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Enrico Letta: “Si Europa no actúa, acabaremos simplemente discutiendo si queremos ser una colonia china o americana”

El ex primer ministro italiano, que se traslada a Madrid como decano en el IE y participa este lunes en el foro World in Progress de Barcelona, llama a la UE a acelerar la unión en defensa, energía, telecomunicaciones y finanzas

Enrico Letta
El ex primer ministro italiano Enrico Letta posa ante la ventana de su despacho, en el centro de Roma, este sábado.Matteo Minnella
Íñigo Domínguez

Enrico Letta (Pisa, 58 años) ha ido y venido de la política a la universidad durante toda su carrera. Primer ministro en Italia entre 2013 y 2014, líder del Partido Democrático (PD), eurodiputado, ha dirigido la Paris School of International Affairs en Sciences Po de París y ahora, tras dejar de nuevo la política en 2022, se traslada a Madrid, como nuevo decano de la Escuela de Política, Economía y Asuntos Globales del IE. Antes, ha elaborado por encargo de la Comisión Europea un ambicioso informe sobre el mercado único, Mucho más que un mercado, que aún está presentando en las capitales europeas, hasta noviembre. En ese documento refleja sus soluciones para el futuro de Europa. Y sobre ese futuro hablará en el World in Progress (WIP), el foro organizado por Prisa, EL PAÍS y la Cadena SER en Barcelona, que se celebra este lunes y martes con intelectuales y líderes políticos internacionales. Antes, atiende a este periódico en su despacho en Roma.

Pregunta. Ya estará haciendo las maletas para España.

Respuesta. Sí. Me vengo preparando desde hace 25 años, desde 1999 llevo el único foro de diálogo entre los dos países, y siempre he creído en la integración entre Italia y España, aunque la mayoría en ambos países cree que deben competir entre sí. Elegí Madrid porque la propuesta del IE era estupenda, y Madrid es una hermosa ciudad. Y está Ancelotti, soy fanático del Milán y de Ancelotti, es el mejor entrenador de la historia del fútbol.

P. En Barcelona hablará del futuro. ¿Le preocupa?

R. Como actitud ante la vida, nunca me preocupo por el futuro. Creo que está lleno de oportunidades y hay que anticiparlo. La pandemia nos ha enseñado que el coste de no anticiparse significa vidas humanas. En el cambio climático, significa destrucción. El sistema político tiende a procrastinar las decisiones difíciles, y eso significa tener que gastar mucho más dinero después. El ejemplo lo vivimos juntos en Italia, España, Grecia y Portugal en la crisis de 2008 a 2011. La UE, por posponer decisiones, tuvo que gastar luego mucho más.

P. Pero esto requiere valentía política, decisiones impopulares.

R. Sí, pero existe la dimensión supranacional, que es lo que debe ser reforzado. Todo mi informe sobre el futuro del mercado único europeo es sobre esto. Si logramos tomar decisiones a ese nivel en el momento adecuado, esto ayudará a los líderes nacionales a enfrentarse a los problemas. Otro ejemplo de actualidad: el coste de defensa. Llegará la retirada de Estados Unidos, gane Trump o no, es un hecho. Europa tendrá que gastar más, pero ¿qué país va a recortar en hospitales para esto? Mi idea, un tanto creativa, es utilizar los fondos del MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad). Se creó como una herramienta de emergencia, y existe una emergencia de defensa. Los ministros que ahora se están rompiendo la cabeza para cuadrar los presupuestos tendrían una ayuda.

P. En su informe para la UE ha viajado a 65 ciudades, habló con mucha gente. ¿Cuál ha sido la sensación dominante que ha encontrado?

R. La necesidad de pragmatismo por parte de Europa. Y la sensación de fastidio hacia cosas incomprensibles.

P. ¿Por ejemplo?

R. Por ejemplo, las siglas. Una de las cosas más odiosas de Europa, una forma de crear obstáculos entre el hablante y el oyente. Y, en cambio, del otro lado, he visto la conciencia de que Europa es el único nivel donde se pueden encontrar soluciones. Y paradójicamente encontré más disponibilidad hablando con la gente que con los líderes. Los líderes te dicen: “Sí, tienes razón, hay que unir el mercado de las telecomunicaciones, tener 27 mercados es ridículo, pero cómo digo a la opinión pública que cerramos la autoridad nacional y hacemos una sola europea”. O, algo sobre lo que insisto: eliminar el prefijo nacional telefónico. Nadie me ha explicado todavía por qué no se puede. El 34 de España, el 39 de Italia, podríamos hacer un 2 europeo, y ya.

P. Anticipación, la gente va por delante de los políticos.

R. Sí. En toda Europa, de Tallin a Málaga, la gente es consciente de que estamos en una decadencia dramática, sobre todo los que están en el campo económico. Con la inercia, si no actuamos, corremos el riesgo de acabar simplemente discutiendo si queremos ser una colonia china o americana.

El ex primer ministro italiano Enrico Letta, en su despacho de Roma.
El ex primer ministro italiano Enrico Letta, en su despacho de Roma.Matteo Minnella

P. ¿Cómo ve la situación política en España?

R. Siempre he mirado con mucha envidia la estabilidad política española, pero estoy muy preocupado por uno de los virus de nuestra democracia, el exceso de polarización. Y es bastante impresionante lo mucho que ha avanzado en España, igual que en Italia. Esta violencia verbal que objetivamente existe. Pero España hoy va como un tren desde el punto de vista económico. De las 65 ciudades europeas que visité para el informe, ocho eran españolas.

P. No se quedó en Madrid y Barcelona.

R. Hablé con Jacques Delors antes de que muriera, en diciembre, y su consejo fue claro: “No te encierres en una oficina. Ve a todos los países y no te quedes en las capitales”.

P. ¿Delors cómo veía Europa al final de su vida, estaba preocupado por el futuro?

R. Siempre era optimista, solo le he visto negativo una vez, fue la única vez que rompió su silencio: en marzo de 2020, cuando Alemania bloqueó el paso de las mascarillas hacia Italia e hizo una declaración en la que decía que el virus estaba regresando, y obviamente no hablaba de la Covid, el virus era el nacionalismo.

P. Otro virus que hoy se expande.

R. Sí, no solo se combate en Bruselas. Como decía Delors, se combate sobre el terreno, en las provincias, en las regiones periféricas. Lo que nos dice el Brexit, Trump, es que hay una brecha entre los grandes centros urbanos donde hay oportunidades y las zonas periféricas donde se han perdido. En el informe lancé esta provocación de que junto a la libertad de moverse en el mercado único europeo, debemos poner la libertad de quedarse, de no tener que emigrar de tu país, de donde vives. Si Europa no responde a esta necesidad ganarán los populismos y el nacionalismo. Se remiten a cosas simples: la bandera, el idioma, la frontera. Las fronteras que ya no existen. Por ejemplo, la fusión de Unicredit y Commerzbank es una prueba importante. Todo el mundo habla de una fusión transfronteriza, pero no hay ninguna frontera, solo existe en nuestras cabezas. Los grandes bancos no pueden tener solo una dimensión nacional. Nuestro sistema europeo está compuesto, en telecomunicaciones, energía y banca, por grandes campeones nacionales, pero que a nivel global no cuentan. O pasamos a un nivel superior, con integraciones más valientes, o no podremos hacer nada.

P. Hablando de nacionalismo y anticipación, un caso paradigmático es la inmigración. Se ve con alarma, cuando hay un gran problema de declive demográfico, especialmente en Italia y España.

R. Viviremos un colapso de nuestra fuerza de trabajo, y una sociedad cada vez más envejecida, que necesitará cuidados. De nuevo, hay que anticiparse.

P. En la universidad está en contacto con los jóvenes. ¿Qué percibe en ellos, son pesimistas sobre el futuro?

R. Creo que un gran problema de nuestras sociedades es que no dan suficiente espacio a los jóvenes. En París, en Madrid, mi experiencia es que salen jóvenes con habilidades increíbles, mucho mejores que nosotros, en tecnología, en idiomas, han estudiado fuera. Y ahí hay otra brecha, entre las familias que tienen dinero para que sus hijos vayan al extranjero y las que no. Se está dividiendo la sociedad, ahí comienza la libertad de quedarse. Por eso una de mis propuestas es hacer un Erasmus obligatorio, financiado con un montón de dinero, para jóvenes de 16 años.

Enrico Letta, en un momento de la entrevista.
Enrico Letta, en un momento de la entrevista.Matteo Minnella

P. El pasado viernes miles de jóvenes se manifestaron por el cambio climático. Los adultos no lo hacen, y la transición energética es un punto fundamental en el que anticiparse.

R. Las clases dirigentes son elegidas en gran parte por electorados cada vez más mayores, con sus propias prioridades, y los jóvenes cada vez tienen menos voz. Hay un problema democrático y otro financiero. El corazón de mi informe es la propuesta sobre cómo financiar la transición energética. En mi viaje por Europa he entendido que un nuevo fondo Next Generation no encuentra consenso. Los países del Norte no quieren, porque es todo dinero público, una deuda europea. La solución es unir un plan de inversión privada que intente partir de la integración del mercado de capitales, la propuesta principal de mi informe, atrayendo ahorros para realizar inversiones para la transición. Esta es la única manera de convencer a los países del Norte. Soy optimista porque Von der Leyen trabaja en esa dirección: construir una unión de ahorros e inversiones, que sustituya la antigua unión del mercado de capitales, que ha sido un fracaso. Obviamente, si ganan Orbán y todos los que quieren bloquear todo esto, será un gran problema. Hay que dar esta batalla política.

P. Hablando de Orbán y sus socios, en Italia el Gobierno de Meloni lleva ya dos años. Para usted era un grave peligro para Europa. ¿Qué piensa ahora?

R. Los presupuestos serán la prueba de fuego, hasta ahora todo ha sido bastante fácil, y ha logrado obtener algo de crédito a nivel europeo, pero Italia está en procedimiento de infracción, como Francia. Tiene que hacerlo bien, y no en términos demagogos y populistas, como normalmente hablan. Por otro lado, Meloni cometió un gran error al no votar por Von der Leyen. Italia no puede quedarse al margen.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.
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