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Una latina compara a Trump con Ortega, Castro y Maduro en la convención demócrata

La presentadora Ana Navarro, nacida en Nicaragua, responde a los ataques del republicano a Kamala Harris señalando las similitudes del republicano con los dictadores comunistas latinoamericanos

Ana Navarro, durante su intervención en la convención demócrata.
Ana Navarro, durante su intervención en la convención demócrata.CAROLINE BREHMAN (EFE)
Miguel Jiménez

El entusiasmo desatado por la candidatura de Kamala Harris a la presidencia ha llevado a su rival, Donald Trump, a prodigarse en los ataques contra ella. Uno de sus favoritos es llamarla “comunista” sin base alguna, usando incluso imágenes generadas con inteligencia artificial. Este martes, en la convención demócrata, se encontró con la respuesta de una antigua republicana, Ana Navarro, cuyos padres se refugiaron en Estados Unidos huyendo de Nicaragua. La latina comparó a Trump con el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega; con los hermanos Fidel y Raúl Castro, de Cuba, y con Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, a los que identificó como “dictadores comunistas”.

“Donald Trump y sus secuaces llaman comunista a Kamala. Conozco el comunismo. Huí del comunismo de Nicaragua cuando tenía ocho años. No me lo tomo a la ligera”, dijo Navarro, de 52 años, tertuliana política en televisión, que ocupó varios cargos en el aparato del Partido Republicano y trabajó para el gobernador de Florida, Jeb Bush, pero que nunca apoyó a Trump.

“Déjenme decirles lo que hacen los dictadores comunistas, y nunca es solo por un día”, dijo en una clara alusión a cuando el expresidente dijo que si ganaba las elecciones sería dictador el primer día. “Atacan a la prensa libre. Los llaman enemigos del pueblo, como hace Ortega en Nicaragua. Ponen a sus familiares no cualificados en puestos de Gobierno acomodados para que se enriquezcan de sus cargos como los Castro en Cuba, y se niegan a aceptar elecciones legítimas cuando pierden, y llaman a la violencia para mantenerse en el poder, como está haciendo Maduro ahora mismo en Venezuela”, continuó en su breve intervención en el United Center, ante los miles de delegados e invitados de la convención demócrata. “Ahora díganme algo: ¿Les suena alguna de esas cosas? ¿Hay alguien que se presente a presidente que les recuerde a eso? Y sé una cosa, no es Kamala Harris. Esa no es la América, la América que amamos. No es la tierra de la libertad”, continuó.

“Oímos al presidente [Joe] Biden decir que ama su trabajo, pero que ama más a su país. Todos los estadounidenses debemos amar más a nuestro país. Todo estadounidense tiene el deber de poner a nuestro país en primer lugar, el país primero, antes que el partido. El país primero, antes que la ambición política”, remató su discurso.

De creyente a renegada

Los demócratas decidieron dar voz este martes a algunos republicanos que reniegan de Trump. La intervención más destacada en ese sentido fue la de Stephanie Grisham, antigua secretaria de prensa de la Casa Blanca. Grisham dijo que en su momento ella no era una simple partidaria de Trump, sino también una “verdadera creyente”. “Yo era de sus asesores más cercanos. La familia Trump se convirtió en mi familia. Pasé Semana Santa, Acción de Gracias, Navidad y Año Nuevo en Mar-a-Lago”, empezó destacando antes de pasar al ataque.

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Stephanie Grisham, este martes en la convención demócrata.
Stephanie Grisham, este martes en la convención demócrata.Elizabeth Frantz (REUTERS)

“Le veía cuando las cámaras estaban apagadas, a puerta cerrada. Trump se burla de sus partidarios. Les llama habitantes del sótano”, aseguró, antes de explicar que en una visita que hizo a un hospital durante la pandemia, mientras la gente se moría por la covid o estaba en cuidados intensivos, el entonces presidente “estaba enfadado porque las cámaras no le estaban enfocando”. “No tiene empatía, ni moral, ni fidelidad a la verdad. Solía decirme: ‘No importa lo que digas, Stephanie, dilo lo suficiente y la gente te creerá’. Pero sí importa: lo que dices importa, y lo que no dices también”, añadió.

Grisham contó que el 6 de enero de 2021, el día del asalto al Capitolio, le preguntó a la entonces primera dama, Melania Trump, si podían tuitear que, aunque “la protesta pacífica es un derecho de todo estadounidense, no hay lugar para la anarquía o la violencia”. “Ella respondió con una palabra: ‘No’. Ese día me convertí en el primer miembro del personal de alto rango que dimitía. No podía seguir formando parte de la locura”, relató.

La antigua republicana recordó que fue atacada por no dar una sola de prensa en el periodo en que ejerció como portavoz, de julio de 2019 a abril de 2020, momento en que pasó al gabinete de la primera dama. “Es porque, a diferencia de mi jefe, nunca quise subirme a ese podio y mentir”, se justificó. “Ahora estoy aquí detrás de un podio defendiendo a una demócrata, y eso es porque amo a mi país más que a mi partido. Kamala Harris dice la verdad. Respeta al pueblo estadounidense y tiene mi voto, terminó, entre los aplausos de los delegados demócratas.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.
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