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La UE advierte a Georgia de que congelará la adhesión si no retira la polémica ley de inspiración rusa

La presidenta del país, crítica con la norma impulsada por el Gobierno, anuncia una coalición opositora para derrotar al partido en el poder, que se está acercando al Kremlin

Protestas Georgia
Protesta contra la ley de agentes extranjero sen Tbilisi (Georgia), la noche del martes el miércoles.DAVID MDZINARISHVILI (EFE)

La Ley de Transparencia sobre Influencia Extranjera, una norma muy similar a la que el Kremlin ha empleado los últimos años para segar toda oposición en Rusia, aleja a Georgia de la Unión Europea. Bruselas ha instado este miércoles al Gobierno del país caucásico, liderado por un partido que se está acercando a Moscú, a retirar la regulación y ha advertido de que, si no lo hace, congelará la oferta de membresía.

Las movilizaciones ciudadanas contra la ley —aprobada el martes—, que han sido duramente reprimidas, continúan en todo el país. Mientras, la presidenta, la proocidental Salomé Zurabishvili, anunció este miércoles la formación de una coalición opositora unida para tratar de derrotar al Gobierno prorruso. “He presentado a nuestros compañeros los planes sobre lo que debería ser una plataforma europea, en la que llevo trabajando varias semanas. La plataforma ha sido constituida y será presentada oficialmente a la población. El futuro implica movilizarnos para las elecciones, por una vía pacífica en la que ganemos todos, con el fin de llevar a Georgia al camino europeo”, explicó la mandataria.

“La adopción de esta ley impacta negativamente el progreso de Georgia en el camino hacia la UE”, dijeron en un comunicado el alto representante para Política Exterior de la UE, Josep Borrell, y el comisario de Ampliación, Oliver Varhelyi. “La elección del camino a seguir está en manos de Georgia”, añadieron. El país caucásico, de 3,6 millones de habitantes, es candidato a entrar en el club comunitario desde el pasado diciembre, pero todavía no ha comenzado las negociaciones de adhesión a la espera de cumplir una serie de importantes reformas.

“La UE ha declarado clara y repetidamente que el espíritu y el contenido de la ley no están en consonancia con las normas y valores fundamentales de la UE”, siguen Borrell y Varhelyi. “Socavará el trabajo de la sociedad civil y los medios de comunicación independientes, mientras que la libertad de asociación y la libertad de expresión son derechos fundamentales que están en el centro de los compromisos de Georgia como parte del Acuerdo de Asociación y de cualquier vía de adhesión a la UE”, añaden. La UE ha tardado en reaccionar por las presiones de Hungría —muy afín a Moscú— para suavizar la condena a la norma.

La regulación, similar a la “ley de agentes extranjeros” rusa, implica que toda asociación, proyecto o iniciativa de carácter privado no comercial que reciba más del 20% de su financiación del exterior deberá inscribirse en un registro como “agente de los intereses de una potencia extranjera” y el Ministerio de Justicia llevará a cabo inspecciones —incluidas investigaciones sobre sus documentos y comunicaciones confidenciales internas— cada seis meses. Ello puede poner en peligro multitud de proyectos que van desde la agricultura a las asociaciones de mujeres, pero sobre todo a las organizaciones de derechos humanos y de monitorización de elecciones, de ahí las prisas del partido gobernante de aprobarla antes de los comicios legislativos de octubre pese a que ya el año pasado había retirado una propuesta de ley similar tras las inmensas movilizaciones en su contra.

Uno de los chascarrillos que circulan estos días por Georgia es que el primero en inscribirse en la lista de “agentes extranjeros” debería ser el Ministerio de Defensa, ya que una parte importante de su presupuesto procede de subvenciones del Gobierno de Estados Unidos, un país que durante las últimas dos décadas ha invertido miles de millones de euros en el país caucásico para ayudarle a modernizar su administración y sus Fuerzas Armadas, en especial desde la guerra de 2008, durante la que Rusia tomó el control de las regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur. “La ley no afecta a instituciones del Estado ni a empresas, pero se aplicará contra ONG y medios de comunicación”, explica Hans Gutbrod, profesor de la Universidad Pública de Ilia en Tbilisi. James O’Brien, enviado por el Departamento de Estado de EE UU esta semana para entrevistarse con los dirigentes georgianos y la oposición, ha advertido al Ejecutivo de que peligran los 390 millones de dólares que tenía presupuestados este año Washington en ayudas a Georgia.

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A la UE también le preocupa profundamente la deriva de Georgia, considerado, junto a Moldavia y Bosnia, uno de los eslabones más débiles de Europa, según ha alertado la OTAN. Su Gobierno se ha movido durante años en un precario equilibrio entre Rusia y Occidente, mientras la mayoría de la ciudadanía ha ido virando hacia la UE y el apoyo a la adhesión al club comunitario es mayoritario. En un momento en el que el Kremlin mantiene la guerra en Ucrania y está intensificando sus operaciones de influencia, Bruselas teme que la aprobación de la ley de agentes extranjeros sea un paso claro del Gobierno para colocarse bajo el paraguas de influencia de Moscú. De ahí que numerosos países europeos se hayan movilizado y hayan enviado estos días ministros y delegaciones parlamentarias a Tbilisi para tratar de convencer a las autoridades georgianas de que reculen.

Movimientos políticos

El Ejecutivo georgiano ha asegurado que sigue en la senda para entrar en la UE, pero hace solo unas semanas el fundador del partido gobernante, Bidzina Ivanishvili, un oligarca que hizo su fortuna en Rusia y que se ha negado a condenar explícitamente la invasión a gran escala sobre Ucrania, clamó contra la UE y la OTAN en un mitin, en el que acusó a Occidente de ser “el Partido de la Guerra Global” y de “meter” al país en una guerra con Rusia en 2008. Ivanishvili también ha culpado a Occidente de mantener su milmillonaria fortuna bloqueada en Suiza por las “sanciones”, cosa que no es cierta: se debe a un largo litigio que mantiene con la entidad Credit Suisse desde la pasada década.

El primer ministro, Irakli Kobajidze, ha tratado de mostrarse conciliador y dijo estar dispuesto a tener en cuenta las recomendaciones de la Comisión de Venecia respecto a la polémica ley si la presidenta Zurabishvili modera su frontal oposición al texto. Todo ello, pese a que el Consejo de Europa, al que está adscrita la Comisión de Venecia, ha dicho que la aprobación de la ley sin esperar a los consejos de este comité de juristas —que tiene previsto publicarlos la semana que viene— es “muy decepcionante”.

La presidenta ha dejado claro que no ayudará al Gobierno de Sueño Georgiano a “guardar las apariencias” y que vetará la ley. Sin embargo, esto únicamente permitirá ganar algo de tiempo, ya que el partido gobernante tiene mayoría parlamentaria y podrá aprobarla de nuevo. Con todo, su oposición a esta y a otras leyes aprobadas por el Ejecutivo en el último año —como la que elimina las cuotas de mujeres en las listas de partidos, la que permite la repatriación de capitales sin pagar impuestos (hecha ad hoc para el magnate Ivanishvili) o las que pretenden castigar la “propaganda LGTBI”— la han convertido en una figura relevante para la oposición, pese a que fue elegida para el cargo en 2018 con el apoyo de Sueño Georgiano, partido del que se ha distanciado por su cada vez mayor autoritarismo y conservadurismo.

La Constitución de Georgia fue modificada en 2017 y varias de las enmiendas que terminarán de transformar el sistema político de presidencial en parlamentario entrarán en vigor en los comicios de octubre. Zurabishvili terminará su mandato en diciembre y su sucesor o sucesora será designado por mayoría parlamentaria. Así que todos los ojos están puestos en los comicios legislativos de finales de octubre. Las encuestas dan la mayoría a Sueño Georgiano, pero dado que se abandona el sistema parcialmente uninominal, la oposición tiene ciertas posibilidades de impedir su mayoría absoluta. La nueva ley electoral impide las coaliciones, así que la oposición tendrá más posibilidades si acude unida en una lista única.

Ya el martes, tras la aprobación de la polémica ley, el líder del partido opositor Lelo, Mamuka Jazaradze, pidió una “moratoria” en las críticas entre partidos de la oposición y dijo mantener “una estrecha coordinación con la presidenta” para formar “una plataforma europeísta de resistencia nacional”. Tras estas declaraciones, otros partidos se han sumado al llamamiento. Levan Jabeishvili, líder del Movimiento Nacional Unido —principal fuerza de la oposición con diferencia—, valoró positivamente esta iniciativa de “unión de la oposición contra el régimen” y aseguró que su formación —fundada por el expresidente Mijaíl Saakashvili— está lista “para todo tipo de diálogo y todo tipo de concesiones”. “Entendemos que tenemos una lucha muy difícil por delante, que no debe ni puede ser una lucha entre partidos”, apuntó. Con todo, hay dudas sobre que el Movimiento acepte a Zurabishvili como líder, ya que las relaciones personales con ella no son buenas.

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