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La UE asume que la victoria de Trump le obliga a reforzar su competitividad, pero rehúsa dar pasos concretos

“Europa no puede seguir posponiendo decisiones”, insta a los líderes el expresidente del Banco Central Europeo Mario Draghi

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, y Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, en la rueda de prensa tras la cumbre informal europea del viernes en Budapest.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, y Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, en la rueda de prensa tras la cumbre informal europea del viernes en Budapest.Marton Monus (REUTERS)
María R. Sahuquillo

La victoria de Donald Trump en Estados Unidos ha activado todas las alertas en la Unión Europea. Esta es una percepción generalizada en la cúpula del club comunitario. La vuelta a la Casa Blanca del republicano, que ha prometido aumentar los aranceles a los productos europeos y que amaga con dejar solos a los Veintisiete en el apoyo a Ucrania, implica la necesidad de actuar con urgencia. Los líderes europeos reclaman dotarse de más herramientas para garantizar la seguridad y soberanía económica, aumentar la productividad para impulsar la competitividad de la economía y dar un salto en defensa para dejar de depender del paraguas del aliado americano. Pero la realidad es que los jefes de Estado y de Gobierno arrastran los pies a la hora de acordar pautas concretas que conjuguen —y sobre todo financien— los enormes retos sobre la mesa.

La Unión Europea ha acordado este viernes en Budapest “explorar y aprovechar todos los instrumentos y herramientas” financieras, así como “desarrollar” nuevas fórmulas para impulsar la competitividad europea, la industria y la transición verde e innovadora y las necesidades militares, según una declaración firmada por los líderes. “Hacer como si nada ya no es una opción”, añaden. Pero los mandatarios europeos no han puesto plazo para esas “nuevas herramientas”, con promesas que son demasiado “volátiles y nebulosas”, según critican varias fuentes diplomáticas y comunitarias. “Falta ambición pese a la urgencia el momento”, dice un alto cargo comunitario. “Es una ensalada tecnocrática de elementos”, dice otro.

El sentido de urgencia es ahora “mayor que hace una semana”, ha remarcado el expresidente del Banco Central Europeo Mario Draghi. “Europa ya no puede seguir posponiendo decisiones, como se ha visto todos estos años, porque esperábamos consenso. El consenso no llegó, solo llegó menor desarrollo, menor crecimiento y el estancamiento que tenemos hoy, así que espero que encontremos un espíritu unido para encontrar la mejor parte de estos cambios”, ha instado el antiguo primer ministro de Italia, que goza en Bruselas de una reputación de gran estadista. Draghi ha presentado este viernes a los líderes europeos su muy esperado informe sobre la competitividad europea, que pide financiar con deuda común un plan para reindustrializar Europa. El documento señala la necesidad de movilizar 800.000 millones de euros al año en inversiones para recuperar el terreno perdido con EE UU y China.

Además, el aumento de un 10% de los aranceles —o incluso más— de EE UU a todas las importaciones europeas puede costar unos 180.000 millones de euros a la Unión, según una estimación del Instituto de Economía Alemana. La Comisión Europea presentará en junio una estrategia para poner en marcha el informe Draghi, ha declarado este viernes la presidenta Ursula von der Leyen. Pero este plazo no compagina con la urgencia de la que hablan los líderes. La jefa del Ejecutivo comunitario recalca que en los últimos años se han hecho algunos avances, pero también que hay que identificar los puntos débiles y trabajar para solucionarlos.

Hubo intentos de hacer una declaración de intenciones mucho más ambiciosa para la reunión de Budapest, pero los líderes de la UE no se ponen de acuerdo en las fórmulas para pagar la enorme factura de no quedarse atrás. No hay apetito, por el momento, en poner sobre la mesa un instrumento de deuda común para financiarla. La mayoría de los líderes prefieren esperar al próximo presupuesto multianual europeo, que se presentará previsiblemente el próximo verano. O incluso al libro blanco sobre defensa que prepara Von der Leyen, más partidaria, no obstante, de clarificar primero en qué proyectos y planes se deben gastar los fondos. Solo después habría que ver cómo reunirlos.

La cumbre de este jueves —organizada por Hungría y la última con Charles Michel como presidente del Consejo Europeo, que en diciembre cederá el puesto al portugués Antonio Costa— no era para tomar decisiones de calado, sino para mantener debates estratégicos, dicen los diplomáticos. Incluso se llegó a pensar que los líderes boicotearían la cumbre negando su asistencia, dados los inicios tormentosos de Budapest en la presidencia semestral de la UE, con las reuniones del primer ministro Viktor Orbán con los líderes de Rusia, Vladímir Putin, y China, Xi Jinping, para hablar de Ucrania. Aunque la victoria del candidato republicano en EE UU puede ser un catalizador para que la UE empiece a ponerse las pilas y eleve la ambición de cara a la cumbre de diciembre, pocas semanas antes de la toma de posesión de Trump.

Un problema es que los 27 Estados miembros tampoco comparten un abordaje sobre cómo relacionarse con el próximo presidente estadounidense. Trump tiene ahora muchos más aliados a los mandos de la UE que en 2017, cuando inició su primer mandato. Ese será el enorme reto de esta legislatura.

Acuerdos con la nueva Casa Blanca

Von der Leyen asegura que, de momento, la estrategia europea respecto a la nueva Administración Trump debe ser encontrar puntos comunes y después negociar. Y uno de esos puntos, siguiendo el espíritu transaccional que rigió el primer mandato del republicano, puede ser labrar un acuerdo para comprar más gas licuado estadounidense, una opción que además propiciaría ir dejando de comprar gas ruso. “Es algo que se puede poner sobre la mesa”, ha dicho la política conservadora alemana en una rueda de prensa en Budapest.

“Hay una cosa clara, juntos, la UE, como europeos, debemos hacer lo que sea necesario por nuestra seguridad”, ha dicho el canciller alemán, Olaf Scholz, enormemente debilitado tras la ruptura del Gobierno de coalición por la salida de los liberales. “No pregunten qué puede hacer Estados Unidos por ustedes, pregunten qué debe hacer Europa por sí misma”, ha apuntado la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. “Europa debe encontrar un equilibrio en competitividad, aranceles…”, ha añadido la líder ultra.

Los jefes de Estado y de Gobierno creen que el informe de Draghi —y el que presentó hace unos meses Enrico Letta, también ex primer ministro italiano— es una buena hoja de ruta. Pero de la teoría a la práctica hay una larga distancia.

Mario Draghi y Viktor Orbán, este viernes en Budapest.
Mario Draghi y Viktor Orbán, este viernes en Budapest.ZOLTAN FISCHER/ HUNGARIAN PM'S P (EFE)

“En el ámbito económico, Draghi lo ha calculado: recuperar la competitividad será caro al principio”, apunta Daniela Schwarzer, de la Fundación Bertelsmann. “Si no se quieren aceptar las ofertas estadounidenses, o ceder ante sus amenazas, hace falta resiliencia financiera para resistir un conflicto. La desesperanza puede crear así la posibilidad de transformar Europa para que se mantenga en una posición más exitosa después, no solo frente a Estados Unidos, sino también frente a otros actores globales; y en la defensa contra amenazas y chantajes tanto económicos como militares”, añade.

La experta sostiene que Europa debería declarar un “decenio de política de seguridad”, un plan de una década con el que los Estados y la Comisión Europea reduzcan o incluso transformen en puntos fuertes las principales debilidades de su seguridad. “Se trata de dinero, mucho dinero, pero no solo de eso. La cuestión más difícil será hasta qué punto Europa puede hacer que su nueva fuerza militar y económica sea creíble y que también sirva como una Europa unida”, remarca por correo electrónico.

El club comunitario corre el riesgo de perder otro tren si no acelera y si no pone sobre la mesa nuevos mecanismos ambiciosos. “La Unión debe actuar como actor. Si no estás sobre la mesa formas parte del menú”, ha asegurado el alto representante para Política Exterior y Defensa, Josep Borrell. Y ha añadido: “Lo más importante es construir la UE como una gran potencia, una entidad brillante, capaz de actuar. Y no delegar nuestra seguridad en nadie”.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.
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