Kim aprovecha su viaje a China para prometer a Putin ayudarlo “en todo lo que necesite”
El líder norcoreano coincide por primera vez en Pekín en un evento multilateral con otros mandatarios, uno de sus movimientos diplomáticos más trascendentes

En un Pekín que el presidente chino, Xi Jinping, había preparado para exhibir músculo armamentístico y capacidad de liderazgo global, la persona que ha atraído gran parte del protagonismo ha sido el líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong-un. Tras asistir al desfile militar por el 80º aniversario de la rendición de Japón en 1945 ―lo que en China se denomina la victoria “en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y la Guerra Mundial Antifascista”―, Kim se reunió con su homólogo ruso, Vladímir Putin, a quien prometió “seguir ayudando en todo lo que necesite” para su guerra en Ucrania. “Lo consideraremos una obligación fraternal”, cita la agencia surcoreana Yonhap.
La presencia del mandatario norcoreano en la capital china para el evento que conmemora el final de la II Guerra Mundial supone un salto exponencial en la proyección internacional de Kim, y una oportunidad sin precedentes para ampliar su círculo diplomático. Es la primera vez desde que asumió el poder en 2011 que el presidente del régimen más hermético del planeta ha tenido ocasión de coincidir con una veintena de mandatarios internacionales, aunque sea de manera informal, lo que convierte su viaje a China en uno de sus movimientos más trascendentes desde las históricas cumbres con Donald Trump durante el primer mandato del presidente estadounidense.
Putin “agradeció” durante el encuentro bilateral en suelo chino la participación de tropas norcoreanas “en la lucha conjunta contra el neonazismo moderno”, recoge la agencia rusa Tass, y destacó que Moscú “nunca olvidará” las bajas que ha sufrido el ejército norcoreano en el frente ruso de Kursk. Unos 15.000 soldados norcoreanos se han desplazado allí desde octubre del año pasado y alrededor de 2.000 han fallecido, de acuerdo con estimaciones revisadas de los servicios de inteligencia surcoreanos. El martes, la agencia gubernamental surcoreana afirmó que Pyongyang prevé enviar otros 6.000 efectivos en las próximas semanas.
Kim se despidió de Putin con un abrazo tras dos horas y media de conversación, a lo que su contraparte rusa respondió: “Te esperamos, ven a visitarnos”.
Corea del Norte y Rusia han protagonizado un año de acercamiento estratégico. En junio de 2024, sus dirigentes sellaron un acuerdo de asociación que incluye un tratado de defensa mutua en caso de agresión y pactaron el envío de soldados y material militar norcoreano para ayudar al Kremlin en su ofensiva contra Ucrania. Se cree que, a cambio, Pyongyang está recibiendo tecnología clave en el campo balístico y nuclear.
Corea del Norte vive desde hace casi dos décadas bajo sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU debido al desarrollo de su programa nuclear y de misiles balísticos. Y la foto de este miércoles de Xi flanqueado en el palco de honor de Tiananmén por Kim a su izquierda y Putin a su derecha no ha gustado a Trump. En Truth, la red social del presidente, el inquilino de la Casa Blanca ha sugerido que la congregación de los tres es una “conspiración contra Estados Unidos”.
Yuri Ushakov, exembajador ruso en Washington, también presente en el encuentro con Kim, ha asegurado en declaraciones a la televisión pública rusa que “nadie ha tramado ninguna conspiración, ni tejido un complot”. “Es más, a ninguno de los tres líderes se le pasó por la cabeza”, agregó.
En cualquier caso, el encuentro supone un gol para Trump, que ha presumido de su relación personal con Putin, Xi y Kim y de sus dotes de mediador, aunque no ha logrado avances sustanciales para lograr un alto el fuego en Ucrania y fracasó en sus intentos de 2018 y 2019 por avanzar en la desnuclearización de la península coreana.
La última vez que un dirigente norcoreano participó en un gran evento multilateral fuera de su país fue en 1959, cuando Kim II-sung (fundador del régimen y abuelo de Kim Jong-un) asistió en Pekín al desfile militar por el 10º aniversario del establecimiento de la República Popular. Su hijo y sucesor, Kim Jong-il (padre del actual líder), salió de Corea del Norte en contadas ocasiones durante sus 17 años de mandato, solo a China y a Rusia, para encuentros bilaterales. En su última visita a Pekín, en 2010, fue acompañado de Kim Jong-un. Es un gesto que, ahora que la hija mediana de Kim Jong-un, Kim Ju-ae, se encuentra en la capital china, ha aumentado la especulación sobre la posibilidad de que sea la sucesora de la dinastía.
Esta es la primera visita de Kim a China desde 2019. Aunque las relaciones entre Pekín y Pyongyang habían perdido fuelle en los últimos años, el gigante asiático sigue siendo el principal socio estratégico y comercial del régimen norcoreano, con el que también tiene un tratado de defensa. El viaje de Kim se interpreta como una señal de acercamiento entre dos vecinos que comparten casi 1.400 kilómetros de frontera terrestre y como un intento de Pyongyang de reequilibrar su política exterior con una apuesta por su viejo aliado, consciente de que el respaldo chino es vital para su supervivencia económica. Es, además, otro canal de apoyo en caso de que la relación con Moscú se desgaste.
Analistas citados por la agencia surcoreana Yonhap consideran que la imagen al lado de otros dignatarios permitirá proyectar dentro del país la narrativa de que Corea del Norte no es un paria global, sino un actor con peso en la escena internacional. Además, al desfile han acudido dirigentes de naciones con un historial de compra de armamento norcoreano, como Irán, Myanmar o Pakistán, lo que también podría abrir oportunidades de negocio. Antes de partir hacia China, Kim visitó instalaciones de producción de misiles, en un nuevo intento de subrayar su estatus como potencia nuclear.
Michael Madden, experto en liderazgo norcoreano del laboratorio de ideas estadounidense Stimson Center, sostiene que la mera presencia de Kim sin el andamiaje de la propaganda oficial “tiende a desarmar a los interlocutores extranjeros” y puede incluso llevar a mandatarios que hasta ahora rehuían cualquier contacto con Pyongyang a reconsiderar su postura tras conocerlo en persona, recoge Reuters.
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