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Al menos 64 muertos en el norte de Malí en una serie de atentados terroristas

Los yihadistas atacan un barco de pasajeros en el río Níger y bloquean desde hace un mes la ciudad de Tombuctú, de donde han huido unas 30.000 personas

Atentado Malí
Un comando del ejército maliense a las afueras de Gao (Malí), en una fotografía de archivo.Rebecca Blackwell (AP)
José Naranjo

El norte de Malí vive desde este jueves una serie de ataques terroristas en cadena que han provocado al menos 64 muertos, 49 de ellos civiles. El Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), vinculado a Al Qaeda, es el autor de esta ofensiva, según el Gobierno maliense. La mayor parte de los fallecidos se produjo este jueves, cuando un barco lleno de pasajeros que navegaba por el río Níger sufrió el impacto de tres obuses. Ese mismo día, la base militar de Bamba fue atacada por los yihadistas, mientras que, este viernes, dos vehículos con terroristas suicidas atacaron otra base en la propia ciudad de Gao, cerca del aeropuerto.

La retirada de Naciones Unidas de cuatro cuarteles del norte de Malí, que concluyó el pasado mes de agosto como primer paso del fin de la misión el próximo mes de diciembre, ha roto el delicado equilibrio de fuerzas que prevalecía en la zona entre el Ejército de Malí, los rebeldes tuaregs y los grupos yihadistas, provocando un incremento de la violencia. La ocupación de estas bases por los militares malienses, con el apoyo de mercenarios de Wagner, ha disgustado tanto a los independentistas tuaregs como a los radicales. De hecho, JNIM bloquea desde hace más de un mes la ciudad de Tombuctú y ha declarado una “guerra total” contra el Estado.

El ataque más mortal de los tres se produjo el jueves sobre las once de la mañana, cuando el barco Tombouctou de la empresa pública Compañía Maliense de Navegación (Comanav) que une las ciudades de Mopti y Gao recibió en su motor principal el impacto de tres obuses cuando se encontraba entre las localidades de Abakoira y Zorghoi, en la zona de Rharous. Dos horas más tarde, los yihadistas atacaron la base militar de Bamba, cerca del pueblo de Bourem, y llegaron a hacerse con el control de la instalación castrense.

Un primer balance de las autoridades malienses apunta a 64 muertos en los dos ataques, de los que 49 son civiles y 15 militares. En un comunicado, el coronel Abdoulaye Maïga, portavoz del Gobierno maliense, aseguró que unos 50 terroristas fueron “neutralizados”. Asimismo, indicó que “se han tomado medidas inmediatas para evacuar a los pasajeros y los heridos, así como asegurar el lugar”. Las autoridades han decretado un duelo nacional de tres días.

Este viernes por la mañana, un nuevo ataque yihadista se produjo en la base militar maliense que está situada junto al aeropuerto de Gao. Sobre las siete de la mañana, dos vehículos con terroristas suicidas a bordo intentaron penetrar en dicho cuartel y al menos uno de ellos logró saltar la barrera de seguridad. Una intensa humareda fue vista desde distintos puntos de la ciudad y se pudo escuchar un intenso tiroteo sin que, por ahora, haya un balance de víctimas.

Si bien el yihadismo no ha dejado de provocar víctimas en el norte de Malí desde hace prácticamente una década, la audacia e intensidad de estos ataques apunta a una intensificación de la violencia como consecuencia de la retirada de la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Malí (Minusma), que ya ha transferido el control de las bases de Ogossagou, Goundam, Ber y Ménaka a las Fuerzas Armadas malienses a lo largo del mes de agosto.

Retirada de la ONU

Dicha retirada fue aprobada por la ONU después de que el Gobierno maliense, bajo el control de una junta militar, así se lo exigiera el pasado 16 de junio. Las autoridades malienses acusaron a Minusma de “ser parte del problema” de la inseguridad y, en concreto, de haber mentido en su informe sobre la masacre de Moura, donde, según la ONU, soldados malienses y supuestos mercenarios rusos asesinaron a 500 civiles y violaron a 58 mujeres. Bamako niega estas acusaciones y asegura que murieron unos 200 terroristas.

La ocupación de estas cuatro bases por el Ejército maliense con el apoyo de mercenarios de Wagner ha elevado la tensión en la región. El emir de JNIM en Tombuctú, Talha Abou Hind, llamó a principios de agosto a una “guerra total” contra el Estado y anunció el bloqueo de la región, impidiendo con sus milicianos el aprovisionamiento de las principales ciudades y, en particular, de la propia Tombuctú.

Miembros de JNIM enviaron mensajes a los transportistas que, procedentes sobre todo de Argelia y Mauritania, traen víveres hasta esta localidad para advertirles de que todo intento de entrar en la ciudad traería aparejado la quema de sus vehículos y de la mercancía. Desde entonces, los precios de los productos de primera necesidad se han disparado y más de 30.000 personas han huido de Tombuctú, según la Oficina de Derechos Humanos de la ONU.

La mayor parte de estas familias son árabes y tuaregs, que temen no solo el deterioro de las condiciones de vida en la ciudad, sino posibles represalias de los soldados malienses y los mercenarios de Wagner que ocuparon la base de Ber, situada a unos 60 kilómetros de esta localidad, el pasado 14 de agosto.

La segunda fase de retirada de la Minusma comenzó el pasado 1 de septiembre y conducirá a la cesión del control de las bases de Tessalit, Aguelhok, Ansongo, Kidal y Douentza a las fuerzas malienses antes del 31 de diciembre. Un 30% del personal de Minusma ya ha abandonado el país, informó el Gobierno maliense. El nudo gordiano de esta retirada será la base de Kidal, región bajo control de los independentistas tuaregs agrupados en la Coordinadora de Movimientos del Azawad (CMA), que se preparan para una reactivación del conflicto con las Fuerzas Armadas.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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