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Rebeldes tuaregs y yihadistas infligen una dura derrota a los mercenarios rusos en el norte de Malí

Decenas de soldados malienses y contratistas de Wagner fallecen en la batalla de Tinzaouaten, el primer traspié serio en su ofensiva contra los separatistas norteños

Rebeldes Mali
Mercenarios rusos se suben a un helicóptero en el norte de Malí, en una imagen sin fechar distribuida por el del Ejército francés.Armada Francesa (AP/ LaPresse)
José Naranjo

El Ejército maliense y sus aliados rusos han sufrido el primer traspié serio en su ofensiva conjunta para la recuperación del territorio controlado por los independentistas tuaregs, que comenzó en 2023. Rebeldes tuaregs del Marco Estratégico Permanente para la Defensa del Pueblo de Azawad (CSP-DPA, por sus siglas en francés) y yihadistas del Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM, por sus siglas en árabe) han infligido una severa derrota al Ejército maliense y los mercenarios rusos de la empresa Wagner que lo apoyan en la localidad de Tinzaouaten, en el norte de Malí cerca de la frontera con Argelia. Tres días de intensos combates se saldaron con decenas de muertos malienses y rusos, y la captura de vehículos y material bélico, según confirman diversas fuentes.

Sin dar cifras, la propia empresa Wagner ha reconocido, en un comunicado publicado este lunes, haber sufrido bajas en los combates, entre ellas la del comandante Serguéi Shevchenko, alias Pond. “El primer día, el grupo de Pond acabó con la mayoría de los islamistas y puso al resto en desbandada”, según la nota divulgada por el grupo de mercenarios a través de Telegram, “sin embargo, una tormenta de arena permitió reagruparse a los radicales y aumentar su número hasta los 1.000 hombres”. El último mensaje procedente de esta columna militar, según informa Reuters, fue el 27 de julio y revela la amplitud de la derrota: “Quedan tres de los nuestros. Seguimos combatiendo”.

Existen discrepancias sobre el número de fallecidos. El Ejército de Malí tan solo reconoce dos muertos y 10 heridos entre los suyos. Sin embargo, la columna militar, que fue totalmente destruida, estaba integrada por decenas de soldados malienses y contratistas rusos. Un comunicado de JNIM habla de 50 miembros de Wagner y 10 militares malienses asesinados. Por su parte, el CSP-DPA apunta a “decenas de muertos y heridos” sin especificar.

Los combates estallaron el pasado 25 de julio cuando una columna ruso-maliense integrada por al menos una docena de vehículos se dirigía hacia la localidad de Tinzaouaten, un importante cruce de caminos comercial en la región de Kidal, junto a la frontera de Argelia. Ante el temor de los habitantes del lugar a ser víctimas de abusos y asesinatos, tal y como ha ocurrido en otras localidades, parte de la población civil comenzó a huir al país vecino. El Ejército argelino bloqueó entonces el paso fronterizo y los combatientes del CSP-DPA decidieron hacer frente al convoy militar cuando se encontraba a pocos kilómetros de Tinzaouaten.

En las primeras horas, la columna militar logró resistir la ofensiva de los rebeldes tuaregs e incluso avanzar, pero una intensa tormenta de arena dificultó el uso de medios aéreos y frenó el combate, lo que permitió la llegada de refuerzos de miembros del CSP-DPA. Al día siguiente se reanudaron las hostilidades y la superioridad numérica y el conocimiento del terreno de los separatistas frente a un convoy aislado logró inclinar la balanza a su favor. En vistas de la derrota, los restos de la columna ruso-maliense iniciaron una retirada hacia Kidal, pero cayeron en una emboscada del grupo yihadista JNIM, aguantando hasta el 27 de julio. En las horas siguientes, soldados y mercenarios rusos desperdigados tras la batalla se entregaban a los rebeldes tuaregs para evitar caer en las manos de los radicales, según diversas fuentes.

La batalla de Tinzaouaten, difundida casi en tiempo real a través de vídeos que circularon en las redes sociales, es una importante victoria propagandística para los separatistas del norte de Malí, agrupados en el CSP-DPA. Por primera vez, los mercenarios de Wagner aparecen muertos en combate o como prisioneros, una visión muy diferente a las triunfantes imágenes de la toma de Kidal de noviembre de 2023, cuando los contratistas fueron decisivos en la recuperación de dicha ciudad por parte del Ejército maliense. El conflicto entre rebeldes tuaregs y el Ejército maliense se reactivó el verano pasado, coincidiendo con la retirada de la misión de Naciones Unidas del norte de Malí. Las Fuerzas Armadas y sus aliados rusos iniciaron entonces una ofensiva para ocupar las bases militares del norte, allí donde la rebelión tuareg había logrado establecerse tras los acuerdos de paz de Argel de 2015, logrando imponerse a los separatistas.

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Desde entonces, bajo las órdenes del líder de la junta militar golpista que gobierna en Malí, el coronel Assimi Goïta, el Ejército y sus aliados rusos fueron ocupando localidad tras localidad del norte del país sin encontrar gran resistencia. En este avance, soldados y mercenarios han cometido todo tipo de abusos contra la población civil, sobre todo de etnia tuareg y árabes, según los testimonios de las decenas de miles de personas que han huido hacia Mauritania y que hoy residen allí como refugiados, tal y como ha revelado ACNUR, agencia de la ONU para los refugiados.

Sin embargo, el norte de Malí también es uno de los feudos más importantes de otro grupo armado, el JNIM liderado por el terrorista Iyad Ag Ghali. Esta coalición de grupos yihadistas vinculada a Al Qaeda también está en guerra contra el Ejército maliense y sus aliados rusos, y hostiga con frecuencia a sus unidades militares con ataques, atentados y colocación de minas al paso de sus columnas militares. Aunque se trata de grupos armados diferentes, los radicales y los separatistas comparten un enemigo común y pueden llegar a colaborar puntualmente o incluso formar alianzas estratégicas, como se pudo comprobar hace unos días en la batalla de Tinzaouaten y como ya ocurrió en 2012 durante la toma del norte de Malí.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).
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