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El enviado de EE UU ve “al alcance de la mano” un alto el fuego en Líbano pese a las exigencias de Israel

Amos Hochstein habla en Beirut de una “oportunidad real” de sellar el conflicto. Netanyahu insiste en la importancia de poder atacar “sistemáticamente” Líbano para impedir que Hezbolá se refuerce

Amos Hochstein, enviado de Estados Unidos para Líbano, a su llegada al encuentro con Nabih Berri, presidente del Parlamento libanés, este martes en Beirut.Foto: Thaier Al-Sudani (reuters) | Vídeo: EPV
Antonio Pita

El enviado de Estados Unidos para Líbano, Amos Hochstein, venía aplazando su enésima visita al país hasta asegurarse de que existía lo que ha definido este martes en Beirut como una “oportunidad real” de acordar un alto el fuego entre Israel y Hezbolá. “Es el momento de tomar decisiones. Estoy aquí en Beirut para facilitar esa decisión, pero al final son las partes quienes tienen que decidir poner fin a este conflicto. Está ahora al alcance de la mano. La ventana de oportunidad es ahora y espero que los próximos días generen una decisión firme”, ha asegurado Hochstein tras reunirse con Nabih Berri, el presidente del Parlamento que negocia en nombre de Hezbolá, después de semanas de “conversaciones muy serias”. Su optimismo contrasta con el momento bélico y las exigencias del Gobierno de Benjamín Netanyahu.

Desde la victoria electoral de Donald Trump en EE UU, el pasado día 5, Israel ha intensificado notablemente sus bombardeos en Líbano, con ataques (inéditos hasta entonces) en el centro de Beirut durante tres días consecutivos, el último a 300 metros de la oficina del primer ministro; y el asesinato del responsable de medios de comunicación de Hezbolá, Mohamed Afif. Acaba, además, de desplegar por primera vez una batería de artillería para la invasión del sur. Pese a su debilidad, la milicia libanesa trata de establecer una ecuación —si atacáis Beirut, atacamos Tel Aviv— y lanzó en la víspera un misil que dejó un muerto e incendios en una localidad cercana.

Todo gira en torno a un borrador de acuerdo presentado por Washington. El primer ministro libanés, Nayib Mikati, dio este lunes una respuesta “positiva”, pero ha pedido por escrito “aclaraciones” sobre algunos puntos “para que no haya confusiones en el futuro”. Este martes, Berri ha mencionado “pequeños detalles técnicos que necesitan trabajo” antes de que Hochstein pueda volar a Tel Aviv con el texto.

La propuesta consiste en un alto el fuego inicial de 60 días y se basa en la resolución 1701 de Naciones Unidas que puso fin a la guerra que Israel y Hezbolá mantuvieron durante un mes en 2006 y que ambas partes han incumplido de forma casi sistemática. La milicia retiraría sus armas y combatientes de los 30 kilómetros entre el río Litani y la frontera que vigilan los cascos azules e Israel, las tropas que avanzan desde hace semanas por el sur. El ejército israelí ha anunciado este martes la pérdida de otro soldado en los combates en el sur (donde más se diluye su abrumadora superioridad armamentística y tecnológica). Ya son 49 en las siete semanas de invasión.

Bombardeo israelí sobre Dahiye, a las afueras de Beirut, este domingo.
Bombardeo israelí sobre Dahiye, a las afueras de Beirut, este domingo.WAEL HAMZEH (EFE)

El texto no incluye el despliegue de fuerzas militares en el sur de Líbano distintas del ejército libanés (que ampliaría su despliegue tras años ausente de la zona en la práctica) o de Unifil, la misión de la ONU que Israel critica con asiduidad y cuyas posiciones ha llegado a atacar de forma intencionada. Pero sí, fruto de la desconfianza y años de incumplimiento, crear un “mecanismo especial” que vigile el cumplimiento de la resolución 1701 con una fuerza multinacional integrada al menos por EE UU (el principal aliado de Israel), Francia, Líbano, Israel y Unifil. El Gobierno de Netanyahu pretende añadir otros dos de sus principales socios en Europa: Alemania y el Reino Unido, según el diario libanés L’Orient Le jour.

El problema va más allá de lo que está negro sobre blanco. También importan las ausencias. La vaguedad ―y los meses de anuncios por Washington de la inminencia de acuerdos de alto el fuego en Gaza que nunca acabaron llegando― dejan más preguntas que respuestas sobre el éxito de la negociación que lleva Hochstein.

Netanyahu, con el viento a favor

Netanyahu (crecido tras los golpes a Hezbolá, con el viento político a favor y partidario de aplicar más fuerza hasta forzar al adversario a doblar la cerviz) dejó claro este lunes en el Parlamento que “lo más importante no es” lo que ponga en “el papel”, sino que su país tiene la “obligación” de “efectuar sistemáticamente operaciones […] incluso después de un alto el fuego”. No solo, agregó, en respuesta a eventuales ataques de Hezbolá, sino también “para impedir que se refuerce”.

El ministro israelí de Energía, Eli Cohen, ha abundado este martes en la idea. Sí a un pacto, ha dicho, siempre y cuando implique “hacer retroceder a Hezbolá, garantizar que no pueda regresar y recuperar sus fuerzas, que los residentes del norte [de Israel] puedan regresar sanos y salvos a sus hogares, y que las Fuerzas Armadas y las fuerzas de seguridad tengan plena libertad de acción [en Líbano], no solo en caso de ataque, sino también en caso de que intenten recuperar fuerzas”, afirmó. El presidente libanés dijo la semana pasada en una entrevista que el borrador de acuerdo no incluye dicho derecho.

Israel quiere, en otras palabras, que solo Líbano quede obligada en la práctica a cumplir la resolución 1701, que prohíbe los ataques e incursiones en Líbano. Su principal vulneración en los años previos era precisamente su penetración constante del espacio aéreo. Ahora, el zumbido de los drones sobre las cabezas de la población se ha convertido en el nuevo sonido cotidiano, incluso en las zonas que no son objetivo; los cazas bombardean a diario decenas de edificios y los soldados y blindados avanzan por tierra en el sur.

Discurso cancelado

La jornada dejó una prueba de lo delicado de la situación y la ambigüedad en torno a los detalles. Hochstein no admitió preguntas en su comparecencia ante los medios. Y un anuncio de discurso de Naim Qasem ―el recién nombrado nuevo líder de Hezbolá tras el histórico asesinato en septiembre de Hasan Nasralá― apenas duró media hora. El partido-milicia chií lo anunció al mediodía, sin especificar hora, y su cadena de televisión, Al Manar, informó poco después de un aplazamiento sine die, sin explicar el motivo.

Hay, sin embargo, un sentimiento de urgencia que puede dar alas al texto, aunque su aplicación quede llena de retos. “La prioridad del Gobierno libanés es un alto el fuego, el fin de la agresión israelí contra Líbano y la preservación de la soberanía libanesa sobre el conjunto del territorio libanés. Todo lo que permita lograr estos objetivos es prioritario”, ha admitido este martes el primer ministro Mikati, que también se ha reunido con Hochstein.

Líbano es un país arruinado, cuyas distintas comunidades ven de formas muy distintas a Hezbolá y su decisión de abrir un segundo frente en solidaridad con Gaza. El conflicto se ha cobrado ya más de 3.500 vidas y ha forzado el desplazamiento de más de un millón de personas. A esto puede sumarse el deseo de un Netanyahu entusiasmado por la victoria de Trump —apenas tardó minutos en felicitarle con “verdadera amistad” por su “gran victoria” y “el mayor regreso [político] de la historia”— de dar al presidente electo de EE UU como “regalo” de bienvenida un acuerdo en Líbano antes de que tome posesión, el 20 de enero, según informó la semana pasada el diario estadounidense The Washington Post.

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Sobre la firma

Antonio Pita
Corresponsal para Oriente Próximo, tras cubrir la información de los Balcanes en la sección de Internacional en Madrid. De vuelta a Jerusalén, donde ya trabajó durante siete años (2007-2013) para la Agencia Efe. Licenciado en Periodismo y Máster de Relaciones Internacionales y Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid.
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