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El independentismo ensaya su discurso post procés en la carrera al 9-J

La aprobación de la amnistía y el fin de la mayoría absoluta en el Parlament obligan a ERC y Junts a recalibrar su estrategia en los comicios europeos

El candidato Toni Comín interviene por videoconferencia en el acto de inicio de campaña de Junts per Catalunya para las elecciones europeas, este jueves en Barcelona.
El candidato Toni Comín interviene por videoconferencia en el acto de inicio de campaña de Junts per Catalunya para las elecciones europeas, este jueves en Barcelona.ANDREU DALMAU (EFE)

Mucha agua ha pasado bajo el puente después de que, en mayo de 2019, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras protagonizaran el mano a mano independentista en las elecciones europeas. El expresident, entonces instalado en Bélgica para evitar la justicia española, se impuso por 254.000 votos a un líder republicano en pleno juicio en el Tribunal Supremo. Solo en Cataluña, Junts y ERC sumaron 1,7 millones de votos, rozando el 50% del total. Se formalizó institucionalmente lo que ellos mismos habían bautizado “la vía del exilio”: usar el altavoz de la Eurocámara en el pulso contra el Estado español, al que acusaban de poco democrático y violador de derechos fundamentales.

Con la aprobación final en el Congreso, el próximo día 30, de la ley de amnistía a los encausados del procés, esa vía reivindicativa y la retórica que acompañó luchas judiciales como la inmunidad parlamentaria quedan amortizadas. En el caso de Puigdemont, además, su decisión de seguir a los republicanos en aparcar la vía unilateral y pactar la investidura de Pedro Sánchez también puso punto final a cierta manera de escenificar la confrontación. De ahí que de cara a la nueva contienda electoral europea, Esquerra Republicana y Junts per Catalunya se vean obligados a recalibrar discursos y replantear su estrategia internacional. Una empresa en la, que además, se cruza la gestión de la investidura del futuro president.

De entrada, hay un cambio de caras. El relevo de Puigdemont en Europa lo toma Toni Comín. Esquerra, que hace lista conjunta con Bildu y BNG, se encomienda a la popularidad de su número 2, el meteorólogo de TV3 Tomàs Molina, para paliar la discreción de la cabeza de lista Diana Riba. Los retoques en los discursos aún están por terminar de madurarse. Su contenido, de entrada, está viciado por el juego de alianzas entre partidos imprescindible para poder alcanzar una mayoría en el Parlament, tras la intrincada distribución de escaños que dejaron los comicios autonómicos del 12 de mayo.

El PSC trata de sacar provecho del pinchazo del independentismo en Cataluña pero sin ensañarse para no enrabietar a socios potenciales. En un contexto de acercamiento entre formaciones rivales, la campaña se anuncia de bajo voltaje. En ERC, por ejemplo, la necesidad de amoldar el mensaje al resto de los socios de la coalición termina por dejar como máximo común denominador “el derecho a la autodeterminación” que se puede defender Bruselas. Riba dejó claro, en el mitin del inicio de campaña, que ese bloque de izquierdas periféricas tiene como enemigo al fascismo en el corazón de Europa. Y en lo doméstico, la sociovergencia: “Si Puigdemont acuerda su presidencia con el PSC, no la bloquearemos, pero que se pongan de acuerdo”, aseguró.

En una entrevista en la Cadena Ser, Comín defendió ayer la apuesta del expresident por intentar la investidura, y avisó que si el PSC no la facilita (absteniéndose en segunda vuelta, pese a ser la fuerza más votada) habrá bloqueo en el Parlament y repetición electoral: “nos tendremos que ver en unas elecciones”, apostilló. “Vamos a luchar la investidura porque es lo coherente con el resultado electoral”, insistió una vez y otra Comín.

Más allá de la patata caliente de la investidura, Comín también intenta cubrir las consecuencias del giro pragmático de Puigdemont. El apoyo a la opción independentista sigue siendo considerable en Cataluña pese a la gran pérdida de apoyo el 12-M. Y Junts per Catalunya, formación que ganó en ese bloque, se apoya para esta campaña en la figura de su líder. Por eso el candidato de Junts a las europeas hace pivotar su campaña electoral sobre el compromiso de dar “continuidad” a la obra del expresident en Europa, siguiendo con la “internacionalización de la causa catalana”.

Como ya ocurrió en las pasadas elecciones catalanas, cierta retórica que recuerda el momento más confrontacional no concuerda con el camino que se quiere seguir. Comín, ayer en la Cadena SER, aceptó que la lucha de Junts por la oficialidad pasa por tener al Gobierno central a favor. “Hay un momento en el que las negociaciones de esta magnitud necesitan una implicación directa de los jefes de Gobierno. Pues esta es una carta que el Gobierno español aún tiene pendiente de utilizar. Y si tienen que utilizarla, la tendrá que utilizar”, explicó.

Esquerra también insiste en el argumento del personalismo sobre el que descansa Junts. Respecto a un partido centrado en su líder, Riba insiste en mostrarse como la líder del independentismo útil en Europa para los ciudadanos. Una línea donde, de momento, ha tenido que soslayar algún exceso verbal de Molina y la crisis interna de los republicanos. Sus rivales electorales cuestionan que los cinco años de Puigdemont como eurodiputado hayan sido muy prolíficos, más allá de dedicarse a él mismo. ERC publicó una estadística que recoge las leyes e informes que ha negociado cada eurodiputado catalán en la legislatura 2019-2024. Son 41 en el caso de Diana Riba, de ERC; 22 de la mano de Jordi Cañas, Ciudadanos; 12 de Javi López, PSC, y 4 de Dolors Montserrat, PP. El saldo de Puigdemont es de 0. Junts mantiene que el expresidente catalán ha Puigdemont ha registrado 202 preguntas parlamentarias y ha impulsado más de 1.100 enmiendas.

En las filas de ambos partidos es ampliamente compartido que estos cuatro años se ha hablado de la independencia de Cataluña como nunca en Europa. Clara Ponsatí, que se alejó de Puigdemont tras la sentencia sobre la inmunidad, es la voz cantante de cierta parte más esencialista del independentismo que lamenta que tras tanto trabajo se blanquee al Gobierno “represor” con la amnistía. Los republicanos, por su parte, creen que hay otro punto más delicado que gestionar. “Si queremos que algún Estado al menos se mire la carpeta catalana, es necesario superar el 50% de voto independentista en elecciones convencionales, donde participen tanto quienes están a favor como quienes están en contra, de manera sólida y sostenida en el tiempo”, explican fuentes de su cúpula. El 9-J el independentismo podría toparse con la cuarta derrota consecutiva en ese aspecto

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