EE UU, España y otros 15 países urgen a Israel y Hamás a aceptar la nueva propuesta de alto el fuego
Un grupo heterogéneo de dirigentes se une para reclamar que se cumpla la propuesta de Biden: “Es hora de que la guerra termine”
Arrecian las presiones diplomáticas desde Washington para que Hamás e Israel den el sí a la nueva propuesta de alto el fuego en Gaza que anunció el presidente Joe Biden hace casi una semana. Mientras los negociadores se encuentran reunidos en Qatar para discutir los detalles del plan, los líderes de 17 países, entre ellos España, Argentina, Brasil y Colombia, y por iniciativa de EE UU, han instado a las partes a aceptar el plan. Su declaración coincide con el bombardeo israelí contra una escuela en Gaza, en el que han muerto al menos 35 personas, y con el anuncio de España de que se sumará a Sudáfrica en la causa en el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU abierta contra Israel por genocidio.
“En este momento decisivo”, aseguran los países firmantes en un comunicado conjunto, “instamos a los líderes de Israel y a Hamás a adoptar los compromisos finales necesarios para cerrar este acuerdo”. El texto utiliza la misma expresión, “momento decisivo”, que empleó Biden el viernes 31 para describir la situación actual en la guerra y las negociaciones para una tregua, bajo la mediación de Estados Unidos, Egipto y Qatar.
Además de los citados países, la declaración divulgada por la Casa Blanca viene firmada también por los líderes de Alemania, Austria, Bulgaria, Canadá, Dinamarca, Francia, Polonia, Portugal, Rumania, Serbia, Tailandia y el Reino Unido. Se trata de un grupo muy heterogéneo de países, que logra aunar a algunos con más sensibilidad hacia Israel y a otros más activos en la defensa de los intereses palestinos.
“Es hora de que la guerra termine, y este acuerdo contiene lo necesario para empezar” el proceso, sostienen los firmantes. “Como líderes de países profundamente preocupados por los rehenes retenidos por Hamás en Gaza, incluidos muchos de nuestros propios ciudadanos apoyamos totalmente la iniciativa para un alto el fuego y un intercambio de rehenes que se encuentra sobre la mesa… no hay tiempo que perder”, explican.
Los líderes también señalan que la propuesta, que Estados Unidos insiste en que es de autoría israelí, llevaría a un “alto el fuego inmediato y la rehabilitación de Gaza, junto con garantías de seguridad para los israelíes y palestinos, y a oportunidades para una paz de largo plazo más duradera y a una solución de dos Estados”.
La propuesta, tal y como la describía Biden hace siete días, consta de tres fases. En la primera se implantaría una tregua de al menos seis semanas, durante la cual se llevaría a cabo un intercambio de cientos de prisioneros palestinos por parte de los rehenes capturados por el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) en los atentados del 7 de octubre y retenidos en Gaza desde entonces. Esos rehenes serían las mujeres, ancianos, heridos y enfermos.
Además, las fuerzas israelíes se retirarían de los núcleos poblados en la Franja y los refugiados palestinos podrían regresar a lo que quede de sus hogares, tras una guerra que ha dejado más de 36.000 muertos palestinos, el doble de heridos y ha destruido la gran parte de los edificios e infraestructuras. Se permitiría la entrada de 600 camiones diarios con ayuda humanitaria.
En la segunda fase se completaría la retirada israelí de todo el territorio de la Franja y el intercambio de rehenes israelíes -incluidos soldados- y prisioneros palestinos. Entraría en vigor entonces un alto el fuego permanente. La tercera fase sería la de la reconstrucción.
La mera revelación pública por parte de Biden de los detalles de la propuesta, en una declaración en la Casa Blanca, supuso el arranque de una nueva etapa de presión estadounidense sobre el Gobierno de Netanyahu para que acepte la propuesta. Ello permitiría, cuando menos, un alto el fuego temporal que la Casa Blanca necesita a cinco meses de unas elecciones estadounidenses que se presentan muy igualadas y cuando le llueven las críticas del ala progresista demócrata sobre su posición proisraelí en la guerra.
Pero hasta el momento el primer ministro israelí, que afronta graves divisiones en su muy derechista coalición de Gobierno, se ha resistido a dar una respuesta clara. Netanyahu insiste en que no puede aceptar un alto el fuego mientras Hamás continúe en pie, y dos miembros de su coalición, el ministro de Finanzas Itamar Ben Gvir y el titular de Seguridad Nacional, Bezalel Smotrich, han amenazado con romperla si se llega a ningún tipo de tregua sin haber destruido a la milicia fundamentalista.
Biden aseguraba el viernes que el grupo radical palestino ya no está en condiciones de repetir los atentados del 7 de octubre, en los que murieron más de 1.200 personas. En una entrevista concedida a la revista Time y publicada esta semana, el presidente declaraba que “hay todo tipo de razones para creer” que el primer ministro esté retrasando el final de la guerra por motivos de supervivencia política.
Desde el anuncio de la propuesta, en público la Casa Blanca ha expresado su convencimiento de que Israel acabará aceptándola si Hamás también da su visto bueno. Su enviado para Oriente Próximo, Brett McGurk, se encuentra en la zona, así como el director de la CIA, William Burns. El secretario de Estado, Antony Blinken, conversaba por teléfono con los líderes de Qatar y Egipto, así como con dos miembros del Gabinete de Netanyahu, Benny Gantz y el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant. El propio Biden, ahora en Normandía para asistir a la conmemoración del 80 aniversario del Día-D, hacía lo propio con el emir catarí antes de partir hacia Francia.
“El Gobierno israelí ha confirmado repetidamente, incluso hoy mismo, que la propuesta sigue sobre la mesa y que ahora depende de Hamás aceptarla, y el mundo entero debería reclamar a Hamás que la acepte”, declaraba el miércoles en la cadena de televisión NBC el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, quien acompaña a Biden en su viaje europeo.
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