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La ONU da el primer paso hacia la gobernanza global de la inteligencia artificial

España y Costa Rica presentan el borrador cero de un proceso de diálogo que para el secretario general, António Guterres, es la iniciativa más importante de la organización en 2025

La Asamblea General de la ONU en Nueva York, el 4 de marzo
María Antonia Sánchez-Vallejo

Dos países de lengua española lideran el proceso intergubernamental que conducirá al diálogo global de la ONU sobre gobernanza de la Inteligencia Artificial (IA), cuyo ámbito de actuación y expresión es por defecto la angloesfera. España y Costa Rica son en terminología de la ONU “cofacilitadoras” de una iniciativa que definirá los términos de referencia y las modalidades de funcionamiento —la estructura, el armazón— de lo que aspira a ser el marco global de referencia para abordar los desafíos y oportunidades de la IA, un proceso que para el secretario general António Guterres es el más importante de cuantos acometa la ONU en 2025. La iniciativa deriva del Pacto Mundial Digital alcanzado en septiembre durante la Cumbre del Futuro.

El gran diálogo global, que arrancará idealmente en noviembre y tendrá una periodicidad anual y dos copresidentes, “de un país desarrollado y de un país en desarrollo”, aspira a conciliar intereses, muchas veces contrapuestos, incluidos los de EE UU y China, con sus indisimuladas ambiciones de hegemonía; poner la IA al servicio de la consecución de los objetivos de desarrollo (ODM) y aprovechar las oportunidades que la tecnología ofrece para estrechar la brecha digital que separa al norte del sur global. Con estos considerandos, el grupo de trabajo ha llevado hasta ahora a rajatabla el calendario: este miércoles se ha presentado al presidente de la Asamblea General, Philémon Yang, el borrador cero del proceso.

En el origen está una propuesta de hoja de ruta de Guterres en junio de 2020, la constitución de un órgano asesor tres años después, y tres resoluciones de la Asamblea General adoptadas el año pasado: una presentada por EE UU, otra por China y la última, a propuesta de Corea del Sur y Países Bajos, sobre la IA aplicada al ámbito militar y sus posibilidades para la paz y la seguridad internacionales.

La amplitud de la IA, que abarca campos tan dispares como la educación, los derechos humanos, la medicina, la defensa o la comunicación, exige la confluencia de intereses de Estados miembros, sector privado y sociedad civil. En noviembre de 2024, el presidente de la Asamblea General nombró a los representantes de España y Costa Rica para liderar un proceso intergubernamental con dos grandes patas: el Panel Científico Independiente Internacional, para “promover la comprensión científica a través de evaluaciones de impacto, riesgo y oportunidad”, y el Diálogo Global sobre Gobernanza, una plataforma, anclada en la ONU, que con un carácter más político tendrá como objetivo garantizar “unas discusiones abiertas, transparentes e inclusivas” sobre la gobernanza de la IA, además de contribuir “a los objetivos de desarrollo sostenible, el respeto y promoción de los derechos humanos y a la diversidad lingüística y cultural”. Ambos pilares estarán apoyados por una secretaria de la ONU.

“Riesgos y oportunidades”

Héctor Gómez, embajador de España ante la ONU, subraya “el interés de Naciones Unidas en establecer un marco de diálogo y de científicos, de expertos, para identificar los riesgos, también las enormes oportunidades que ofrece la inteligencia artificial; atender e intentar evitar desequilibrios en función de continentes y sensibilizar a la empresa privada de que es importante que lo público y lo privado vayan de la mano en este campo, cuyo impacto en nuestra sociedad se prevé que sea muy grande en los próximos años”. Tanto Gómez como Maritza Chan, representante permanente de Costa Rica, han sido nombramientos nominativos del propio Guterres.

“Nuestro mandato es conformar el panel científico y el diálogo global, [recoger] las aportaciones para ultimar el borrador cero con propuestas concretas de estructura, miembros, composición, tanto del panel como del diálogo global”, explica Gómez. La idea, subraya, es celebrar los primeros encuentros “del Panel Científico y el Diálogo Global a finales de 2025”. Desde la composición del panel se articularán todas las líneas de actuación de los grupos de trabajo, “con expertos de primerísimo nivel, en los campos que decida el panel científico”. Ese panel estará compuesto por un comité de 20 expertos, nombrados por Guterres, que se apoyará en 40 asesores, nombrados por la Asamblea General; todos deberán ser elegidos en función de sus capacidades pero teniendo en cuenta criterios “geográficos y de género”.

La labor de España y Costa Rica como comadronas de este importante proceso no es otra “que la arquitectura, la estructura, el organigrama, conformarlo, montarlo, establecer las líneas de actuación no encaminadas, precisamente, a establecer un marco regulatorio, sino de gobernanza”. La colaboración del sector privado ha sido, según el embajador español, “muy favorable, muy positiva”. La confluencia de intereses de los interlocutores ha sido “absolutamente positiva por parte no solo de todos los Estados miembros, todos sin excepción, sino también del ámbito privado”.

Cuesta encontrar una iniciativa o proyecto de la ONU en el que las líneas de falla de la organización (el norte, el sur global, los intereses de las superpotencias, cuando no su derecho de veto en el Consejo de Seguridad) no queden de relieve. El embajador español rehúsa diplomáticamente pronunciarse por un posible desinterés de EE UU, cuya diplomacia ha dado un giro de 180º con Trump, y señala la confluencia y “fluidez” de este proceso previo.

El desarrollo del proceso no estará exento de baches, como recordaba en una reciente comunicación el llamado G77 (grupo de países en vías de desarrollo, más China). “El Grupo cree que debemos tener en cuenta el problema de la brecha digital. Aunque la tecnología ha sido una herramienta esencial para abordar las necesidades de desarrollo, no todo el mundo tiene el mismo acceso a sus beneficios. Por lo tanto, el Grupo hace hincapié en la importancia de tomar medidas significativas para reducir la creciente brecha digital si queremos crear una Sociedad de la Información inclusiva”. El grupo subrayó también su preocupación por “la falta de conectividad de la infraestructura digital y de competencias”, incluida la educación, los conocimientos especializados y la capacidad humana, “que sigue siendo un reto fundamental en muchos países en desarrollo”.

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