Zelenski juega en suelo ruso su apuesta más arriesgada para recuperar la iniciativa en la guerra
La incursión del ejército ucranio en la provincia de Kursk evidencia las debilidades militares del enemigo, pero eleva la tensión de Kiev y sus aliados con el Kremlin
Ucrania ha llevado a cabo algo excepcional, invadir el territorio de una superpotencia nuclear. La cúpula política del país argumenta que la incursión de sus tropas en suelo ruso sirve para demostrar que Moscú es vulnerable y que Kiev puede tomar la iniciativa en la guerra. La otra cara de la moneda es el temor a la respuesta que pueda ejecutar el presidente Vladímir Putin.
Unidades mecanizadas y de asalto de entre cinco y ocho brigadas, con un total de tropas que oscilan entre 6.000 y 15.000 soldados —según valoraciones de expertos—, lanzaron el 6 de agosto una operación que les ha permitido ocupar más de 1.000 kilómetros cuadrados de la provincia rusa de Kursk. El dato, aportado por el comandante de las Fuerzas Armadas Ucranias, Oleksander Sirski, fue rebajado a 480 kilómetros cuadrados por las autoridades de Kursk.
Los precedentes en la historia contemporánea son excepcionales. Argentina invadió en 1982 las islas Malvinas, territorio del Reino Unido, recibiendo una derrota traumática en una guerra relámpago ordenada por la primera ministra Margaret Thatcher. Otro caso fue la breve escaramuza que mantuvieron la Unión Soviética y China en 1969, cuando esta última ocupó la pequeña isla de Zhenbao, en el río Ussuri, entonces parcialmente bajo soberanía soviética. Desafiar a una potencia militar es inusual, pero hacerlo contra un Estado con la capacidad de disuasión de la bomba nuclear es todavía más sorprendente.
“Ningún país sin la bomba atómica puede considerarse propiamente como independiente”. Son palabras del general Charles de Gaulle en 1968 recogidas en el libro The shortest history of war. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha puesto a prueba esta máxima tomando el control de 28 aldeas rusas, según Moscú. El grupo de análisis de la guerra Deep State Map eleva el número a por lo menos 44. Zelenski aseguró este martes que las localidades rusas bajo dominio ucranio ya son 74.
Una acción que lleva a invadir territorio extranjero solo puede realizarse con el visto bueno del presidente. “Las huellas de Zelenski pueden identificarse en todo el operativo. Era un secreto a voces durante meses en Kiev que el presidente presionaba a sus jefes militares para lanzar una ofensiva de verano”, escribió el 10 de agosto en The Times Michael Clarke, profesor de estudios de defensa del King’s College de Londres.
“Zelenski está desesperado por revertir la narrativa de que Ucrania está perdiendo la guerra”, añadió Clarke, “intenta detener o revertir esta dinámica. Esta estrategia militar es su estilo, atrevida y arriesgada. Sin duda es arriesgada, Rusia no había visto ni un metro de su territorio invadido desde 1941. Las imágenes que llegan de Kursk impactarán a la población rusa y el efecto puede ser difícil de gestionar para el Kremlin”.
Sorpresa y rapidez
Michael Kofman y Dara Massicot, investigadores del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, indicaron el 10 de agosto en la web War on the Rocks que la operación en Kursk recuerda, por el armamento utilizado, el factor sorpresa y la rapidez del avance a la contraofensiva de 2022 que liberó la provincia de Járkov ocupada por las tropas rusas.
Ambos expertos coinciden con la valoración que Ígor Romanenko, teniente general ucranio en la reserva, hace para EL PAÍS: que el fallo de los servicios de inteligencia rusos ha sido estrepitoso, porque es impensable que una acumulación de fuerzas ucranias en la frontera no fuera detectado. “Dicen que la inteligencia rusa detectó esas fuerzas, pero la información sobre la situación que tenía el general Valeri Guerásimov [jefe del Estado Mayor ruso] no fue elevada a Putin”, explica Romanenko, según informa Lola Hierro. Los dos investigadores dan por hecho que, en circunstancias normales, un error así debería suponer el cese de Guerásimov o del general Aleksander Lapin, comandante en Kursk. Los expertos del Fondo Carnegie añaden que Lapin falló en fortificar las defensas en la frontera, una táctica que, aplicada en las líneas del frente, ha permitido a Moscú desde 2023 evitar el avance ucranio en las zonas ocupadas.
Fuentes del Ministerio de Defensa ucranio han advertido a través de The Times que Kiev espera una dura acción de represalia rusa, incluso la posibilidad de un bombardeo contra el barrio político de Kiev. A Putin se le ha visto irritado en las comparecencias televisadas que ha mantenido en los últimos días. “El enemigo seguro que recibirá la respuesta que merece, y todos nuestros objetivos, sin duda, serán conseguidos”, dijo el lunes el mandatario ruso.
La ira de Putin se centró en los aliados de Kiev, a quienes acusó de librar una guerra contra Rusia con Ucrania como punta de lanza. Las brigadas ucranias no han evitado la publicación de imágenes de vehículos blindados de infantería de la OTAN actuando en suelo ruso, tampoco la acción de misiles de medio alcance estadounidenses Himars. Testimonios recogidos por EL PAÍS en la frontera entre la provincia ucrania de Sumi y Kursk confirman el vuelo en la zona de cazas F-16 recientemente entregados por países de la Alianza Atlántica.
Los socios occidentales de Ucrania autorizaron el pasado junio que su armamento fuera utilizado en suelo ruso, en las regiones fronterizas desde las que el invasor actuaba contra territorio ucranio. Tras más de dos años de veto, la decisión se tomó por la ofensiva rusa del pasado mayo contra el norte de la ciudad de Járkov. Pese a ello, tanto el Reino Unido como Estados Unidos continúan prohibiendo que sus misiles de largo alcance sean disparados en el mapa de Rusia.
Alexander Graef, investigador del Instituto para el Estudio de la Paz y la Política de Seguridad, en Alemania, advierte en declaraciones a este diario que los aliados de Ucrania se encuentran en una disyuntiva compleja: “Los socios de Ucrania están bajo presión: por un lado, pueden creer que una operación [como la de Kursk] puede servir para expulsar a Rusia de Ucrania, pero, por otro, no quieren que la guerra se extienda geográficamente”.
Frenar el avance ruso
Roman Kostenko, reconocido militar ucranio y diputado del partido Holos, explicó este lunes al medio Espresso que la operación en Kursk es resultado de la imposibilidad de Kiev de frenar al enemigo en su avance sobre la ciudad de Pokrovsk, en la provincia de Donetsk, y sobre la ciudad de Kupiansk, en la de Járkov. “En Kursk hemos impuesto nuestras acciones militares al enemigo y ahora están forzados a hacer algo”, valoraba Kostenko, “no olvidemos que compartimos miles de kilómetros de frontera, donde podemos llevar a cabo acciones similares y para prevenirlas, el enemigo deberá movilizar o transferir tropas a otras direcciones”.
Rusia ha apretado el acelerador desde esta primavera en su progreso para asaltar Pokrovsk, una de las ciudades clave de la defensa ucrania en la provincia de Donetsk. El Centro para Estrategias de Defensa, institución de estudios militares ucrania, afirmaba en un informe del lunes que Rusia ya había “reducido ligeramente la intensidad de sus ataques en el este de Ucrania”. Un portavoz de la 32ª Brigada Separada Mecanizada negó este martes que en el sector de Toretsk, al norte de la ciudad de Donetsk, se haya notado ningún freno ruso. Romanenko indicó que lo más probable es que el invasor retire tropas del sector de Járkov.
Kofman resaltó que si Rusia frena el avance hacia Pokrovsk sería un gran éxito de la operación en Kursk, pero este experto añadía que el ejército ucranio también ha transferido fuerzas que tenía en Donetsk para el asalto al territorio ruso.
Ni Romanenko ni Graef ven que Ucrania tenga suficientes activos para mantenerse en suelo ruso por largo tiempo. “Cuanto más tiempo aguante Ucrania en territorio ruso, más problemática será la situación para el presidente Putin”, dice Graef. “Por otro lado, si las fuerzas ucranias son expulsadas en las próximas semanas, Putin puede presentar el resultado como un éxito ante su población”.
Ruslan Trand, experto en defensa del Atlantic Council, escribió el lunes en su blog De Re Militari que una opción para reforzar la incursión ucrania en Kursk sería incorporar a los grupos rusos opositores a Putin y fieles a Kiev que desde 2023 han protagonizado dos operaciones de desestabilización en las provincias de Bélgorod y Briansk.
Kofman cree que el control de zonas de Kursk por parte de Kiev puede servir para futuras negociaciones de un alto el fuego y retirada de las tropas rusas. Graef no ve realista esta visión porque es altamente improbable que Ucrania mantenga sus posiciones en territorio enemigo y porque Rusia “nunca negociará nada mientras su territorio esté ocupado”. Graef sí considera que los continuos ataques ucranios en zonas fronterizas rusas “demuestran que en esta guerra hay vulnerabilidades por ambos bandos, lo que puede incentivar un diálogo diplomático”.
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