o en Bachillerato?

El aprendizaje no solo tiene que ver con las enseñanzas en el aula, sino con realización personal y la interrelación con los demás

Alumnos de la ESO del colegio Aldapeta María (San Sebastián).
Alumnos de la ESO del colegio Aldapeta María (San Sebastián).Juan Herrero (EFE)

El informe Delors afirma que “la educación tiene la misión de permitir a todos, sin excepción, hacer fructificar todos sus talentos y todas sus capacidades de creación, lo que implica que cada uno pueda responsabilizarse de sí mismo y realizar su proyecto personal”. La educación en la vida se basa en cuatro pilares: aprender a conocer (aprender a aprender), aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser. El informe presentado a la UNESCO (United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization), dicta que, además, “es un proceso continuo y permanente, constantemente actualizado y que está en plena calidad”. De todo esto se rescata que el aprendizaje no solo tiene que ver con las enseñanzas en el aula, sino con realización personal y la interrelación con los demás.

El Primer Estudio Nacional sobre la Educación Emocional en los Colegios en España de Idiena (Instituto de Inteligencia emocional y neurociencia aplicada), hecho a estudiantes, directores de instituciones educativas y maestros aporta datos sobre la baja existencia de programas de desarrollo emocional. También refiere la necesidad de diversas habilidades a desarrollar en los centros educativos como la empatía, la resiliencia o la gestión emocional. Solamente el 5% de los colegios españoles ofrece alguna herramienta sobre educación emocional.

El pasado mes de octubre se presentó el proyecto PDEA (Proyecto para el Desarrollo Emocional Adolescente) pionero y gratuito en la provincia de Guadalajara, de la Asociación Cultural Unión Medina en colaboración del Ayuntamiento de Chiloeches, al que podrán asistir los jóvenes de la ESO y Bachillerato del Instituto Peñalba, que residen en Pioz (Guadalajara).

La misión es que chicos y chicas aprendan conceptos como “resiliencia, asertividad, empatía, gestión emocional, valores, creencias, propósitos de vida, motivación, identidad y liderazgo”, pudiendo así generar aprendizajes no contemplados en el sistema educativo actual. Tres son las personas que forman parte de esta iniciativa: Beatriz Pérez atendiendo a la parte de Psicología, Carmen Gonzalo en inteligencia emocional y Alma María Nieto Sarmiento, experta en coaching educativo, inteligencia emocional y comunicación. Se trabajan talleres semanales todo el curso académico para los alumnos, familias y docentes. Son 27 las familias voluntarias, con hijos entre 12 y 16 años, que han participado el primer trimestre del curso, de forma voluntaria, un día a la semana (45 minutos) en espacio públicos y, los resultados han sido muy positivos.

Un proyecto que piensa en el “aprender a convivir” en la adolescencia

“Esta iniciativa nace como consecuencia de la ausencia en la educación actual reglada en la etapa de ESO y Bachillerato, de la educación de “aprender a ser” y “aprender a convivir”, que sí se trabaja, en mayor o menor medida en las etapas de Infantil y Primaria. Parece que se olvida y deja de trabajarse a partir de la Educación Secundaria, donde ocurre una etapa de desarrollo tan importante como es la adolescencia”, declara Alma María Nieto Sarmiento, creadora del programa. Además, Nieto explica que es un proyecto ambicioso, puesto que “contempla también las habilidades blandas o soft skills en una sociedad que está sufriendo una profunda y continua transformación digital, que afecta a los jóvenes de una manera más especial”.

Algunos de los objetivos que recoge el PDEA resultan: el desarrollo de la inteligencia emocional; la influencia en el rendimiento académico; los estilos relacionales o ayudar a reducir la agresividad y situaciones como el bullying. “En las sesiones, los chicos comunican la necesidad de que se les ayude con temas como son: la ansiedad, los miedos, las manías, la autoestima y el autoconcepto, aprender a relacionarse con los demás, a concentrarse o aspectos sobre sus talentos”, manifiesta la experta en inteligencia emocional. Por otro lado, explica que las familias muestran interés porque sus hijos adolescentes consigan más que ellos, de igual modo que logren gestionar mejor sus emociones para ser felices.

El PDEA ha comenzado a implantarse en adolescentes de Primero a Tercero de la ESO en el Instituto Público de Chiloeches. El equipo directivo está valorando que pueda seguir en Bachillerato. “Confío que en enero se acepte para el instituto. Nuestra intención es introducirnos en centros educativos; no descartamos centros concertados ni privados. A veces, existen prejuicios sobre su idoneidad y necesidad real. Los docentes están saturados por eso consideramos que ellos finalmente dirán que sí a su propia formación”, sostiene Nieto Sarmiento.

La profesional subraya que cada vez son más las voces de expertos en Ciencias de la Educación, psicólogos, neurocientíficos, psiquiatras, pedagogos, psicopedagogos y personas de renombre que trabajan en el desarrollo personal y emocional de las personas. “La enseñanza sigue enquistada en desarrollar la parte racional del individuo y no considera al ser emocional como centro desde el que se desarrolla y potencia el ser humano”, expresa la también especialista en coaching educativo.

Profundizar en el autoconocimiento en grupo

Beatriz Remiro, directora de un equipo de orientación en Zaragoza (EOEIP de Tarazona) y miembro de la Red Apega de profesionales, formados en Traumaterapia infantil sistémica de Barudy y Dantagnan, aclara que resulta importante crear “espacios de buen trato” (terapéuticos) donde se pueda profundizar en el autoconocimiento en grupo, ya que para la profesional: la reflexión colectiva es más que la suma de las individuales.

“Ciertas experiencias que no recordamos o de las que no podemos hablar, han podido estar marcando nuestra forma de actuar, sin que fuéramos conscientes y, en la adolescencia, toman más fuerza. Cuando nos conocemos, entendemos nuestras emociones y reacciones, sin culpa, y podemos hablar sobre ello. Se abre la posibilidad de comprender al otro. Esto facilita un bienestar emocional, un sistema nervioso en calma, menos reactivo, que nos permitirá tomar decisiones pensando en lo que nos conviene, en lo que realmente queremos”, revela Remiro.

En la adolescencia, se toman decisiones relevantes respecto al futuro profesional. La experta relata que la “calma emocional permite un mejor manejo de la información que se proporciona sobre la orientación profesional y adiciona que responsabilizar a los docentes también de la educación emocional explícita puede ser una sobrecarga”. “La motivación de los adolescentes está centrada en las relaciones con los iguales y en su propia autoafirmación, y solo en algunos, esta tiene que ver con el aprendizaje. No siempre acuden al centro educativo con un sistema nervioso suficientemente en calma para aprender, escuchar, atender o interesarse por lo que se les cuenta. Pero, es verdad que esta enseñanza sucede en el marco de una relación en la que se transmiten, muchas veces sin palabras, valores y formas de relacionarse”, enuncia la especialista en orientación.

Según Remiro, los profesionales en educación deben saber trasmitir al alumnado que les preocupan como personas y han de poder mantener unan relación de respeto. “Somos un modelo de trato, y eso puede ser muy importante, incluso facilitar procesos de resiliencia. Es beneficioso para los docentes contar con momentos y espacios de autocuidado colectivo, de reflexión conjunta y donde se potencie también el sentimiento de equipo. Las familias también necesitan comprender qué les está pasando a sus hijos, y a sí mismos”, apunta la experta en adolescencia, quien sugiere que resulta óptimo contar con los avances de la neurociencia y la neuroeducación, al igual que intercambiar experiencias con otras familias.

En la adolescencia, los jóvenes descubren el mundo y situaciones menos agradables que en su infancia. “En consulta veo mucha ansiedad, síntomas depresivos y miedo por el futuro, por lo tanto, considero que la educación emocional en estas edades resulta imprescindible”, argumenta Susana Mayorgas García, psicóloga infanto-juvenil.

Esta experta confirma que los adolescentes deben sentirse comprendidos y acompañados en esta etapa de su vida. “Debemos ayudarles a gestionar sus emociones, que suelen ser muy intensas y muchas veces extremas, identificándolas, expresándolas... Hay que proporcionarles estrategias de autocontrol y/o ayudarles a desarrollar sus habilidades sociales”, añade Mayorgas García. No obstante, la profesional hace hincapié en que resulta esencial hacerles ver que son tenidos en cuenta, que se les escucha y desde luego, comprende.

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