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Un ataque terrorista contra unas instalaciones militares en Bamako causa más de 50 muertos

La rama local de Al Qaeda reclama la autoría del doble atentado contra el aeropuerto castrense y la escuela de la Gendarmería

Un ataque terrorista contra unas instalaciones militares en Bamako causa más de 50 muertos
Los residentes de Bamako se aglutinan en una avenida principal, próxima al lugar de los atentados del pasado martes.HADAMA DIAKITE (EFE)
José Naranjo

El ataque yihadista del pasado martes contra el aeropuerto militar y la escuela de la Gendarmería de Bamako, capital de Malí, provocó decenas de muertos y cientos de heridos. Aunque no hay cifras oficiales porque el Gobierno no informa de sus bajas en la lucha contra los terroristas, distintas fuentes del ámbito de la seguridad han dado cuenta en los últimos días de la gravedad del incidente: entre 50 y 80 muertos, casi todos aspirantes a gendarmes, y más de 200 heridos. Asimismo, varios aviones quedaron dañados. La rama local de Al Qaeda, que reclamó la autoría del ataque, reconoce 10 muertos en sus filas, así como seis aeronaves destruidas.

El doble ataque terrorista es el más grave que ha sufrido la capital maliense desde el comienzo de la insurgencia yihadista en 2012 y el primero que tiene éxito contra objetivos militares en plena ciudad. Comenzó poco antes del amanecer del martes, cuando decenas de yihadistas, miembros del Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), lograron penetrar a la fuerza en la escuela de la Gendarmería de Faladie, en el corazón de Bamako, y en la base militar 101 de Senou. Esta instalación alberga el aeropuerto militar y acoge a decenas de mercenarios de la compañía privada rusa Wagner. Los vecinos de la zona, situada en el sur de la capital, se despertaron con el sonido de los disparos y de las explosiones.

El ejército ha reconocido “algunas pérdidas en vidas humanas”, pero las informaciones publicadas hasta la fecha apuntan a decenas de víctimas mortales. El periódico maliense Le Soir asegura que solo entre los aspirantes a gendarmes hubo “una cincuentena de muertos” mientras que un informe confidencial citado por el medio digital Jeune Afrique habla de 81 fallecidos. En todo caso, se trata del peor ataque en la capital de Malí. El precedente más grave se produjo el 20 de noviembre de 2015, cuando dos yihadistas penetraron en el hotel Radisson y mataron a 20 personas. Asimismo, el 22 de julio de 2022, un coche bomba contra la base militar de Kati, a 15 kilómetros de la ciudad, mató a un soldado e hirió a otros cinco.

Esta doble acometida deja tras de sí una gran sensación de inseguridad. Porque ha puesto de manifiesto, por un lado, la capacidad del principal actor yihadista en la región para llevar a cabo operaciones complejas en plena capital y, por otro, las fallas en materia de seguridad incluso en instalaciones militares de un régimen que alimenta una narrativa de victoria frente a los terroristas. El mismo martes, algunos habitantes identificaron y lincharon a ciudadanos de la etnia peul por su presunta complicidad o participación directa en los ataques, según un vecino de Bamako que guarda el anonimato. “Algunos fueron rociados con gasolina y quemados vivos”, asegura por teléfono esta fuente.

Malí se enfrenta desde 2012 a un doble conflicto que mantiene distintas conexiones. Por un lado, una rebelión tuareg que explotó en el norte del país y que, tras los acuerdos fallidos de Argel, se reactivó el año pasado. Por otro, a una insurgencia yihadista que se extendió posteriormente a Burkina Faso y Níger. Ambos conflictos han dejado tras de sí más de 40.000 muertos y unos cuatro millones de refugiados y desplazados internos. La subida al poder de juntas militares en los tres países ha agravado la guerra, sobre todo a partir de 2022, con la irrupción de los mercenarios de rusos de Wagner como aliados del ejército de Malí. Desde entonces se han producido masacres sistemáticas de civiles, como la de Moura a finales de marzo de 2022, que costó la vida a medio millar de personas.

Durante todos estos años, las capitales habían sufrido ataques puntuales como el citado del Radisson en Bamako en 2015 y el del bar La Terrasse ese mismo año. En Uagadugú, capital de Burkina Faso, otros atentados en 2016 causaron 30 muertos después de que los miembros de una célula yihadista comenzaron a disparar contra los clientes de dos bares y un hotel frecuentados por expatriados.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).
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