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El fondo de rescate se ofrece para financiar inversiones de defensa y transición verde de los países de la UE

Los economistas del Mede hablan de diversos mecanismos disponibles, desde el BEI a los fondos de Next Generation, y señalan que pueden prestar hasta 422.000 millones de euros a los socios para afrontar las nuevas prioridades aunque no hablan de reformar sus condiciones

Militares ucranios entrenan con tanques Leopard 2A4 de fabricación alemana, en la base militar de San Gregorio, en Zaragoza, el año pasado.
Militares ucranios entrenan con tanques Leopard 2A4 de fabricación alemana, en la base militar de San Gregorio, en Zaragoza, el año pasado.Paul Hanna (Bloomberg)
María R. Sahuquillo

En pleno debate sobre cómo abordar económicamente el rearme europeo, la industria de defensa y el reto de la transición verde, el fondo de rescate europeo, el llamado mecanismo europeo de estabilidad (Mede), se ofrece para financiar a los Estados miembros para garantizar su estabilidad y teniendo en cuenta esos elementos clave. Todo en un contexto de ajustes y convulsión geopolítica. El organismo, que jugó un papel destacado durante los años más turbulentos de la crisis financiera, asegura que puede prestar a los países hasta 422.000 millones de euros —su capacidad crediticia actual— para esos nuevos desafíos, como apunta en un artículo publicado este jueves. La propuesta del fondo de recuperación, que tiene un gran estigma desde esos años de crisis que atenazó a países como España, Irlanda, Portugal o Grecia, agita el debate sobre qué papel jugará como instrumento en el futuro, sobre si se necesita reformarlo y también, de forma muy viva, sobre cómo financiar el impulso de la producción militar, para el que la UE analiza ya varias opciones.

“Los desafíos comunes de la Unión Europea (UE), como la transición hacia una economía verde, sostenible y digitalizada, los eventos climáticos disruptivos y las mayores necesidades de gasto en defensa, han motivado crecientes pedidos de emisiones europeas conjuntas adicionales para abordarlos”, dice el documento. “La historia reciente muestra que la financiación a través de instituciones europeas tiene resultados positivos”, añade el fondo de recuperación que se postula para que los Estados miembros pidan líneas de crédito. “El Mede cuenta además con instrumentos de precaución a los que pueden recurrir los países antes de que ocurra una crisis”, dice el documento esbozado por dos de sus expertos, que plantea el instrumento como una “red de seguridad adicional para los países que enfrentan desafíos como los riesgos geopolíticos y climáticos, que podrían poner en riesgo la estabilidad financiera”.

No es la primera vez que el mecanismo, que busca su hueco en una UE en la que no se le hacen peticiones, se ofrece para jugar otro papel para los Estados. En los primeros compases de la pandemia de coronavirus, en 2020, el fondo se llegó a plantear como instrumento de liquidez para los socios con menos margen fiscal para afrontar los costes de la emergencia sanitaria. Y para ello, llegó a rebajar las condiciones crediticias de sus préstamos. Pero finalmente se crearon herramientas extraordinarias, como un fondo de recuperación específico y un programa (el SURE) para financiar los seguros nacionales de desempleo y las medidas de protección del empleo (ERTE).

El escenario actual facilita el debate, con la guerra de Rusia contra Ucrania que ha cumplido dos años enquistada y con Europa analizando cómo puede mantener el apoyo económico y militar a Kiev, además su propia seguridad y a qué coste. El comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, que se ocupa de la industria de defensa, ha asegurado que para garantizar el impulso a las empresas europeas se necesitaría un “enorme” fondo de defensa que ha cifrado en unos 100.000 millones de euros.

El Mede, dirigido por Pierre Gramegna, puede tener un problema de supervivencia, es una herramienta que tiene en la caja fondos disponibles que han puesto los Estados miembros pero que solo se utiliza en caso de incendio, de crisis. Se basa en programas de ajuste, lo que implica que su solicitud puede verse como una petición de rescate e iría sucedido de un plan (ajustes fiscales) que el socio que lo pide deberá cumplir. Estas condiciones han lastrado estos años que se vuelva a abrir la caja del Mede. Pedir sus fondos ha asustado en otras ocasiones cuando se ha puesto sobre la mesa: algunos gobiernos que lo han solicitado han terminado cayendo. El Mede asegura que su “fortaleza financiera” deriva de su capital suscrito de 708.460 millones de euros, de los que 80.970 fueron pagados por los Estados miembros de la UE y el resto comprometido como capital exigible.

La propuesta del Mede demuestra que hace falta dinero para financiar la transición verde, uno de los mayores desafíos de la Unión Europea. De hecho, Estonia y Francia están tratando de impulsar la idea —por ahora sin que cuaje— de emitir eurobonos para financiar ese rearme, que constata la reformulación de la conciencia europea sobre su industria de defensa, en un momento en el que el continente se pone en pie de guerra. En su articulo, el fondo de rescate recuerda que hay otros mecanismos para financiar las nuevas prioridades europeas, como la respuesta a la crisis climática o la digitalización. Herramientas como el fondo de recuperación creado para mitigar el impacto de la pandemia o el fondo de desarrollo sostenible. Desde 2012 las capacidades autorizadas y consumidas de los sistemas de préstamos comunes han aumentado considerablemente, aunque una gran parte sigue sin explotar. “En 2022 solo se habían utilizado el 36% de las capacidades de préstamo fijas autorizadas disponibles para los miembros de la UE y la zona euro”, dice el Mede.

También está el Banco Europeo de Inversiones (BEI), presidido desde enero por la ex vicepresidenta primera española Nadia Calviño, una institución que proporciona financiación a proyectos bajo su propio marco fuera de esquemas conjuntos para préstamos soberanos. El BEI, conocido también como el banco verde por la financiación de elementos verde, tiene unas reglas crediticias que impiden financiar material letal, un elemento que algunos Estados miembros quieren repensar —así lo propone, de hecho, la nueva estrategia de defensa propuesta en marzo— . Mientras, analiza la ampliación de su definición de bienes de doble uso, civil y militar (desde drones y radares a componentes de fabricación) que sí puede financiar para ampliar el espectro de su apoyo a la industria de defensa europea.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.
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