Lukashenko asegura que Rusia ha comenzado a transferir armas nucleares a Bielorrusia
Los ministros de Defensa de ambos países sellan los protocolos para almacenar armamento táctico bajo el paraguas de Minsk. Moscú recalca que su uso será competencia exclusivamente suya
La invasión rusa de Ucrania ha alterado el equilibrio nuclear en Europa. El presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, anunció este jueves que “el traslado de armas nucleares” rusas a su territorio “ha comenzado”. Un despliegue de armas tácticas en el país satélite que el líder del Kremlin, Vladímir Putin, anunció hace dos meses, solo 30 días después de suspender la participación rusa en el último acuerdo bilateral que mantenía con Estados Unidos para el control de las armas nucleares, el New Start. Minsk y Moscú han firmado este jueves los protocolos para el almacenamiento de las armas de destrucción masiva, aunque el mandatario bielorruso ha jugado a la ambigüedad cuando le han preguntado en la capital rusa si su país ya ha recibido las ojivas: “Es posible. En cuanto llegue, lo veré”.
Este rearme ha provocado preocupación en la Unión Europea. “Por supuesto, este no es un paso hacia la desescalada. No es un paso para reducir la tensión, es un paso que la aumenta. Se puede ver en el contexto de la agresión rusa [a Ucrania] y el apoyo de Bielorrusia. Seguiremos de cerca el desarrollo de la situación y responderemos según sea necesario”, ha advertido el portavoz para Exteriores del Ejecutivo europeo, Peter Stano.
Los ministros de Defensa de Rusia y Bielorrusia, Serguéi Shoigú y Víktor Jrenin, respectivamente, sellaron este jueves los documentos que definen los procedimientos para mantener las armas nucleares no estratégicas en un almacén especial. No obstante, Moscú ha hecho hincapié en que su control es potestad exclusiva del Kremlin.
“Rusia no transfiere armas nucleares a la República de Bielorrusia. El control sobre ellas y la decisión sobre su uso quedan en manos de Rusia”, afirmó Shoigú durante el acto, donde afirmó que “las medidas implementadas cumplen con todas las obligaciones legales internacionales existentes”.
Apenas un mes después de comprometerse con el presidente chino, Xi Jinping, a que no provocaría una escalada nuclear, Putin anunció al mundo en una entrevista concedida la noche del 25 de marzo que iba a desplegar armas de destrucción masiva en Bielorrusia con la cooperación del régimen de Minsk. El mandatario ruso afirmó que sus fuerzas ya habían ayudado a Bielorrusia a modificar diez aviones para portar bombas nucleares tácticas y le habían entregado a Lukashenko sistemas de misiles Iskander, también capaces de montar ojivas. La construcción del almacén de las armas tácticas debía concluir, según Putin, en tiempo récord: el próximo 1 de julio.
“Somos gente práctica y puntillosa, así que no os preocupéis por las armas nucleares, somos responsables”, ha prometido Lukashenko, el mismo mandatario que provocó una crisis migratoria en los países vecinos de la Unión Europea en 2021, meses antes de la invasión rusa de Ucrania. Minsk permitió entrar entonces a miles de personas procedentes de Oriente Próximo y otras partes del mundo para abandonarlas a su suerte en la frontera con los países bálticos y Polonia. Al reforzar los gobiernos afectados las fronteras para frenar el repentino repunte de migrantes y solicitantes de asilo, Minsk encontró una excusa para que Rusia enviase bombarderos nucleares a patrullar el territorio.
Lukashenko admitió este jueves en una entrevista con el periodista Pável Zarubin que Putin lleva la voz cantante. “No voy a hablar de la cantidad [de armas tácticas] ni de su colocación. Hemos acordado el despliegue de armas nucleares, dónde y cuántas municiones. Era necesario tomar una decisión, y la decisión la toma el presidente de Rusia”, afirmó el presidente bielorruso, cuyo país aceptó en los años noventa, como Ucrania, deshacerse de las armas de destrucción masiva heredadas de la Unión Soviética a cambio de garantías de seguridad. Pero a diferencia de Kiev, Lukashenko presentó una reforma de la Constitución a finales de 2021, refrendada en febrero de 2022 —apenas unos días después de que comenzara la guerra—, para permitir el despliegue del arsenal ruso y, de paso, blindarse en el poder.
El Kremlin pavimentó el camino a este despliegue de armas nucleares con la suspensión del acuerdo New Start en febrero. El mandatario calificó entonces la exigencia de Washington de supervisar sus silos nucleares —uno de los puntos claves que permite el tratado y que no había sido cumplido por Moscú desde la pandemia— de “teatro del absurdo”. Pese a la congelación del acuerdo y el traslado de este tipo de armas rusas a Bielorrusia, Estados Unidos publicó la pasada semana un listado con todas sus ojivas nucleares “para mostrar el compromiso con una conducta nuclear responsable”. La Administración de Joe Biden reclamó a Putin “que cumpla de nuevo plenamente con el tratado New Start y con todas las medidas estabilizadoras de transparencia y verificación contenidas en él”.
Moscú, por su parte, utilizará el rearme europeo provocado por la invasión rusa de la vecina Ucrania como una justificación para su carrera nuclear. “En el contexto de la aguda escalada de amenazas en las fronteras occidentales de Rusia y Bielorrusia, se tomó la decisión de responder a través de la esfera militar-nuclear”, zanjó el ministro de Defensa ruso este jueves.
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