De cocinera a francotiradora: las ucranias luchan por la igualdad en el ejército
“Mi sueño es que algunas lleguen a generales”, dice la responsable de género de las Fuerzas Armadas del país en guerra, donde en torno al 7% del millón de efectivos son mujeres


“¿Por qué abandonaste a tus hijos? ¿Estás ganando mucho en el ejército?”, preguntaron a Vatra, madre de un niño y una niña. “Estás sirviendo en lugar de criarlos. Deberías quedarte en casa”, comentaron a Bilka, madre de dos chicas. “¿Y si mueres? Si no eres madre, no eres nada”, tuvo que leer en sus redes sociales Ruta, madre de tres hijos.
Los testimonios de estas militares ucranias reflejan la pedregosa senda hacia la igualdad entre hombres y mujeres en el ejército en plena invasión rusa. Son de la campaña Veteranka, con la que se trata de normalizar la presencia femenina en las Fuerzas Armadas de su país. Los prejuicios y estereotipos no solo se encuentran en la trinchera, también en la sociedad y las familias. “Ser mujer en el ejército significa enfrentarse a las dudas de los demás todos los días”, destaca la médica de combate Katerina Priimak, responsable de esa iniciativa independiente.
“Mi sueño es que algunas lleguen a generales”. La que aspira a ese reto es Oksana Grigorieva, de 49 años y responsable de género del ejército. Hasta el pasado mayo y desde 2022 ocupaba ese puesto en el Ejército de Tierra, con lo que ya lleva varios años de recorrido en este reto. Sin embargo, lo que tiene por delante no es una tarea sencilla, pues muchos, señala, siguen viendo a la mujer como cocinera o costurera más que como francotiradora o conductora de tanques.
En la actualidad hay unas 72.000 mujeres en el ejército de Ucrania, en torno al 7% del millón de efectivos del ejército. De esta cifra, 19.000 ocupan puestos civiles, como Grigorieva. Unas 5.500 se encuentran desplegadas en zonas de combate. La llamada a filas obligatoria de los varones de entre 25 y 60 años bajo la ley marcial de 2022 ha reducido el porcentaje de mujeres en el ejército, al que llegan de manera voluntaria, pero su número no ha dejado de aumentar.
El país prevé reformas, también en materia militar, para acercarse a la Unión Europea y la OTAN. Al mismo tiempo, lleva envuelto en una guerra desde que en 2014 tropas rusas irrumpieron en el este antes de desatar la gran invasión en 2022. Desde 2018, un nuevo marco legislativo impulsa la igualdad, resalta Grigorieva. Ahora, sobre el papel, las mujeres pueden estudiar la carrera militar y acceder a cualquier posición, también de combate. “Este es nuestro gran logro y estamos orgullosos de haberlo conseguido”, subraya.
Los prejuicios y el machismo siguen complicando el camino de las que eligen esta carrera y van ascendiendo: “El hecho de que sea guapa y joven no significa que sea la amante de cualquiera”, lamenta Grigorieva refiriéndose a una mentalidad anclada en el pasado y ajena a los méritos. Estas actitudes complican el camino de los cambios legislativos para combatir decididamente delitos como la violación o el abuso sexual, o el acoso, pues, si se mira hacia atrás en la antigua república soviética, es una materia apenas abordada, agrega.

“Los que antes eran civiles llegan ahora al ejército sin saber qué es el Convenio de Estambul”, señala la responsable de género refiriéndose al tratado del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres, una iniciativa a la que Kiev se ha adherido. “Bueno, solo estaba flirteando porque me gusta”, es otra expresión que se puede escuchar a los soldados, según Grigorieva, que explica que en todo proceso de formación militar se incluyen capítulos para acabar con la discriminación y el acoso. Atrás quedaron los tiempos en los que eso suponía una multa de apenas 360 grivnas (unos siete euros). Ahora, en el nuevo código disciplinario militar, esos comentarios pueden suponer la retirada de una parte sustancial del salario. En todo caso, Grigorieva destaca la presencia de asesores de género en todas las unidades ―disponen de unos 700― y defiende que el acoso no está entre los principales problemas.
Le preocupa más que, una vez aceptado su papel en posiciones de combate, “no todos los comandantes vean a la mujer capacitada para el liderazgo”. Por eso su “principal objetivo” es que haya “cuantas más mujeres mejor en posiciones de liderazgo”, subraya, porque “ni siquiera tenemos a una de ellas al frente de una brigada” (de 5.000 a 7.000 efectivos) y “solo una lidera un batallón” (sobre medio millar). Pero recuerda que eso es, esencialmente, el camino que deben recorrer en la carrera militar tras la nueva legislación de 2018. Pero no todo se gestiona a golpe de reglas escritas que hay que poner en práctica. “Es cierto que todavía se experimenta la pérdida de una mujer mucho más profundamente que la de un hombre”, explica Grigorieva en referencia a un caso que conoce de la muerte de una médica de combate.
Entre las motivaciones que llevan a algunas a dar el paso como voluntarias destacan los casos en los que ellas acaban vistiendo el uniforme porque pretenden que la guerra no llegue a sus hijos. O porque han perdido a un familiar y lo convierten en un revulsivo para unirse a la defensa de Ucrania.
Sin embargo, una de las historias que más le ha chocado ha sido la de un matrimonio, ambos militares de contrato, con dos hijos, un bebé de ocho meses y un niño de tres años de un matrimonio anterior. En 2022 decidieron que fuera ella la que se desplazara al frente como médica de combate. La ley permite, cuando se trata de una pareja, que uno de los dos no acuda a filas. La mujer —de la que Grigorieva no da el nombre— llegó a decir en medio de las dudas del entorno familiar de su pareja: “Soy una combatiente”. Tras tres años, la relación ha saltado por los aires y el ejército ha intervenido para que, en el divorcio, ella no pierda la patria potestad y, a su vez, llamar al exmarido obligado a filas. Ahora ella sigue siendo militar, pero en la retaguardia.
En posiciones de combate, las estrecheces y el peligro impiden hacer entre ellos y ellas las distinciones que se consiguen, por ejemplo, en lugares de entrenamiento o acuartelamientos fuera de primera línea. La intimidad no entiende de género en la trinchera. Tras más de 11 años de guerra, las redes sociales reflejan a veces esa transformación en la que vive Ucrania. La foto de una precaria letrina salpicada de orines en el frente y publicada por una militar sirve para dar un toque de atención con sorna: “Aquí también hay que saber apuntar, compañeros”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Más información
Archivado En
Últimas noticias
Avisos naranjas en cuatro comunidades y un fin de semana de lluvias, nieve y frío invernal
María Guardiola alienta la idea del pucherazo en Extremadura tras 48 horas de silencio: “El derecho a votar se ha hurtado”
El Valencia Basket tras competir en Israel: denuncia insultos racistas y violencia verbal en su partido contra el Maccabi
Moscú celebra el fracaso de la UE al no lograr movilizar para Ucrania los fondos rusos congelados
Lo más visto
- El Supremo condena a ‘Okdiario’ y a Eduardo Inda por intromisión en el honor de Iglesias al acusarle de cobrar de Venezuela
- Los hijos de Isak Andic negocian un acuerdo para pagar 27 millones a la pareja del empresario y cerrar el conflicto por el legado
- Irene Escolar: “Si la gente se droga es porque encuentra en ello una anestesia que necesita. Negarlo es absurdo”
- La asociación mayoritaria de guardias civiles no está de acuerdo con la DGT en sustituir los triángulos por la baliza V16
- Eduardo Casanova anuncia que tiene VIH: “Hoy rompo este silencio tan doloroso”





























































