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Bruselas recomienda vigilar los riesgos de la inteligencia artificial y la tecnología frente a rivales como China

La Comisión Europea quiere hacer un análisis de riesgo con los Veintisiete de cuatro sectores tecnológicos potencialmente sensibles a las tensiones geoestratégicas

Bruselas UE IA
La vicepresidenta de la Comisión Europea para Valores y Transparencia, Vera Jourova, en una reciente visita a Pekín.ANDRES MARTINEZ CASARES (EFE)
Silvia Ayuso

Bruselas quiere avanzar rápido para descubrir y cubrir sus posibles vulnerabilidades tecnológicas en un mundo con cada vez mayores tensiones geoestratégicas, poniendo especial atención a la pujanza china en el sector. Poco más de tres meses después de presentar la Estrategia europea de seguridad económica con la que se busca reducir las dependencias de países como China sin perder fuerza en la carrera global, ni caer en el proteccionismo―, la Comisión Europea ha desvelado este martes su primera lista de “áreas tecnológicas críticas”. Entre ellas aparecen los semiconductores y la inteligencia artificial (IA), que Bruselas recomienda someter a una “evaluación de riesgo” junto con los Estados miembros para decidir, posteriormente, si se requieren medidas “proporcionales” de protección frente a rivales o para evitar que caigan en las manos equivocadas.

Esta primera lista de áreas tecnológicas críticas asciende a 10, pero solo cuatro de ellas —las relativas a semiconductores, a la IA, la cuántica y las biotecnologías— serán sometidas a una evaluación de riesgo conjunta, que se extenderá hasta final de año, con expertos de los Estados miembros y “aportaciones” del sector privado. Lo que se busca, señalan fuentes comunitarias, es “identificar riesgos en cada área, tanto los puntos fuertes a preservar como las vulnerabilidades que hay que resolver”.

“Estas tecnologías están ahora en el centro de la competencia geopolítica y la UE quiere ser un jugador, no solo un campo de juego. Y para ser un jugador, necesitamos una posición europea unida, basada en una evaluación común de los riesgos”, ha explicado la vicepresidenta de la Comisión responsable de Valores y Transparencia, Vera Jourova, al presentar la recomendación en una rueda de prensa desde Estrasburgo.

Los criterios para formar parte de este primer listado son que se trata de tecnologías que tienen “potencial para provocar incrementos significativos de eficiencia y/o cambios radicales”; que existe un riesgo de “fusión militar y civil”, es decir, que sirven a ambos dominios, y que, incluso, pueden llegar a “minar la paz y seguridad”. Otro motivo de inclusión es el riesgo de que esta tecnología pueda ser utilizada para violar derechos humanos, incluida la restricción de libertades fundamentales.

Bruselas es muy cuidadosa a la hora de identificar las fuentes de potenciales riesgos: en su documentación no aparece en ningún momento el nombre de China, aunque haya sido señalada anteriormente como una fuente de riesgos. “Esto no va contra nadie, no va contra ningún país o continente, lo hacemos por nosotros, por Europa”, ha asegurado el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton. Lo que Europa hace con este paso es “adaptarse a las nuevas realidades geopolíticas, poniendo fin a una era de ingenuidad y actuando como una potencia geopolítica real”, ha agregado.

Fuentes comunitarias recuerdan que también hay potenciales conflictos con países como Taiwán en materia de semiconductores, de ahí que la recomendación de Bruselas sea “agnóstica” en lo que a Estados respecta. En cualquier caso, la estrategia forma parte de la línea marcada por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, que aboga ―sobre todo frente a China― por la vía del derisking (reducción de riesgos) en vez del decoupling o desconexión total de un país rival y de prácticas a menudo cuestionadas, pero todavía imprescindible en muchos ámbitos. Por ello, las evaluaciones, subrayan los expertos, “no serán específicas sobre países”, aunque reconocen que “se tendrán en cuenta factores geopolíticos a la hora de evaluar cuán arriesgadas son ciertas dependencias o vulnerabilidades”.

Tampoco se trata de actuar de inmediato, acotan las fuentes, sino que solo en la primavera del año que viene, y a partir de la información recopilada hasta entonces, se decidirá “si y cuándo” se deben realizar más evaluaciones de riesgo sobre otras categorías y si es conveniente tomar medidas. “Solo el resultado de una evaluación colectiva detallada sobre el nivel y naturaleza de los riesgos puede servir de base a una futura discusión sobre la necesidad de alguna medida precisa y proporcionada para promover, asociar o proteger alguna de esas áreas tecnológicas”, resume la Comisión.

“Esta lista no es una lista de tecnologías sobre las que vamos a imponer restricciones o un control de exportaciones”, insisten las fuentes. “No estamos prejuzgando ninguna medida que podríamos tomar, solo decimos que estas tecnologías, debido a los criterios que usamos, tienen una cierta importancia a la hora de valorar la seguridad económica y que tenemos que analizarlas más en profundidad para evaluar el riesgo y cuál es la mejor manera de afrontarlo. Y eso no es necesariamente mediante medidas proteccionistas. También puede ser promocionando más inversiones en esas tecnologías o mediante alianzas para reducir las dependencias”, señalan.

Se trata, ha enfatizado Breton, de reforzar la resiliencia europea: “Necesitamos vigilar continuamente nuestras tecnologías críticas, valorar nuestro riesgo de exposición y, si es necesario, tomar medidas para preservar nuestros intereses estratégicos y de seguridad”.

Todas las tecnologías incluidas en la lista inicial forman parte del apartado de “seguridad y fugas tecnológicas”, una de las cuatro categorías de riesgo —y la “más sensible” de todas, según Jourova, que en septiembre viajó a Pekín— identificadas en junio por la Comisión para delimitar la búsqueda de posibles vulnerabilidades. El resto de apartados de riesgo son las cadenas de aprovisionamiento, la infraestructura crítica y la coerción económica.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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