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Kamala Harris trata de convencer a los votantes con medidas contra la carestía de los alimentos y de la vivienda

La candidata demócrata presenta su programa económico, dirigido al americano medio para marcar distancias frente a Trump

La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, durante la presentación de su programa económico este viernes en Carolina del Norte (EE UU).
La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, durante la presentación de su programa económico este viernes en Carolina del Norte (EE UU).Jonathan Drake (REUTERS)
Macarena Vidal Liy

Kamala Harris afrontaba este viernes una de sus pruebas más serias como candidata demócrata en esta campaña electoral estadounidense breve, intensa y de todo menos convencional: su primer discurso sobre propuestas de gobierno. En un acto en Raleigh (Carolina del Norte), la vicepresidenta presentó su programa económico, una plataforma con la que quiere apelar a la clase media, implantar su sello propio sin apostatar de la Administración Biden y demostrar credibilidad y competencia en uno de los asuntos electorales clave en los que los demócratas se perciben más débiles. “Me voy a centrar absolutamente en crear oportunidades para la clase media”, aseguraba en el mitin, entre los aplausos del público. “Juntos construiremos lo que llamo una economía de las oportunidades”.

En sus propuestas para sus primeros cien días en el Despacho Oval, Harris propone una prohibición federal a la especulación con los precios de los alimentos, medidas para ayudar a los compradores de primera vivienda y hacer más asequibles los precios inmobiliarios —en julio fueron el gran motor inflacionario—, y dar pasos para recortar los costes médicos, otro de los grandes desembolsos de las familias medias estadounidenses.

Un comunicado de su campaña detalla que la candidata presidencial demócrata planteará, entre otras medidas, la construcción de tres millones de viviendas en cuatro años para hacer frente a unos precios disparados en el sector por la escasez de oferta y unos tipos de interés hipotecario en sus niveles más altos desde hace más de 20 años. También prevé una aportación de 25.000 dólares (unos 24.000 euros) a los compradores de primera vivienda y una subvención fiscal de 6.000 dólares por hijo recién nacido para las familias de bajos ingresos. Además, en un país donde no existe la cobertura sanitaria universal, planea reducir el coste de los seguros médicos y extender a todo el país el límite de 35 dólares mensuales en copagos para la insulina.

En su mayor parte, las propuestas que plantea Harris, y que se suman al llamamiento que ya planteó el fin de semana para que las propinas no tengan que pagar impuestos, no son originales. Lo que hacen es ampliar medidas populares ya puestas en marcha o presentadas por la Administración del presidente Joe Biden, y poner el énfasis menos en los grandes proyectos de infraestructuras de los que presumía su antecesor en la candidatura, para acentuar más otras medidas que puedan afectar directamente el bolsillo del estadounidense medio. “Comprar una casa es algo más que una inversión”, recordaba la candidata, que trata que la marca de su campaña sea la identificación con las familias comunes y corrientes.

“Si quieren saber qué es lo que defiende un candidato, miren a quién defiende. Donald Trump defiende a los millonarios”, argumentaba la vicepresidenta, que la semana próxima aceptará formalmente la candidatura demócrata en la convención del partido en Chicago. “Ahora es el momento de establecer un nuevo camino adelante. Unos Estados Unidos en el que todos tienen las oportunidades no solo de sobrevivir, sino de mejorar”.

El programa no entra en grandes detalles. No explica exactamente cómo impediría la especulación en los precios de los alimentos, o cuáles serían los niveles de ingresos que calificarían a una familia para recibir la subvención fiscal infantil, una medida que en la versión de Biden recibió el visto bueno de la Cámara de Representantes, pero se encuentra bloqueada en el Senado.

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La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, durante la presentación de su programa económico este viernes en Carolina del Norte (EE UU).
La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, durante la presentación de su programa económico este viernes en Carolina del Norte (EE UU).Jonathan Drake (REUTERS)

Tampoco detalla cómo prevé costear esos nuevos programas. La campaña solo apunta a que se cubrirán los huecos presupuestarios “pidiendo a los estadounidenses más acomodados y a los gigantes empresariales que paguen una proporción justa”. En cualquier caso, si Harris gana la Casa Blanca, su puesta en marcha dependerá del visto bueno del Congreso que resulte de las elecciones de noviembre. Los republicanos cuentan ahora con mayoría en la Cámara de Representantes, y los demócratas afrontan un camino complicado para mantener su exigua superioridad —51 escaños de un total de cien— en el Senado.

Algunos expertos apuntan que los planes de Harris podrían tener efectos no deseados. Por ejemplo, opinan que la propuesta del cheque vivienda por 25.000 dólares podría disparar la demanda en el sector inmobiliario y, con ello, alimentar los altos precios que trata de combatir.

Ambigüedad estratégica

La presentación del programa en Carolina del Norte, uno de los Estados bisagra clave, busca neutralizar las voces que señalan de que, tres semanas después de haberse lanzado al ruedo, la campaña de Harris carece de posiciones políticas definidas y se limita a aprovechar el entusiasmo generado entre los votantes por la entrada en la carrera electoral de una cara nueva. Pero la falta de detalles es voluntaria: con su “ambigüedad estratégica” en áreas como la energía, la campaña busca evitar posibles ataques perjudiciales de las grandes empresas o de los grupos de presión.

Con sus propuestas, Harris aspira a marcar diferencias con su rival Donald Trump, al que los estadounidenses consideran, según la mayoría de las encuestas, mejor cualificado para enderezar una economía que perciben lastrada por la inflación y la incertidumbre sobre el futuro.

La inflación interanual se encuentra en su nivel más bajo en los últimos tres años, en el 2,9%, según los datos oficiales publicados esta semana. Pero los precios de los alimentos siguen siendo un 21% más elevados que hace tres años.

Los republicanos quieren jugar a fondo esa baza. Su estrategia pasa por lanzarse en tromba a criticar la política económica de la Administración Biden y vincular a Harris con las medidas tomadas en los últimos tres años y medio, mientras el Gobierno trataba de luchar contra una inflación galopante que ha disparado el coste de la vida.

Trump, durante la rueda de prensa de este jueves en Bedminster.
Trump, durante la rueda de prensa de este jueves en Bedminster. Associated Press/LaPresse (APN)

Este jueves, el multimillonario Trump convocaba una rueda de prensa en su club de golf en Bedminster, en Nueva Jersey, en la que comparecía junto a una mesa llena de productos de alimentación básicos, para enfatizar el mensaje de unos precios inasequibles. Harris, sostenía el candidato republicano, “es una liberal radical californiana que ha destrozado la economía”. Sus propuestas de control de los precios de los alimentos, según él, son de inspiración “comunista”. “Lo llamamos el plan Maduro”, bromeaba, en alusión al líder populista venezolano.

La propuesta económica republicana tiene como uno de sus grandes pilares los recortes de impuestos, la fórmula a la que ya recurrió Trump durante su mandato. Entonces, el magnate inmobiliario redujo la tasa corporativa del 35% al 21% y puso en marcha otros recortes que expirarán el año próximo. El expresidente, que ha prometido hacer permanentes esos recortes, también ha propuesto, antes que Harris, que las propinas no tengan que pagar impuestos.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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