_
_
_
_
_

Bruselas afila sus armas económicas y comerciales frente a China

La Comisión Europea plantea controlar las inversiones de empresas europeas en sectores clave para supervisar la transferencia tecnológica a terceros países

Olaf Scholz y Li Qiang
A la izquierda, el canciller alemán, Olaf Scholz, junto al primer ministro chino, Li Qiang, este martes en Berlín.Kay Nietfeld (AP)

La Comisión Europea esboza sus planes para enfrentar la pujanza económica y tecnológica de China y empieza a pasar de los discursos a los hechos. Control de las inversiones en la Unión Europea, vigilancia de las inversiones europeas en sectores sensibles en terceros países, respuestas recíprocas ante sanciones económicas... El arsenal se desarrolla en el documento Estrategia europea de seguridad económica, aprobado este martes por el Ejecutivo comunitario y adelantado por EL PAÍS, que analizarán los líderes de los Estados miembros en la cumbre de la próxima semana. El texto contiene elementos para suscitar un acalorado debate no tanto sobre si reforzar herramientas que ya existen, sino principalmente por la novedosa idea de controlar las inversiones europeas en el exterior en sectores tecnológicos como la robótica, la biotecnología o la producción de chips avanzados. En esos ámbitos, al externalizar o subcontratar algunas cadenas de suministros, se traslada la tecnología y se puede poner en riesgo la seguridad económica europea.

“Necesitamos asegurarnos de que el capital de las empresas europeas, el conocimiento y la experiencia no sean objeto de un uso abusivo por parte de países que preocupan con usos, por ejemplo, militares”, ha remarcado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en una conferencia de prensa en Bruselas. La jefa del Ejecutivo comunitario ha tratado de alejar el planteamiento de que la estrategia tiene una intención proteccionista y adelantarse al debate que subyace tras la nueva estrategia de que puede dañar la competitividad del mercado europeo. “Las economías abiertas son buenas para Europa. Eso no cambiará en el futuro”, ha lanzado Von der Leyen. El espíritu, ha argumentado, es la “eliminación de riesgos” más que desengancharse de China, algo que supondría, además, una enorme dificultad.

La pandemia, la crisis energética y la aceleración de la doble transición digital y ecológica han mostrado que la desvinculación de Pekín por la que abogan las posturas más duras puede tener serias consecuencias económicas para ambas partes. Europa depende en gran medida de China en muchos productos industriales, pero también en materias primas críticas (litio, tierras raras) necesarias para la transición verde o tecnologías clave para el desarrollo de las renovables (paneles fotovoltaicos).

La estrategia llega en plena visita del primer ministro chino, Li Qiang, a Alemania, y en medio de una guerra comercial entre Washington y Pekín, en la que Estados Unidos busca atraer a la UE más hacia sus posturas y espera más firmeza europea hacia el gigante asiático. Porque aunque la palabra China no aparece en la comunicación conjunta sobre la estrategia del Ejecutivo comunitario y el Alto Representante para la Política Exterior y Seguridad de la UE, Josep Borrell, su presencia —así como la de otras autocracias— se intuye en todo el esquema, pese a que en su presentación, la Comisión se ha esforzado por apuntar que no hay ningún país en concreto en el foco. “La seguridad es un concepto que tiene nuevas y múltiples dimensiones. Uno de ellos es la seguridad económica. Hemos aprendido cómo las dependencias pueden convertirse en armas”, ha apuntado el jefe de la diplomacia comunitaria, que ha remarcado la otra vertiente de la estrategia: la diversificación de socios.

El objetivo de la nueva pauta de seguridad económica de la UE —algo rebajada frente a los planteamientos iniciales más audaces de Von der Leyen— es reducir las dependencias excesivas de sus socios exteriores. Y para ello, primero hay que identificar los riesgos para la seguridad europea de esas dependencias. Después, ponerles remedio reforzando las herramientas que ya existen, como el control de las exportaciones de tecnología clave y las trabas a la inversión extranjera en sectores estratégicos de la UE, y con la posibilidad de lanzar nuevos mecanismos como el control de las inversiones salientes. “El objetivo es evitar la fuga de tecnologías emergentes sensibles, así como de otros productos que pudieran tener un doble uso, es decir, que operan en estrategia conjunta civil militar”, expone la estrategia. No se trata de poner el foco solo sobre las inversiones, por tanto, sino también sobre “la propiedad intelectual o el conocimiento europeo, señalan fuentes comunitarias.

La UE también busca potenciar los mecanismos para revisar las inversiones extranjeras en la UE —desde octubre de 2020, la Comisión y los Estados miembros han revisado más de 1.000 transacciones—, y de hecho, insta a los países del club comunitario a establecer “sin demora” estos controles. También destaca la necesidad de revisar suministros clave en los que es vulnerable, como materias primas, semiconductores y baterías de automóviles, y de aumentar las inversiones en tecnologías emergentes que se consideran de importancia estratégica. Se trabajará en una lista de “tecnologías sensibles” para la seguridad económica y los riesgos que acarrean, ha explicado la vicepresidenta encargada del área de Competencia, Margrethe Vestager. Este es un punto sobre todo dirigido a esa tecnología que la guerra de Rusia en Ucrania ha demostrado que puede tener un doble uso: elementos que están pensados para asuntos civiles, pero pueden tener también una utilidad militar, como algunos chips.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Bruselas creará un grupo de trabajo para analizar todo ello con los Estados miembros y también con las empresas, ha apuntado el vicepresidente económico de la Comisión, Valdis Dombrovskis. El Ejecutivo comunitario se ha dado hasta final de año para tener listo el instrumento que garantice la seguridad económica de la UE, un cronograma demasiado optimista para algunas voces de Bruselas teniendo en cuenta el debate entre sus socios.

Los Estados miembros no tienen una postura común sobre China, aunque hay cada vez más consenso en poner más el foco sobre el carácter de “rival sistémico” de Pekín, por encima del de “socio comercial” en su triple definición actual de “socio, competidor y rival sistémico”, todavía en ese orden. Las relaciones de la UE con el gigante asiático centrarán gran parte de las conversaciones de la cumbre de la próxima semana en Bruselas, en la que se analizará también la petición a los Estados miembros de más dinero fresco para gastos como el apoyo a Ucrania, la competencia y las regulaciones sobre migración que ha lanzado este martes la Comisión Europea.

Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_