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Trump propone al resto de la OTAN aranceles secundarios sobre China para que fuerce a Rusia a acabar la guerra

El presidente de EE UU insiste en que los aliados deben frenar las compras de crudo ruso, a pesar de que solo dos lo hacen: Hungría y Eslovaquia, con gobernantes cercanos tanto a Putin como al republicano

Donald Trump mira al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, en julio en la Casa Blanca.
Iker Seisdedos

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, empleó este sábado, de nuevo, el comercio internacional como arma de presión geopolítica. Trump ha llamado al resto de países que forman parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN, que es una alianza militar, no económica) para cerrar una nueva ronda de “importantes sanciones” a Rusia, el fin de las compras de petróleo procedente de ese país y aranceles secundarios sobre China, el mayor comprador de crudo ruso. Todo ello con un objetivo: forzar a Moscú a poner fin a la invasión de Ucrania.

“Estoy listo para imponer sanciones importantes a Rusia cuando todas las naciones de la OTAN hayan acordado hacerlo y hayan comenzado, y cuando todas las naciones de la OTAN DEJEN DE COMPRAR PETRÓLEO A RUSIA”, escribió el mandatario en un mensaje en su red social, Truth, publicado de buena mañana (hora de Washington). “El compromiso de la OTAN para GANAR ha sido mucho menor del 100%, ¡y la compra de petróleo ruso por parte de algunos ha sido impactante! Esto debilita enormemente su posición negociadora frente a Rusia. Estoy listo para ‘actuar’ cuando ustedes lo estén. Solo digan cuándo”.

El anuncio llega días después de que el martes drones rusos invadieran el espacio aéreo de Polonia, miembro de la OTAN, una alianza que, en virtud de su artículo quinto, obliga a la ayuda mutua en caso de agresión injustificada. El ataque, minimizado por Trump, que pareció comprar el jueves la teoría de que se debió a un error, añadió presión sobre el presidente de Estados Unidos, mientras Varsovia le exigía una respuesta contundente. De momento, el de este sábado ha sido el único gesto, aunque tímido, digno de ese nombre.

Es una muestra más del carácter efectista de las amenazas del republicano. En realidad, la gran mayoría de países de la Alianza Atlántica dejaron de importar crudo ruso hace tiempo. Solo dos lo siguen haciendo: Hungría y Eslovaquia. Ambos tienen al frente de sus gobiernos a dos firmes defensores del ruso Vladímir Putin y del propio Trump: los ultraderechistas Viktor Orbán y Robert Fico, respectivamente.

Trump hizo la campaña que lo llevó de regreso a la Casa Blanca prometiendo que acabaría con la guerra de Ucrania en su primer día en el Despacho Oval, promesa que 237 días después aún no ha cumplido. Confiaba en que su buena relación personal con el presidente ruso, Vladímir Putin, le serviría para lograrlo, pero este lleva meses jugando al despiste y con la paciencia de su homólogo, que ha amagado con sanciones que no acaban de llegar.

El pasado 15 de agosto, ambos se reunieron en una base militar de Anchorage, en Alaska, un encuentro en el que el presidente estadounidense no solo sacó a Putin del aislamiento internacional en el que se hallaba y olvidó las amenazas de imponer nuevos aranceles a Rusia para forzar un cambio de idea del Kremlin; también dio por buenas las principales reclamaciones del líder ruso para empezar a hablar del final de la guerra.

Desde entonces, Putin no ha dejado de elogiar a Trump mientras intensificaba su campaña bélica. El mayor ataque con misiles y drones sobre Ucrania de los tres años y medio de guerra llegó el pasado domingo. Todas esas acciones militares parecen diseñadas para provocar a Trump a que endurezca su postura con Rusia y para dejar claro que Putin solo está dispuesto a terminar la guerra en sus propios términos.

En su mensaje de este sábado, el presidente republicano también enarbola un arma de presión a China, el mayor importador de petróleo ruso del mundo, a quien llama a imponer un arancel “de entre el 50% y el 100%, que se retiraría completamente una vez que termine la guerra entre Rusia y Ucrania”. Esa medida, confía, “ayudará mucho a TERMINAR esta guerra mortal, pero RIDÍCULA. China tiene un fuerte control, incluso dominio, sobre Rusia, y estos aranceles poderosos romperán ese dominio”.

Trump ya utilizó ese mismo argumento cuando anunció sus duros aranceles a la India, el segundo máximo comprador de crudo de ese origen y el que, aprovechando los fuertes descuentos a los que se ha visto obligado Moscú, más ha disparado las adquisiciones desde el inicio de la guerra. Los productos importados desde ese país sufren un gravamen del 50%, el más alto del mundo junto con el impuesto a Brasil por razones ideológicas: con esas tasas, Trump busca presionar al país iberoamericano por el juicio a su amigo Jair Bolsonaro, condenado esta semana a 27 años de cárcel por golpismo.

Rusia coquetea con la recesión, pero Putin está convencido de la resiliencia de su economía y de que esta le permitirá continuar con su aventura bélica. Un estrangulamiento de lo que le queda del negocio exportador de crudo podría poner en peligro esos planes.

“Si la OTAN hace lo que digo, la guerra terminará rápidamente. Si no, solo están perdiendo mi tiempo, y el tiempo, la energía y el dinero de Estados Unidos”, escribe el presidente estadounidense.

Las propuestas de Trump al resto de Estados miembros de la OTAN llegan pocos días después de que Moscú diese un paso más en la escalada con una inédita incursión de drones en Polonia. También, paradójicamente, menos de 24 horas después de que se conociese que los equipos negociadores de EE UU y de China se verán las caras estos próximos días en Madrid para tratar de encontrar una salida a su dura pugna comercial.

Cuando Trump anunció el pasado 2 de abril su intención de imponer aranceles a decenas de sus socios comerciales para equilibrar una balanza, a su juicio, injusta, comenzó una escalada de tasas entre China y Estados Unidos que acabó en gravámenes del 145% de Washington hacia Pekín, y del 125% en el sentido contrario. En mayo, ambos países anunciaron una tregua y una reducción de los aranceles al 30%. Esa tregua está pendiente de materializarse en un acuerdo más completo.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal jefe de EL PAÍS en EE UU. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.
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