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El conflicto entre rebeldes tuaregs y el Ejército se reaviva en el norte de Malí

Los secesionistas aseguran haber ocupado la base militar de la estratégica ciudad de Bourem tras “intensos combates”

José Naranjo
ciudad de Ménaka
Miembros de grupos armados tuaregs en la ciudad de Ménaka en 2020.SOULEYMANE AG ANARA (AFP)

El conflicto entre los rebeldes tuaregs y el Ejército de Malí se ha vuelto a reavivar en el norte del país, también golpeado por el terrorismo yihadista. Tras un mes de escalada de la tensión y de escaramuzas, los independentistas aseguran haber tomado este martes el control del cuartel de Bourem, una estratégica ciudad situada entre Gao y Tombuctú, tras “intensos combates” contra las Fuerzas Armadas malienses. Este enfrentamiento supone, de facto, la ruptura de los acuerdos de paz de Argel de 2015 y el reinicio de las hostilidades entre los secesionistas tuaregs, que reclaman la creación del Estado propio de Azawad, y el Ejército maliense, un conflicto que comenzó en 2012 y que abrió las puertas al avance del yihadismo en toda la región.

Los rebeldes aseguran haber tomado la base de Bourem y posiciones militares avanzadas en la región de Gao, una “acción de legítima defensa” en respuesta a “las provocaciones” del Ejército maliense y sus aliados, los mercenarios de la empresa rusa Wagner, según aseguró en un comunicado el Marco Estratégico Permanente (CSP, por sus siglas en francés), plataforma que agrupa a los diferentes movimientos independentistas del norte de Malí. En dicha nota, también hace un llamamiento a una “movilización general” para “la defensa de la patria” y pide a los civiles que se alejen de toda posición militar, “objetivos preferentes a partir de ahora para el CSP”.

La tensión había ido en aumento en las últimas semanas. Los rebeldes de la Coordinadora de Movimientos del Azawad, integrada en el CSP, acusaron al Ejército maliense de haber atacado una de sus posiciones en Foïta, cerca de la frontera con Mauritania, el pasado 7 de agosto, en lo que calificaron de flagrante violación de los acuerdos de paz de Argel. Pocos días más tarde, los rebeldes tuaregs y los soldados malienses se enfrentaban en las proximidades de Ber, en la región de Tombuctú, y el pasado sábado los secesionistas dijeron haber derribado un avión militar maliense, lo cual fue desmentido posteriormente por el Ejército.

Las relaciones entre las autoridades de Bamako y el movimiento independentista tuareg, que nunca fueron buenas, comenzaron a deteriorarse de manera mucho más evidente con la llegada al poder del coronel Assimi Goïta tras el golpe de Estado de 2020. La escasa voluntad de implementar los acuerdos de paz de Argel, que contemplaban, entre otros aspectos, una mayor autonomía, la creación de fuerzas de seguridad mixtas y grandes inversiones para las regiones del norte, está en el origen del malestar de los secesionistas, agrupados bajo la figura del líder tuareg Alghabass Ag Intalla.

Sin embargo, la retirada de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Malí (Minusma) de cuatro de sus bases a lo largo del pasado mes de agosto y su cesión a las Fuerzas Armadas malienses, que las han ocupado con el apoyo de mercenarios de Wagner, ha sido el detonante final para la reactivación del conflicto. En concreto, la base de Ber, situada a pocos kilómetros de Tombuctú, ya desencadenó enfrentamientos entre ambos bandos el pasado 11 de agosto. Los rebeldes tuaregs consideran que dichas bases deberían quedar bajo su control, según el documento de paz de Argel.

Dentro del proceso de retirada definitiva de la Minusma que debe concluir a finales de este año, está previsto que los cascos azules cedan el control de su cuartel de Kidal en noviembre. Esta región es el principal feudo de los tuaregs del norte de Malí, que han expresado su rechazo a que dicha base sea ocupada por los soldados malienses y sus aliados rusos. Precisamente el cuartel de Bourem que fue ocupado este martes por los rebeldes tuaregs, según aseguró el CSP, se encuentra a orillas del río Níger, entre las dos ciudades más importantes del norte del país, Gao y Tombuctú, y en el camino hacia Kidal.

La rebelión tuareg que estalló en 2012, la última de una serie de alzamientos secesionistas que comenzó desde el mismo momento de la independencia de Malí en 1960, puso contra las cuerdas al Gobierno tras aliarse con los grupos yihadistas que operaban en el norte del país. Esta unión entre rebeldes e islamistas radicales logró hacerse con el control de dos terceras partes del país, pero ambas tendencias acabaron enfrentándose entre sí y los tuaregs fueron derrotados por los yihadistas. La operación militar francesa de 2013, que derrotó temporalmente a los terroristas, permitió el regreso de los tuaregs a Kidal, región que ha estado desde entonces bajo su control. Los acuerdos de paz de Argel de 2015 intentaban encontrar un camino hacia la reconciliación y la paz, pero se enfrentaron a graves problemas de implementación desde el primer momento.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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