“Ladrón atrapado será quemado”, así se organizan los barrios en Quito ante la inseguridad
En Ecuador ya nadie se siente a salvo de la violencia, sobre todo después de la última campaña electoral
Los vecinos del barrio Zavala salieron varias noches seguidas con las cabezas tapadas y palos en las manos a recorrer sus calles. Una vez, atraparon a un delincuente y los más jóvenes del grupo le dieron una paliza. Al día siguiente, la policía llegó preguntando por ellos. “No dio resultado, los agentes vinieron buscándonos a nosotros”, cuenta aún boquiabierta Margot Sierra, de 54 años, a la puerta de su tienda de ropa en este vecindario humilde del norte de Quito. Como las patrullas nocturnas no sirvieron, colgaron carteles en las esquinas que ponen los pelos de punta al que lo lee, pero que tienen el mismo efecto que uno que diga se vende: “Barrio organizado. Ladrón atrapado será quemado”. En 30 años en este lugar, Sierra nunca había visto nada igual. El aumento desbocado de la violencia en todo el país empieza a colarse en las casas de los ecuatorianos, que buscan la forma de organizarse frente a una inseguridad que va en aumento.
La primera vez que un vacunador (extorsionador) intentó amedrentar a los comerciantes de Atucucho, una barriada de la capital a 3.100 metros de altitud, se encontró de frente con Marta Sánchez. Ella y otros comerciantes de este barrio empinado, con 30.000 almas y 10 asesinatos solo en el mes de julio, donde no es fácil cruzarse con un policía, se colocaron unas alarmas interconectadas hace unos meses. Si uno pulsa el botón, comienzan a sonar todas las de la calle. Sánchez, dentro del cibercafé oscuro donde los chicos echan la tarde colgados de internet, pulsó el botón hace dos meses. En segundos, todos los comerciantes redujeron al extorsionador que quería cobrarles una mensualidad forzosa por una supuesta seguridad que nadie les iba a brindar.
El detenido fue entregado a la policía, que, sin pruebas, lo dejó en libertad ese mismo día. Pero la euforia de los comerciantes se mantiene. “Que los mañosos se den cuenta de que no estamos solos, un pueblo unido es fuerza”, dice Leonardo Vega, dueño de la papelería. Días después, 3.000 vecinos salieron a marchar por sus calles sin asfaltar, coronadas por una maraña de cables, para exigir al Gobierno que aumente la presencia policial en el barrio. A los vacunadores, asegura Manuel Titani, no se les ha vuelto a ver por allí. A los policías, por ahora, tampoco.
La inseguridad no es un tema solo de los barrios más pobres. En toda la ciudad se repiten acciones comunitarias. Se han multiplicado los chats entre vecinos en los que se dan avisos como este del barrio El Belén: “La semana anterior cogieron a dos choros en el barrio. Robaron dos autos. Hoy día están en el parqueadero con la policía limpiando porque estaban durmiendo ahí. Necesitamos unirnos por la seguridad nuestra y de nuestras familias (sic)”.
También han proliferado carpas de la policía que ponen “punto seguro”, como método disuasorio, aunque muchas veces no hay ningún agente debajo. Los avisos a los ladrones tienen variantes y se encuentran en multitud de zonas. Todos comienzan con “ladrón atrapado” pero la consecuencia va de quemado a linchado o enjuiciado. Los ciudadanos han empezado a acostumbrarse a convivir con el miedo y las calles se vacían al ponerse el sol y en los restaurantes cada vez hay menos gente. Ya nadie se siente seguro, sobre todo después de esta última campaña electoral.
Los ecuatorianos votaron este domingo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales aún conmocionados por el asesinato a tiros del candidato Fernando Villavicencio, apenas 10 días antes. La correísta Luisa González y el empresario millonario Daniel Noboa lograron pasar a la segunda vuelta y se enfrentarán el próximo 15 de octubre para presidir un país que exige que se ponga freno a la violencia. Hasta ahora, Ecuador se sentía un oasis de paz en medio de una región marcada por la inseguridad. Tanto González como Noboa hablan de atajar la violencia, pero ninguno ha explicado de forma detallada cómo lo hará. La receta no es fácil, aunque el origen del problema sea un viejo conocido de la región: carteles de la droga disputándose el territorio.
La situación se ha desbordado de tal forma que este domingo los presentadores de los programas sobre las elecciones se felicitaban de que no hubiera habido que lamentar ninguna víctima y se preguntaban por qué no podía ser así todos los días. En lo que va de año ha habido 4.574 muertes violentas. De seguir a este ritmo, Ecuador se convertirá en uno de los países más violentos del mundo. El ministro del Interior, en conexión con algún canal, explicó que en la jornada electoral las autoridades habían desplegado a 100.000 agentes y que el país se encontraba bajo el estado de excepción. Sobre la idea de repetir lo mismo cada día, dijo sincero: “Hay turnos, hay que darles descansos, no es posible”.
Margot Sierra, en Zavala, dice que la policía les ha prometido que el miércoles llegarán al barrio 15 motorizados para vigilar la zona, así que está contando las horas para verlo. Ella no está contenta hoy. El domingo votó por Jan Topic, un candidato que se ha quedado fuera de la segunda vuelta. Al lado de su tienda, la cara de Topic, que prometía mano dura contra la delincuencia, decora las paredes de la calle. Y no es para menos. Hace unos 15 días, personal que se presentó como miembros de su campaña visitaron a Margot y otros comerciantes y les instalaron unas cámaras conectadas a internet de forma gratuita. Ella la señala orgullosa, de la entrada de la tienda la imagen va directa a su teléfono móvil.
“El voto es secreto, pero voto por Topic porque nos dio cámaras de seguridad”, explica cargada de razón. Porque se las colocaron sin más, sin pedir nada a cambio, como cuando el correísmo repartía bolsas de arroz en estos mismos barrios días antes de ir a votar para que a nadie le faltara un puchero esa jornada.
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