El magnate populista Andrej Babis gana las elecciones legislativas en Chequia sin mayoría para gobernar
El conocido como el ‘Trump checo’ necesita el apoyo de partidos radicales euroescépticos y prorrusos para optar a un segundo mandato como primer ministro


El multimillonario Andrej Babis ha ganado las elecciones legislativas que se han celebrado este viernes y sábado en Chequia. La Alianza de Ciudadanos Descontentos (ANO, que significa “sí” en checo), del partido del magnate populista, conocido como el Trump checo, ha obtenido un 34,6% de votos con el 99,9% escrutado. El resultado es mejor de lo que preveían las encuestas, pero insuficiente para gobernar sin el apoyo de otras formaciones ultras. Necesitaría a la extrema derecha liderada por el SPD, el partido Libertad y Democracia Directa, que tiene el 7,8% de apoyos, y al partido de los Automovilistas, que se opone a las políticas verdes y suma 6,8%.
Juntos, según los resultados parciales (que todavía pueden cambiar), llegarían a 108 escaños de los 200 de la Cámara baja. El carácter soberanista, euroescéptico y prorruso de algunas de estas formaciones podría impactar en la situación de Chequia en la UE y la OTAN. Babis comparte además con ellos el discurso xenófobo antiinmigración, el rechazo a la ayuda militar a Ucrania y la defensa de la soberanía nacional frente a lo que llama “los dictados de Bruselas”.
Tras conocer el escrutinio parcial junto a sus seguidores, Babis ha celebrado su “resultado histórico” y ha anunciado que negociará con el movimiento SPD y los Automovilistas para formar un Gobierno liderado por su partido. “Será muy difícil, pero estamos preparados”, declaró.
Spolu (Juntos), la coalición conservadora que gobernaba el país con Petr Fiala como primer ministro, ha obtenido un 23,3%. La popularidad del Ejecutivo se ha visto lastrada por la inflación, el alto coste de la energía y la escasez de vivienda. Uno de los socios del Gobierno, el partido de Los Piratas, abandonó además la coalición en septiembre pasado y en junio Fiala se enfrentó a una moción de censura —a la que sobrevivió— tras un escándalo que involucraba al ministro de Justicia. La izquierda radical encabezada por los comunistas, cuya candidatura, Stacilo! (¡Basta!), podía ser también determinante para Babis, no ha superado el umbral del 5% de papeletas y se queda fuera del Parlamento, según el escrutinio aún incompleto.
Fiala ha felicitado a Babis por la victoria y ha reconocido su fracaso: “Mi objetivo era volver a formar un Gobierno democrático con la estructura actual. Pero está absolutamente claro que ahora eso no será posible”.
Babis, con el aval de hombre de negocios y promesas como bajar impuestos y subir pensiones y ayudas sociales, ha convencido de que, con él al frente del Gobierno, a los checos les irá mejor. El ex primer ministro, que gobernó entre 2017 y 2021, ha acusado al Ejecutivo de querer subir la edad de jubilación y de recortar el gasto social mientras aumentaba la ayuda militar a ucrania. Una de sus grandes promesas electorales ha sido también terminar con la iniciativa checa para conseguir más munición para Ucrania.
Los partidos que forman la coalición de Gobierno intentaron convencer a los votantes con la misma dicotomía que se ha visto en otros países de la zona. Debían elegir, advertían, entre mantenerse anclados en la UE y la OTAN o que el país se alinee con otros Estados miembros cercanos a Moscú, como Hungría y Eslovaquia. También intentaron recordar los conflictos de intereses de Babis, propietario del gigante agrícola y químico Agrofert, un grupo empresarial que recibe ayudas europeas directas. Insistieron en sus temas pendientes con la justicia, como los casos de presunto fraude por el uso de esos fondos o las denuncias por irregularidades en la compra de lujosas propiedades en Francia.
Pero, como dice Petr Just, jefe del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Metropolitana de Praga, “a sus votantes no les ha importado demasiado”. Él, que cuenta con un potente equipo de comunicación, se ha defendido además con el argumento de que tras esos cargos y acusaciones solo hay motivaciones políticas de sus oponentes.
Trump y Orbán como modelos
A Babis se le suele comparar con el presidente estadounidense, Donald Trump, como hombre de negocios metido a político populista, con una visión más transaccional que ideológica de la política. También con el ultranacionalista húngaro Viktor Orbán y el eslovaco Robert Fico, con quienes muchos temen que se alíe en la UE en asuntos como el bloqueo de la ayuda militar a Ucrania o en su cruzada antiinmigración y contra el pacto verde.
Just coincide en que se parece a Trump en su enfoque hacia la política “con pragmatismo y beneficios, y no tanto ideológico”. Babis además admira en el estadounidense su carácter resolutivo y que nada más llegar al cargo empezó a firmar órdenes ejecutivas.
El ganador de estos comicios ha adoptado la gorra de beisbol roja con el lema Chequia fuerte. Con todo, y aunque se declara trumpista, el magnate, de 71 años y nacido en Bratislava, ha criticado al mandatario estadounidense a cuenta de los aranceles y por no lograr resolver la guerra en Ucrania en 24 horas, como había prometido. También ha desafiado la imposición de gastar un 5% del PIB en defensa, que ha asegurado que no cumplirá para destinar esos fondos al presupuesto social.
También se le compara con el primer ministro húngaro ultraconservador, Viktor Orbán. Babis dice abiertamente que es “un modelo para él”, y se integra con su partido y otras formaciones de extrema derecha con inclinaciones prorrusas en el grupo Patriotas por Europa del Parlamento Europeo. Coinciden en sus pulsiones autoritarias, en el gusto por controlar los medios de comunicación y la justicia, y en su odio a todo lo que consideran progresista y woke, a lo que atribuyen el declive de occidente.
Pero frente a las supermayorías de Orbán, que le permiten hacer cuantas reformas constitucionales desea, en Chequia hay todavía contrapesos, como el Senado, la necesidad de convocar un referéndum y el presidente, Petr Pavel, un exgeneral atlantista y europeísta que tiene poder de veto.
El dirigente húngaro ha felicitado a Babis por su victoria poco después de conocerse: “Un resultado contundente para todos aquellos que creen en una Europa de naciones soberanas, y no en la burocracia de Bruselas”, ha escrito en X. Vlastimil Havlík, politólogo de la Universidad Masaryk de Brno y del Instituto Nacional SYRI, no prevé sin embargo que Babis, que en casa tiene un discurso antieuropeo, vaya a ser tan problemático como Orbán en Bruselas. “Es un hombre de negocios y sus empresas dependen de los subsidios de la UE y del acceso al mercado común”, señala. Todo el mundo lo describe como pragmático y capaz de defender una cosa y la contraria, según por dónde sople el viento de la opinión pública.
Los analistas no lo consideran abiertamente prorruso y ha condenado la invasión de Ucrania. Pero varios factores apuntan a que sus posiciones pueden perjudicar a Kiev. Está por ver qué concesiones hará a sus posibles aliados para lograr gobernar y mantenerse en el poder, más allá de retirar la ayuda militar a Ucrania. También se verán afectadas las ayudas a los refugiados ucranios, aprovechando una corriente en contra en el país y el argumento de que la prioridad son los checos.
Los resultados de este sábado serán oficiales después de que el lunes los analice la Comisión Electoral Estatal y se publiquen, probablemente, el martes. Pero las negociaciones para sumar los apoyos necesarios para formar Gobierno comenzarán previsiblemente este domingo. El presidente Pavel ha advertido de que no firmará nombramientos de ministros que defiendan la salida de Chequia de la OTAN o la UE. También analiza la compatibilidad de los negocios de Babis con el cargo de primer ministro, mientras el Trump checo se prepara para su segundo mandato.
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