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Guerra entre Israel y Gaza
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

España, Palestina y la ‘vía Dolorosa’

El reconocimiento español del Estado palestino es recibido con euforia en el mundo árabe, que espera que no se quede en un mero gesto

El presidente del Gobierno; Pedro Sánchez; Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina; y Alexander de Croo, primer ministro de Bélgica, en Ramala
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina; y Alexander de Croo, primer ministro de Bélgica, en Ramala (Cisjordania) el 23 de noviembre de 2023.Luis de Vega

El inminente reconocimiento por parte de España del Estado Palestino ha suscitado inmensas expectativas en el mundo árabe, donde la noticia ha sido recibida con euforia, pues se percibe como una postura moral y humana en armonía con el derecho internacional. Después de que el Congreso español instara al entonces Gobierno del Partido Popular, casi por unanimidad, a reconocer a Palestina como Estado en 2014, la decisión del actual Ejecutivo es el fruto de un cambio significativo del panorama internacional, marcado por una oleada masiva de solidaridad con la causa palestina.

Hasta la guerra de Israel en Gaza, el conflicto en Oriente Próximo había quedado relegado a un segundo plano, particularmente después de los atentados del 11 de septiembre y, más recientemente, de las repercusiones de la Primavera Árabe, que empezó en 2011. Cuando se concrete ese reconocimiento español —junto con el de Irlanda y Noruega—este 28 de mayo, ese paso podría tener un notable impacto geopolítico por su capacidad de incitar a adoptar medidas análogas a otros países de la Unión Europea y de Naciones Unidas.

En ese sentido, el Gobierno de Pedro Sánchez ha liderado un “eje de resistencia” con el objetivo de buscar un reconocimiento colectivo del Estado palestino en la UE, donde una inmensa mayoría de países se ha mostrado muy reacia hacia esta propuesta, que no está exenta del riesgo de un choque diplomático con Israel y con EE UU. Es difícil creer que un Ejecutivo que no fuera de izquierdas en España se hubiera aventurado en ese terreno resbaladizo: la “vía Dolorosa” del reconocimiento de Palestina como Estado. Ese camino difícil puede, sin embargo, situar a España como un interlocutor de peso de cara a una nueva dinámica diplomática en ese conflicto. Si otros países y la propia UE siguen su ejemplo, Europa podrían llegar a desempeñar un papel esencial en unas hipotéticas negociaciones de paz entre los palestinos e Israel. Bruselas se despojaría así de su actual rol marginal, que reduce su papel al de un mero proveedor de fondos.

Eso es precisamente lo que esperan gran parte de las élites árabes: que cunda el ejemplo de España, no solo en la UE sino en todo el mundo. La propia Organización para la Liberación de Palestina (OLP) ha asegurado que esa medida “consagra Palestina como una realidad política y recorta las distancias hacia su reconocimiento global como Estado soberano”. Egipto ha aseverado, por su parte, que el reconocimiento del Estado palestino es una necesidad estratégica para hacer realidad la solución de los dos Estados e instaurar la tan ansiada paz en la región.

En el mundo árabe advierten, sin embargo, de que el propósito de España, por muy noble que sea, estaría vacuo de sentido si no se cumplen determinadas condiciones. Para que ese reconocimiento no se quede en un mero gesto cuya única consecuencia sería la elevación del rango diplomático de las representaciones palestinas en el extranjero, se impone presionar a Israel para lograr un alto el fuego en Gaza y el cese de la ocupación.

Azmi Bishara, exdiputado árabe de la Knesset (Parlamento israelí), ha aludido a las condiciones mínimas para todo reconocimiento internacional del Estado palestino. La primera es que esa decisión debe estipular una delimitación clara de las fronteras de ese Estado, el cese inmediato de la política de colonización israelí y la retirada sin demora de los territorios ocupados por Israel en 1967, incluida Jerusalén oriental. Todo reconocimiento que obvie esos requisitos sería percibido, ha subrayado Bishara, como un “aborto de la lucha del pueblo palestino y de la propia idea del Estado”.

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Los palestinos no deberían incurrir en el mismo pecado de los acuerdos de Oslo cuando aceptaron, con cierta candidez política, una autoridad sin verdadera soberanía. Para ellos, un reconocimiento de su Estado que no respete esas condiciones mínimas sería nulo, sin efecto y tajantemente inaceptable. Mustafá Barghouti, miembro de la delegación palestina en la conferencia de paz de Madrid en 1991, ha resumido la postura palestina señalando que cualquier pacto que no tenga en cuenta esas demandas sería una nueva tragicomedia en la historia de los palestinos y un mero intento de debilitar su posición y acelerar el hasta ahora inexorable proceso de normalización con Israel.

Los palestinos esperan que España formalice este 28 de mayo el reconocimiento de su Estado, no solo con el propósito de establecer sin más esa entidad estatal, sino con el deseo de que su tierra se proyecte hacia un nuevo y ambicioso marco de negociaciones que siente las bases de una paz justa y duradera en la región.

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