EE UU e Irán completan un intercambio de prisioneros que incluye el desbloqueo de 6.000 millones de dólares para Teherán
El acuerdo permite la liberación de cinco estadounidenses y cinco iraníes. El régimen iraní podrá utilizar el dinero, transferido a Qatar, con fines humanitarios
Estados Unidos e Irán, dos adversarios acérrimos, han cerrado con éxito un acuerdo para el intercambio de prisioneros. A primeras horas de este lunes, cinco ciudadanos estadounidenses que habían permanecido durante años en cárceles iraníes han volado a Doha para su repatriación a Washington. A cambio, otros cinco ciudadanos iraníes imputados o condenados en Estados Unidos han recibido un perdón. Además, el Gobierno de Joe Biden ha aceptado el desbloqueo de 6.000 millones de dólares (unos 5.600 millones de euros) en ingresos del petróleo de Irán, retenidos hasta ahora en bancos de Corea del Sur y transferidos a Qatar en un proceso cuidadosamente coreografiado.
“Hoy, cinco estadounidenses inocentes encarcelados en Irán regresan finalmente a casa”, ha declarado el presidente estadounidense, Joe Biden, en un comunicado. Por su parte, el secretario de Estado, Antony Blinken, que conversó con los estadounidenses liberados tras su salida de Teherán, indicó en una rueda de prensa en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, donde se encuentra para participar en la 78 Asamblea General de la institución: “Es estupendo decir que nuestros compatriotas ya son libres”.
La esperanza ahora es que el pacto, arduamente negociado a lo largo de dos años y medio con la intermediación de países como Qatar y Omán, contribuya a crear confianza entre los dos antagonistas y pueda abrir el camino al relanzamiento de las conversaciones para limitar el programa nuclear iraní, actualmente en el limbo. “Elimina un obstáculo”, reconocía antes de que el intercambio se hiciera público un alto funcionario estadounidense, que ha subrayado: “Si vemos una oportunidad, la exploraremos”.
Al mismo tiempo, y ante las críticas que ya han comenzado desde la oposición republicana y que acusan al Gobierno estadounidense de debilidad, Biden ha subrayado que su Gobierno “seguirá sancionando las acciones provocadoras de Irán en la región”.
Por su parte, el presidente iraní, Ebrahim Raisi, ha declarado también en Nueva York que la liberación de los estadounidenses, que Washington considera que eran rehenes, fue “un acto puramente humanitario... y desde luego puede ser un paso en el que basarse para adoptar otras acciones humanitarias en el futuro”.
Entre los ciudadanos estadounidenses liberados, todos ellos con doble nacionalidad de Irán u originarios de ese país, se encuentran Siamak Namazi, detenido en 2015 y sentenciado a 10 años de cárcel por espionaje en un juicio que recibió numerosas críticas internacionales; Emad Shargi, un inversor también condenado por espionaje, y Morad Tahbaz, británico-estadounidense de ascendencia iraní que permanecía detenido desde 2018. Tahbaz cumplía una condena de 10 años por “contactos con el Gobierno estadounidense”.
Junto a ellos han sido liberadas otras dos personas que han solicitado al Gobierno estadounidense que su identidad no se dé a conocer. Todos ellos habían sido trasladados desde la cárcel a un hotel en Teherán, donde quedaron bajo arresto domiciliario el 10 de agosto. En el avión hacia Doha, los cinco han viajado acompañados por la madre de Namazi, Effie, y la esposa de Tahbaz, Vida, ambas ciudadanas estadounidenses a las que Irán no permitía hasta ahora la marcha de ese país.
Los ciudadanos iraníes excarcelados, según la página web Al Monitor, son Kaveh Lotolah Afrasiabi, acusado en 2021 de no registrarse como agente extranjero en favor de Irán mientras hacía de lobbista con funcionarios estadounidenses sobre política nuclear y otras cuestiones; Mehrdad Ansari, condenado a 63 meses de prisión en 2021 por hacerse con equipamiento de posible utilización en armas nucleares y guerra electrónica, entre otros usos militares; Amin Hasanzadeh, residente permanente de EE UU acusado en 2019 de robar planos para su envío a Irán; Reza Sarhangpour Kafrani, imputado en 2021 de exportar ilegalmente material de laboratorio a Irán, y Kambiz Attar Kashani, de doble nacionalidad y condenado el pasado febrero a 30 meses de cárcel por adquirir equipos de alta tecnología estadounidense a través de empresas fantasma en Emiratos Árabes Unidos.
Dos de los excarcelados iraníes, sin derecho de residencia en Estados Unidos, serán enviados de regreso a Irán, según altos funcionarios estadounidenses que hablaron bajo la condición del anonimato. Las fuentes no quisieron precisar qué ocurrirá exactamente con los tres restantes.
“Estos cinco individuos han sido acusados o declarados culpables de delitos no violentos. Dos de los cinco han estado en prisión y sus sentencias estaban a punto de expirar en un caso. Tres se encontraban a la espera de juicio y aún no habían sido condenados”, han precisado.
Como parte del acuerdo, Estados Unidos también ha dado el visto bueno para que los 6.000 millones de dólares iraníes congelados en bancos de Corea del Sur puedan ser transferidos a entidades financieras de Qatar. Ahí, y bajo estricta supervisión, Irán podrá disponer de ellos, pero solo para “una categoría muy limitada de transacciones humanitarias”, según altos cargos estadounidenses: alimentos o productos humanitarios: medicinas, equipos sanitarios o material agrícola. “Si Irán trata de desviar esos fondos o emplearlos en algo que no sean los propósitos humanitarios autorizados, tomaremos medidas para congelar ese dinero”, insistieron.
En su comunicado, Biden asegura que “reunir a los estadounidenses detenidos injustamente con sus seres queridos ha sido una prioridad” de su Administración “desde el primer día”. “No cejaremos hasta que traigamos a casa a cada estadounidense retenido como rehén o detenido injustamente”, ha prometido.
Países adversarios
“Este acuerdo no cambia nuestra relación con Irán de ningún modo. Irán es un adversario y un país patrocinador del terrorismo. Les obligaremos a rendir cuentas donde sea posible”, han insistido los representantes estadounidenses.
Este mismo lunes, el Gobierno estadounidense ha impuesto nuevas sanciones contra el Ministerio de Información iraní y el expresidente Mahmud Ahmadineyad. El pasado viernes, los departamentos del Tesoro y de Estado anunciaban una nueva ronda de castigos contra una treintena de individuos y entidades que “contribuyen a la opresión del pueblo iraní”. Biden emitía un comunicado de solidaridad con el pueblo iraní al cumplirse un año de la muerte de Mahsa Amini. Esa joven de 22 años falleció bajo custodia de la policía de ese país tras haber sido detenida y acusada de violar el estricto código de vestimenta femenino al llevar mal puesto el velo, en un suceso que desató importantes manifestaciones contra el régimen.
“Seguimos centrados en limitar el programa nuclear iraní, sofocar su comportamiento desestabilizador. Seguimos comprometidos a garantizar que Irán nunca logre un arma nuclear”, apuntaba la semana pasada el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller.
El acuerdo se ha completado en vísperas de la 78 Asamblea General de Naciones Unidas, cuya semana de debate entre los líderes comienza este martes. El presidente iraní, Ebrahim Raisi, se encontrará entre los participantes, al igual que el propio Biden. Pero los funcionarios estadounidenses han descartado tajantemente que vayan a producirse contactos entre los dos gobiernos a lo largo de esta semana.
Las relaciones entre estos dos tradicionales adversarios han registrado un drástico deterioro desde 2018, cuando Trump retiró a Estados Unidos de un acuerdo multilateral por el que Teherán recortaba su programa nuclear a cambio del levantamiento de sanciones. Desde entonces, Irán ha revivido ese programa.
Tras su llegada a la Casa Blanca en enero de 2021, Biden prometió intentar recuperar el pacto, conocido por sus siglas en inglés JCPOA, o Plan de Acción Integral Conjunto. Pero una serie de rondas de negociaciones indirectas no consiguió llegar a un acuerdo y el diálogo quedó aparcado. Los intentos de retomar esas conversaciones no han dado fruto hasta el momento, perjudicados por la represión contra los manifestantes en Irán y el apoyo que, según Washington, Teherán facilita a Rusia en la guerra en Ucrania. Estados Unidos sostiene que el régimen islámico ha proporcionado drones a las fuerzas rusas.
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