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El traslado de mercenarios de Wagner a Bielorrusia inquieta a Polonia y los bálticos

Varsovia ha anunciado el envío de 10.000 soldados para reforzar la frontera y Letonia y Lituania también toman medidas

Una patrulla fronteriza polaca en el límite con Bielorrusia en la localidad de Gobiaty, el 12 de agosto. Foto: MICHAL DYJUK (LAPRESSE / AP) | Vídeo: EPV
Javier G. Cuesta

El traslado de mercenarios de Wagner a Bielorrusia tras el fallido motín contra el Kremlin ha aumentado la preocupación ante posibles acciones del grupo en el este de la Unión Europea. Polonia y los países bálticos, aliados clave de Ucrania, han comenzado a reforzar sus fronteras ―Varsovia ha anunciado el envío de 10.000 soldados y Letonia y Lituania también toman medidas― ante el temor de que los paramilitares sean utilizados para intentar desestabilizarles y participen en una guerra híbrida como la que protagonizó Minsk con la crisis de los migrantes en 2021, cuando envió a miles de personas a las fronteras de estos países mientras el Kremlin preparaba en paralelo a su ejército para la invasión de Ucrania. Por su parte, el régimen de Aleksandr Lukashenko intenta apoyarse en el Grupo Wagner frente a posibles incursiones de bielorrusos que combaten junto a Kiev. Atrincherado en la represión tras las masivas protestas ciudadanas de 2020, el presidente ha aceptado armas nucleares rusas en su país, y con ello ha diluido las líneas que separan a Bielorrusia de Rusia en esta guerra.

Lukashenko ejerció de mediador en la crisis desatada por la rebelión de Wagner del 23 y 24 de junio. Uno de los puntos del acuerdo entre el líder ruso, Vladímir Putin, y el jefe del grupo, Yevgueni Prigozhin, fue que la compañía de mercenarios se mudaría a suelo bielorruso y, aunque aún afronta un proceso de reorganización del que se conocen pocos detalles, su reubicación parece estar en marcha: las fotografías de satélite confirman la construcción en dicho territorio de campamentos militares de “los músicos”, el apodo con el que se conoce a los paramilitares de Wagner.

Un ejemplo es la base de Tsel, en el centro del país. Las fotografías divulgadas por el centro de análisis Rochan revelaban el pasado 3 de agosto hasta 40 grandes contenedores y 930 camiones y otros vehículos en la zona. Según han estimado las autoridades polacas, hay entre 4.000 y 8.000 mercenarios de Wagner en suelo bielorruso, informó la agencia Efe.

La inteligencia británica publicó este domingo un informe en el que apunta, sin ofrecer más datos, a que la compañía de mercenarios está siendo objeto de “una reducción de tamaño” para “ahorrar en gastos salariales en un momento de presión financiera”. “Hay una posibilidad real de que el Kremlin no financie más el grupo (…) y el segundo pagador más posible sean las autoridades bielorrusas”, agrega el informe antes de señalar que esto implicaría “un drenaje significativo de los modestos recursos bielorrusos”.

Varsovia ve con inquietud los movimientos en el país vecino. Uno de los grandes apoyos de Kiev en la guerra, por su territorio pasa también una de las principales rutas para el envío de armas al Gobierno ucranio. Es, además, un “enemigo” para Vladímir Putin, quien insiste sin ninguna prueba en que los polacos pretenden anexionarse la parte occidental de Ucrania. El mandatario ruso amenazó el pasado 21 de julio a Polonia “con tomar todas las medidas” a su disposición si ataca de alguna forma a su aliado Lukashenko. “Desatar una agresión contra Bielorrusia significaría desatar una agresión contra la Federación de Rusia”, subrayó.

Minsk también juega a la desestabilización con amenazas soterradas tanto desde el Gobierno como desde sus canales de propaganda. Lukashenko dijo a Putin en una reunión celebrada el 23 de julio que los mercenarios “quieren ir de excursión a Polonia”, y la televisión pública bielorrusa ha aireado objetivos como el aeródromo de Rzeszow, desde donde se traslada armamento a Ucrania. “¿Crees que los saboteadores no pasarán en pequeños grupos y llegarán a esa base aérea polaca?”, preguntaba retóricamente el comentarista progubernamental Alexandr Shpakovski tres días después.

Aquel 23 de julio comenzaron unas maniobras conjuntas entre los combatientes de Wagner y los soldados bielorrusos. Según Prigozhin, su misión era convertir al ejército de Minsk “en el segundo mejor del mundo” antes de que los mercenarios fueran enviados a sus futuras operaciones en África.

La portavoz de la OTAN, Oana Lungescu, manifestó esta semana a la agencia de noticias polaca PAP que el despliegue militar está siendo monitorizado de cerca, pero que no existe un peligro inminente: “No vemos una amenaza militar directa o indirecta del Grupo Wagner”, afirmó. Sin embargo, Varsovia denuncia haber sido objeto de provocaciones por parte de Bielorrusia. La última, la supuesta violación de su espacio aéreo por dos helicópteros militares el pasado 1 de agosto.

En cualquier caso, la presencia de fuerzas de Wagner junto a sus fronteras supone un quebradero de cabeza para Varsovia y Kiev. El jefe del Comando Operativo de las Fuerzas Armadas de Polonia, Tomasz Piotrowski, y el comandante de las Fuerzas Conjuntas ucranias, Serhiy Nayev, se reunieron el 7 de agosto “para analizar los desafíos y amenazas provocados por el despliegue de agrupaciones del Grupo Wagner en Bielorrusia”. Tres días después, el ministro de Defensa polaco, Mariusz Blaszczak, anunció el envío de hasta 10.000 militares para reforzar a la guardia fronteriza.

La amenaza de Wagner ha suscitado comparaciones con la crisis migratoria provocada por Minsk en la segunda mitad de 2021, cuando dejó a su suerte en tierra de nadie a miles de personas traídas de Oriente Próximo con la esperanza de cruzar a la Unión Europea. De momento, la guardia fronteriza polaca ha notado un gran repunte de migrantes procedentes de Bielorrusia en lo que va de año, 19.000 frente a los 16.000 de todo 2022.

Los países bálticos también han comenzado a tomar medidas ante esta situación. Letonia ha reforzado sus fronteras desde el 11 de agosto, mientras que Lituania planea cerrar dos de sus seis puntos de control con Bielorrusia desde este mismo martes. Polonia, por su parte, solo mantiene abierto un puesto de control con el país vecino y su ministro del Interior, Mariusz Kaminski, ha amenazado con cortar totalmente el paso si ocurre algún incidente con Wagner.

Mientras, Lukashenko tiene interés en contar con los mercenarios, igual que aceptó ya las armas nucleares rusas. Como resalta Artyom Shraibman, analista del centro Carnegie, en un análisis sobre la calurosa acogida de Wagner por Bielorrusia, esta podría responder a que Minsk ha tomado nota de las incursiones en Rusia de unidades de disidentes rusos armadas por Ucrania. “Los temores en Minsk se han intensificado cuando la guerra de Ucrania finalmente comenzó a extenderse a suelo ruso en forma de ataques con drones en la capital, intentos de asesinato (tanto exitosos como fallidos) de propagandistas rusos y bombardeos en las regiones fronterizas”, afirma Shraibman.

“Para Lukashenko, a diferencia de Putin, los riesgos de sabotaje armado en su territorio conllevan la clara amenaza de un cambio de régimen”, agrega el experto, aunque hace hincapié en que es un temor exagerado porque unidades como el regimiento Kalinoŭski apenas suman un millar de miembros.

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